viernes, 26 de mayo de 2023

Venezuela. El Botín de la Independencia






El gran problema político de Venezuela ha sido la falta de liderazgo con la conciencia necesaria de su responsabilidad histórica, y con la generosidad social suficiente para sobreponer a sus intereses personales la construcción institucional de la sociedad.

Bolívar no comprendió que su labor política hegemónica terminaba en 1824 – como sí lo hizo, en su circunstancia, San Martín- y que en adelante su  función  habría de ser la del conciliador de la nueva realidad que se les venía encima, porque es muy fácil ser esclavo, pero extremadamente difícil ser libre. Tampoco los héroes independentistas sobrevivientes estuvieron a la altura del reto superior de la independencia, la posibilitación de la sociedad de todos, debido a la desigualdad atávica del conquistador, que arrastraban, y que constituiría el sustento cultural del caudillaje montonero del siglo XIX.

Luego, el naciente caudillaje político, blandiendo el saber en vez del machete, aún con innegables  logros políticos, económicos y culturales,  fracasó en la misión de instituir la conciencia del Estado para formar ciudadanos libres y políticos estadistas. La excusa del asedio criminal del fusil comunista, lo explica pero no lo justifica. 

El entremés del dictadorzuelo mejor no recordarlo, por la vergüenza de unos, de otros y de todos.

Al final de esa etapa, los delfines de la república democrática se sumieron en un proceso de degradación racional y moral sin freno político posible, que determinó la toma del poder, por vía institucional, de un puñado de militares fracasados en una de las asonadas  que asechan las coyunturas institucionales de la democracia, bajo la excusa de nacionalismos rancios camuflantes de extremismos diestros o siniestros.

Siendo así como el marxismo asume el poder político, tras la mascarada nacionalsta y un pretendido rescate moral de la república, hasta que liberan los monstruos de la “dictadura del proletariado” y  la destrucción de la sociedad para erigir la nueva comunista, bajo un liderazgo mesiánico, sectario y, por ende, terriblemente ineficiente, que luego de dos décadas  ha concluido con un país en escombros, en degradación moral y corrupción humana atroces y sin posibilidad eficaz de reconstrucción, que no sea el vuelco de 180 grados hacia el sendero evolutivo de las sociedades contemporáneas.

No entendió ni entiende ni entenderá el liderazgo de la llamada 5ta república, las causas y exigencias de su poder político. El líder o “jefe” máximo de la república marxista, no supo, ni tenía forma ideológica de comprenderlo, que su rol político, con sus pocos haberes y muchísimos deberes, terminaba hacia el 2005, y que en adelante la racionalidad política histórica exigía la construcción institucional del Estado. Nuevamente faltó la responsabilidad histórica y la generosidad social, apostándose, en contrario, por el retorno enyuntado del caudillaje militar y político.

Tampoco a los delfines marxistas las taras ideológicas les han permitido interpretar debidamente la historia para asumir, en la medida de las limitaciones ideológicas, su roll político, acentuando hasta los extremos del quiebre social violento, la destrucción de la institucionalidad política, en la pretensión de una “dictadura socialista” que evidencia la locura, la irracionalidad y el absurdo de una ideología falseada por la historia, negada por la realidad y desechada por la evolución; cuya crueldad radica en su persistencia, por sobre la vida y el derecho de ser de millones de personas, hasta que la verdad existencial de las naciones, las derrumba.

Empero, lo más grave hoy en Venezuela, es que el liderazgo político llamado al rescate de la república de las garras del marxismo, continúa con el extravío histórico, racional y moral, que llevó a la pérdida de la democracia, sin generosidad social alguna y con un egoísmo y mezquindad política crónicos, anegados en un restauracionismo evolutivamente imposible, enfrascados en el absurdo del exterminio mutuo, en el desperdicio del inmenso e invaluable patrimonio político de la humanidad, constituidos por la democracia, el Estado de Derecho y bienestar, y los Derechos humanos, pero sobre todo, en el despilfarro del preciado haber cultural de la racionalidad, el  sentido moral y el espíritu de igualitaria, complementaria y pacífica coexistencia social, tan concientizados y tan posibles como nunca en la historia evolutiva de las sociedades humanas, y que constituyen material para una oferta electoral inigualable.

En otras palabras. El socialismo marxista no tiene hacia adonde señalar el ejemplo, que no sea caos, anarquía, destrucción, violencia, opresión  y muerte; mientras que la democracia, el Estado de Derecho y los Derechos Humanos constituyen la lumbre hacia la sociedad humana posible. Queda clara, pues, la responsabilidad histórica por asumir y la estrategia a seguir.

Si se considera la máxima de que los pueblos tienen los líderes que se merecen; bien torpe, irracional, iluso, prepotente, egoísta, mezquino y pendejo ha sido el  venezolano desde el único acontecimiento social  unitario – a duras penas y con muchísimos yerros-  que ha hecho: la gesta independentista. Desde aquel 24 de junio, del imperio de los desatinos y pendejadas políticas, no se ha salvado absolutamente nadie.

Hoy Venezuela está en un laberinto, con el régimen marxista como Napoleón en Moscú, habiéndola tomado y sin saber qué nacer; y además, sin el liderazgo lo suficientemente liberado del fanatismo marxista y con la capacidad necesaria para la jugada política maestra, que los salve del arrase de la historia. 

Mientras que los grupos opositores, dándose garrotazos, están igual que Aníbal Barca frente a Roma, prácticamente caída y sin atreverse a tomarla, ya por cálculos políticos mal hechos, ya por temor reverencial, ya por un respeto histórico,  ya por la prepotencia de ser el condonante de la vida de Roma, ya por simplemente haber apostado por la coexistencia. De la forma que sea, cabe recordar que luego Roma no tuvo miramientos para exterminar radicalmente la nación y la cultura cartaginense. Así queda en evidencia la única opción posible: La unión irrestricta y la apuesta democrática al todo o nada. O la oposición se une y va con todo a ganar el proceso electoral, o simplemente más temprano que tarde será aniquilada.

Javier A. Rodríguez G.

No hay comentarios:

EL HUMANISMO SOCIALISTA