sábado, 8 de diciembre de 2018

EL MEGAFRAUDE




Era el día... Del triunfo del buen proletariado sobre la malvada burguesía. De la concreción definitiva del socialismo en el mundo. De lograr en un dos por tres lo que ha sido la pesadilla de la política, la conciliación entre las causas y el destino de la riqueza, que ni Smith, ni Marx, ni Ricardo, ni Keynes, ni Friedman...  Era el día en que desde unos sujetos y una nación, predestinados, iniciaría el gran movimiento redentor de las sociedades humanas. Aquello que tanto aspiró e inspiró al movimiento liberador nacionalsocialista alemán, hoy los humildes seguidores de una ideología hermana al fin lo han concretado: el vuelco definitivo de la evolución de la humanidad, hacia un estadio definitivo de suprema  estabilidad, felicidad y paz.

“Me intentaron matar para evitar que aplicara estas formulas económicas perfectas” sentenciaba el gobernante en el clímax de sus delirios, asegurando que en dos meses la economía estaría pujante y en dos años el país llegaría al nivel de Alemania en materia económica.

Presuntamente, economistas de todo el planeta, incluyendo alguno que otro premio nobel, dieron luces a los de la cúpula gobernante para el alumbramiento prodigioso de la “solución final” al problema económico de las sociedades humanas. Mismos cuyo absoluto anonimato, más que por el plagio del gobernante, fue por la vergüenza intelectual ante semejante mamotreto

Por supuesto, todo ello dentro de la infaltable verborrea de amor por el pueblo, por la patria y por el imprescindible comodín: Simón "el devaluado" Bolívar.

Si fuese cierto lo aseverado por el gobernante y si existiese la pena de muerte por las torpezas o inmensas pendejadas, deberían ir derechitos al paredón los presuntos conjurados al magnicidio; por soberanísimos torpes, pues en materia económica este gobernante él solito se pone políticamente la soga al cuello, a la vez que con cada acto va cavando su propia tumba.

Es que si la torpeza política está aposentada en algún país, es en la patria de Bolívar. Varios meses para tomar las medidas económicas, y luego de anunciarlas es que proceden a "convenir" los precios de algunos productos básicos, es decir, configuraron primero ideológicamente su modelo económico, para después tratar de encuadrar la realidad en él, cuando ha debido ser lo contrario, partir de la realidad, no solamente la concreta sino la evolutiva del cuerpo social, para desde allí desplegar acciones político económicas eficaces; pero ello implicaría mandar a la porra a Marx, a Lenin y a cuanto charlatán se aferra a cuatro dogmas para justificarse en el usufructo del poder.

Y en contubernio con la torpeza debe estar el caradurismo, que en esta tierra ha alcanzado los linderos del histrionismo digno del Oscar. Justo es reconocer que el anterior gobernante carecía de esa "cualidad", pues con sus gestos, imprudencias, destellos de sinceridad y principalmente su humor, delataba la procesión política que arrastraba su proceso: Incluso, durante la llamada “cuarta república, las medidas o paquetazos económicos siempre fueron cosa seria, al menos en apariencia; rostros adustos, gestos y ademanes de mortuorio y frases lapidarias acompañaban las excusas a cada devaluación.

Rubor ético del que carecen los actuales gobernantes, al no tener ni parlamento que los controle, ni poder judicial que los vigile, ni Ministerio Público que los investigue, ni contraloría que audite, ni Poder Electoral que los contradiga, ni poder comunicacional que los delate, ni oposición política que los enfrente con inteligencia y astucia; pues actúan como les viene en gana.

Así, al anunciar algo tan drástico para el país como lo es devaluar la moneda, pasando de 200 Bs a 2.000 Bs por dólar, se procede de forma parecida a esta.: Por el profundísimo amor que yo siento por mi pueblo, yo quiero darles un regalo: Hoy yo aprobé un aumento general de salarios, para continuar por la senda de Bolívar... bla... bla... bla... hacia la suprema felicidad de nuestro pueblo…bla…bla…bla… Antes de yo despedirme yo quiero pedirles que ahorren, porque el próximo trimestre será del resurgimiento económico definitivo de la patria, yo se los juro... Ahh, yo olvidaba decirles que por culpa de una página web yo he tenido que ajustar el valor del dólar, que ahora valdrá… pero esos son detalles técnicos que abordarán mis ministros... Yo los amo, todo lo que yo hago es por amor a mí pueblo....

De ese discurso, que ha podido extraerse de cualquier hemeroteca o sitio web en cualquier época, se analizan los siguientes aspectos: El exponente evade por la tangente el tema principal, referenciándolo accesoriamente al final, lo cual revela el relajamiento de su responsabilidad funcional y cierto menosprecio a la intelectualidad del destinatario. Además se observa un desbordado ego y ensimismamiento del poder, característico en gobernantes de corte personalista, caudillezco. También se delata la visión providencial, finalista, sintetizadora, y por ende voluntarista, de la historia, de la sociedad y de la evolución, que lleva a planteamientos oníricos de estadios sociales “supremos”, “máximos”, “perfectos”, “definitivos”… y en consecuencia a sociedades sumidas en las miserias de la incomprensión de sus existencialidades, mientras persiguen sueños que jamás se concretan. También por esto el exponente plantea el pasado como determinante definitivo del porvenir, por lo cual él ancla su acción política en un acontecer histórico fundamental, heroico, desde cuya conciencia poder alcanzar el estadio evolutivo definitivo de la sociedad. Situación ideológica que lo disocia de la realidad, pervirtiendo su acción política hacia la mera confluencia de acciones pasadas en una conclusión social necesaria, cuyo encuentro o concreción asume por predestinación histórica; asentándose así en retórica grandilocuente, sobredimensionando su rol político histórico y rehuyendo a su responsabilidad real y concreta ante el presente y frente al porvenir. 

En colofón de todo lo dicho y tras las declaraciones de amor y las buenas intenciones juradas, en el contexto del discurso se percibe una irónica y hasta insultante falta de sinceridad; empero no necesariamente por dolo o maldad –he aquí la confusión de unos y otros-, sino por la aptitud ideológica del exponente, mesiánica, finalista, evolutivamente conclusiva, predestinada, y por ende racionalmente iluminada, es decir, portador de la verdad política no entendible en su plenitud por el común de la sociedad, por lo cual las omisiones, los yerros, las falsedades, las ineficiencias, las ineficacias, se justifican desde el amor y la buena voluntad manados de esa verdad revelada, constituyéndose así los dos caracteres fundamentales de su actuación política: éticamente relativizada y esencialmente voluntarista. 

Se entiende ahora cómo de un pequeño fragmento de cualquier discurso pueden extraerse los fundamentos para una estrategia política eficiente. En el del ejemplo se configura el perfil político del exponente conforme a lo que realmente es: víctima de una ideología falaz, y por eso, incapaz intelectual y espiritualmente respecto de la eficiencia y eficacia en la gerencia del Estado. Amoroso y bondadoso en sobremanera, pero estructuralmente torpe en su acción política. Centrado en las grandilocuencias históricas y macro-acontecimientos sociales, desconoce y desprecia al ser humano en su existencialidad integral y concreta; lo cual constituye el talón de Aquiles de los proyectos políticos de ese estilo, y que les resulta práctica y teóricamente imposible de corregir, sin entrar en contradicción con sus postulados ideológicos.             

No Está Pasando Nada
Resulta indignante ver a unos gobernantes tan orondos con sus caras tan lavadas, como si nada, en un país que padece semejante crisis económica, social y ética. Como si no estuviera la población padeciendo la hambruna más atroz de toda su historia. Como si no estuvieran muriendo por cientos los niños y adultos mayores por falta de medicamentos tan elementales como el acetaminofén. Como si no existiese una emigración descomunal ante el desasosiego de una nación secuestrada institucionalmente por una facción política, llevándose consigo no solo el capital humano del país, sino también la esperanza que cada día mengua en esta tierra de desgracias. Como si no fuera cierto que las empresas del Estado en sus contabilidades también están en rojo, con las telefónicas desahuciadas, donde la falla es la regla y el buen funcionamiento la excepción, con meses y hasta años para el milagro de la reparación de las averías, con el gas doméstico siendo producto exótico en un país petrolero, colas interminables para hacerse de unos litros de combustible en el país que mueve todo el parque automotor de Centroamérica, a cambio de una docena de diestras alzadas en las instancias internacionales. Como si el país no se estuviese sumiendo cada día más en el destino miserable y apocalíptico de la depredación minera.

En fin, lo que están haciendo los actuales gobernantes no es nada nuevo. Ya el griego Esopo lo aleccionaba en sus fabulas: Al matar la gallina simplemente no habrá más oro. Y este gobernante lo está haciendo por partida doble. Por un lado reparten a diestra y siniestra el petróleo, el oro y hasta el moro, desperdigando peces en vez de enseñar a pescar. Y por otro lado destruyen el aparato productivo, sin considerar que éste era la gallinita que generaba la verdadera riqueza del país, no desde sus minas sino desde las capacidades, las creaciones, conocimientos, saberes y los esfuerzos que lo impulsan.

Empero, el sacrificio progresivo del ave en cuestión no es gratis, o por mera torpeza, sino que responde a todo un plan de perpetuación en el poder de la cupulilla política. Tratan de hacer lo que la unión soviética pero con sus variantes. El Estado minero bondadoso con bandadas de gentes clamando por la dádiva gobiernera, en conjunto con empresas privadas con la cimitarra de la expropiación al cuello, amén de la movilidad laboral paralizada y , por ende, sin el espíritu competitivo y de superación que motoriza al proceso productivo. Esos son los dos pilares sobre los que pretenden construir su sistema político, todo lo demás son simples excusas para avanzar hacia tal propósito, así tengan que exterminar socialmente a millones de ciudadanos, quienes o emigran o se someten a la limosna gobiernera para apenas subsistir.

Eso es realmente atroz, pero tristemente es lo que se evidencia de los actos de quienes gobiernan este país actualmente.

De manera que todo ese proceso de segregación social, de exterminación de las expresiones auténticamente sociales, de anulación de conceptos ínsitos a la sociedad democrática y libre, de hacer del venezolano mendigo o más bien desgraciado permutante de la dádiva gobiernera por el agradecimiento del voto; de permanecer indolentes ante la muerte de los niños y ancianos por simples enfermedades –lo que trae a la mente las consejas de Malthus-; de sonreír con torpe disimulo ante la emigración desbordada de los infieles a su proyecto político; de hoyar la dignidad de las personas a base de perdigonazos limosneros, para así engancharla al proyecto político; de desbaratar toda la estructura institucional democrática de Derecho y de justicia, para construirla a semejanza de su proyecto hegemónico. Todo ello responde a un propósito muy bien planificado para imponer a la nación el credo de una facción política.

El problema de esas intentonas contra natura de las sociedades, es que generan un desequilibrio social tan grande que las consecuencias pueden ser nefastas para la paz social. Porque una camarilla política, con el arrastre por diversas vías de tan solo el treinta por ciento del electorado, haciendo de las suyas con la institucionalidad y destilando ironías, burlas, odio y desprecio hacia un sector social segregado por “opositor”, “burgués”, “escuálido”, “apátrida traidor”, y considerado minoritario, aún cuando en lo menos, técnicamente en términos electorales siempre ha significado la mitad del país; en tales circunstancias esa actitud no puede ser menos que temeraria, ya que la condición fundamental, o la tea que enciende la conflagración fratricida, es la existencia de dos sectores radicalmente confrontados, el resto son circunstancias empapadas de combustible, esperando a que el diablo sople…

Luego, cuando el mal ya está hecho, todo lo demás sale sobrando. Que si valientes y cobardes, si sacrificados por una causa y los acomodaticios a sus estatus quos, si los buenos y los malvados, si fieles e infieles a la causas, si los que se entregan a la patria, los que venden la patria y los que viven la patria. Al final, cuando las pasiones se desatan y la irracionalidad impera, el “valiente” recula y el “cobarde” avanza, la fidelidad se reacomoda y la patria siempre sobrevive, no desde las grandilocuencias heroicas de unos u otros, sino desde los restos del aleccionamiento histórico, de un ser humano que se empecina en no aprender de las experiencias ajenas, alienándose a ideologías torpes que solo han llenado de desolación a las sociedades que caen en desgracia bajo su yugo. La evidencia histórica es espeluznante.

Tres Meses
Mientras tanto, a noventa días del paquetazo económico el resultado es el previsto: el fracaso total. No era para menos con semejantes criterios. Al final todo queda como comenzó: Un proceso inflacionario atroz, aumento de salarios y devaluación.

Con esas tres herramientas el gobernante indolentemente ejecuta su proyecto político: La inflación, desvinculada de la responsabilidad institucional del Estado, e incluso con las propias facultades del Estado prendadas espuriamente a la persona del gobernante, en un quiebre institucional total, constituye la excusa, el molino de viento contra el cual blande su espada el gendarme necesario. Los aumentos de salarios simulan la acción antiinflacionaria inexistente, atemperan por un tiempo el ánimo social y quiebran a las pequeñas empresas no esenciales al proyecto político. Mientras que la devaluación extermina toda actividad comercial “no necesaria”, cercando económicamente a las personas y empresas sobrevivientes, haciéndolas cada vez más dependientes y presas de la rapiña ideológica de una camarilla jactanciosa de sus recursos y poder, por su monopolio de las divisas.

Lo único rescatable del fallido paquetazo económico, es que es la primera vez en los seis años de actual régimen, que al menos intentan hacer algo. También se evidenció la ignorancia supina del gobernante en materia económica, no por incapacidad intelectual sino ideológica, porque los dogmas que lo avasallan no se lo permiten, delatándose como lo que han sido esas ideologías: puro pico de oro, puro buchipluma, con la voluntad divorciada de la racionalidad, del sentido real de las cosas y de las circunstancias de la sociedad, Realidad que siempre termina por imponer su verdad.

La misma realidad que derribó el muro; la misma realidad que le alzó el fondillo a la isla revolucionaria, dejándole ver sus pudores; la misma realidad que le voló la tapa de los sesos a Violeta, cuando descubrió que la vida es mucho más compleja que la poesía y el canto.

Tal vez sea ese el trasfondo del problema, unos sujetos que, como los artistas, miran la vida, al ser humano, desde el carrusel de sus sueños o desde la carpa de los cantos y poesías; que constituyen expresiones de la realidad, pero no son la realidad. Porque el político, sin dejar de compartir sueños, cantos y poesías, debe vivir en la realidad total, la de toda la existencialidad humana, para desde allí construir un proyecto político que posibilite que las violetas florezcan en sus carpas regadas por los sueños…

Unos sujetos absolutamente enajenados de la realidad del país, del estatus evolutivo de las sociedades humanas, escindidos del ser humano en su integral expresión, incapaces, como Violeta, de asimilar la realidad en su cruda expresión: Algo explicable y hasta subliminal en un artista, pero inaceptable en un político.

Un gobernante que desde su onirismo ideológico incomprende absolutamente el proceso productivo. No aceptando que se trata de un mismo proceso creador. Que el artista pare cantos, el artesano concreta ideas y el productor genera bienes. Que ellos no divergen sino se complementan. Que el capital genera capital. Que con puros obreros rasos no se allanan los senderos productivos ni se proyecta futuro social. Que todos los entes sociales se complementan, por lo que la intencionalidad íntima del sujeto productivo no debe ser la prioridad del Estado, sin desmeritar en modo alguno su valor social, sino que lo relevante para el Estado es la acción concreta, bajo condición de su sometimiento a las disposiciones legales, lo demás es “plusvalía” social; es decir, si un sujeto con su esfuerzo crea una unidad de producción y o comercialización, sometiendo su existencia al ánimo de riqueza que lo esclaviza a una actividad que la sociedad usufrutua, entonces ahí es donde debe sopesarse quién se beneficia de quién; resultando al final que el avaro con su esfuerzo productivamente le aporta a la sociedad un capital muchísimo más provechoso que lo que le significa en ese aspecto la buena intención del pródigo que ofrece lo que no tiene y reparte lo que no produce.

Considérese a aquél político que consumió su vida en la esquina pregonando un mundo mejor, y entre conceptos, teorías, y fórmulas político jurídicas termina peor él y los demás: mientras que el depredador burgués capitalista salvaje, con su empresa sustentó a decenas de familias y posibilitó generaciones enteras, de los cuales hoy algunos también, como el de la esquina, propugnan una mejor sociedad; luego entonces ¿quién fue integralmente más eficiente para la sociedad?: desde sus correspondientes ámbitos, ambos. Uno le produjo ideales, el otro bienes y servicios que posibilitaron evolutivamente la sociedad que concretará esos ideales. Al final, la evolución social constituye un proceso integral que se gesta desde el promedio de su existencialidad; por eso, en términos generales, no es tan pulcro en su ética, ni tan acelerado en su eficiencia ni eficacia, ni tan bondadoso en sus acciones, como se espera, pero es lo evolutivamente pertinente. Precisamente esa integralidad y pertinencia debe ser el abc de la acción política: posibilitar sinérgicamente la sociedad desde todas las expresiones existenciales del ser humano.

Unos sujetos actúando como el heredero inepto de gran fortuna, aparentando prosperidad y eficacia cuando en realidad despilfarra su fortuna, hasta que se le agota la fuente de sus recursos. Así también éstos están sumidos en un pozo séptico de políticas improductivas que inevitablemente terminará por consumirlos.

El problema es que pretenden llevarse al país con ellos.  

Si al menos hicieran como la Violeta, que se fue sola dejando sus cantos y poesías.

Dos más Dos son Cuatro…
Una simple y vulgar calculadora le bastaba al gobernante para percatarse del fiasco que anunciaba. Si se daban precios de artículos elementales en varias decenas de bolívares, era evidentísima la imposibilidad de que hubiese bienes a centavos, como se decía. Para ello era necesario que tales precios fuesen en el orden de las unidades, lo cual exigía fijar el nuevo bolívar  al menos en relación a uno por millón y no en uno por cien mil, como se hizo.

Alegría de tísico fue la leve mejora en el poder adquisitivo. Anunciaban jactanciosos que con el sesenta por ciento del nuevo salario mínimo se podía adquirir la pequeña lista de productos básicos. A la semana el mismo gobierno “ajustó” “errores” en los precios “convenidos”, algo insólito para quien regenta un Estado. Actualmente el costo oficial, onírico, de los productos alcanza el cien por ciento del salario mínimo; mientras que el monto real supera el mil por ciento, sin Estado, ni gobierno ni Parlamento –proscrito- , ni Ministerio Público ni Poder Judicial que haga nada al respecto.

Una cadena nacional y bombos, platillos y redoblantes para anunciar que con el salario mínimo se pueden adquirir seis tazas mantequilla, mientras que en cualquier país el promedio es de ciento ochenta tazas, de al menos veinte marcas…

Si por algo se justifica la intervención de la ONU en el tristísimo caso Venezuela, es para exigirle al gobierno, conforme al Derecho internacional y en preservación de los Derechos Humanos de millones de ciudadanos, que opere los instrumentos institucionales para detener el mecanismo atroz de acaparamiento y especulación, pues en este momento la acción del Estado al respecto es nula: Causa indignación ver gandolas repletas de productos alimentarios básicos, que luego de atravesar varios estados con guías de transporte válidas, venden selectivamente esos productos por varias veces su costo oficial, adquiridos sin chistar hasta por las instancias pro-oficialistas como los consejos comunales, frentes de defensa etc… ¿A qué doble moral se está jugando? ¿Dónde están las instancias administrativas llamadas a detener semejante crimen? ¿Por qué el gobierno también permanece indolente ante la actitud anti-patria de ciudadanos asiáticos, quienes hacen y deshacen a sus reales ganas los precios, incluso con la colaboración de funcionarios del Estado, que les “ayudan” a vender los productos?    

En consecuencia de sus omisiones, hoy rematan el año con otra devaluación perversa, muy a su estilo. Primero un “amoroso” aumento de salarios, seguido de un desfachatado incremento “acordado” de los precios de los productos básicos, concluyendo con el descarado “ajuste” del valor del dólar. Lo mismito desde hace seis años.

Es que pareciera faltarles el mínimo sentido común en decisiones tan elementales. Por ejemplo, el pan: crearon un montón de panaderías “populares” para que vendiesen “pan barato al pueblo”, les suministran el trigo a precio especial, no les exigen las condiciones sanitarias ni los requisitos administrativos ni impositivos que a las panaderías “burguesas”, y sin embargo estas “panaderías del pueblo” cada día depredan más a su supuesto propietario, superando sus precios, con menor calidad del producto, al de las panaderías “infieles”, llegando al extremo de que un simple y vulgar pan, con 60% de aire, cuesta lo mismo que un kilogramo de carne de res de primera calidad.

En ese sentido, cien gramos de atún enlatado cuesta lo que un kg de carne de res; algo realmente insólito: A lo mejor argumentaron los “productores” los costos de los alimentos, vacunas y veterinarios para los atunes en alta mar, y el gobernante obviamente lo convalidó… ¿Qué intereses oscuros habrá tras ello? 

Pero lo de la harina de maíz es verdaderamente tragicómico. No entiende, no le pasa por la materia gris al gobernante, que la humanidad se ha sustentado de tres alimentos fundamentales: el trigo, el arroz y el maíz; que nuestra cultura está hecha en función del maíz, que literalmente somos de maíz, y por tanto, el alimento que no puede de ninguna forma faltar en la mesa de cada familia venezolana es la arepa, siendo deber prioritario del Estado posibilitarlo; como lo fue desde siempre en este país, cuando, aún dentro de las crisis económicas, siempre existió al menos la arepa en la mesa venezolana. Se trata hasta de tener sentido venezolanista y latinoamericanista. Empero estos sujetos han procedido al contrario, tratando de eliminar el consumo de la arepa porque “engorda”… “Con dos arepas a la semana basta”, esputó un ministro consultado respecto de la escasez de harina de maíz; el mismo, como casi todos, que vivió la mitad de su vida en Europa. Si ese fulano afirmare eso ante nuestras abuelas en las montañas de Trujillo, lares de los hombres y mujeres de maíz timotocuicas, seguramente bajaría rodando hasta el pie de monte barinés, ante semejante afrenta, no solamente al estómago sino a la cultura y dignidad de un pueblo.

Los alemanes son potencia industrial, pero a la vez son de los primeros productores de trigo del mundo, pues ellos muy bien saben que la hogaza de pan es lo que los posibilitó como cultura, y que aun constituye el alimento insustituible sobre todo para los sectores económicos menos pudientes. Además, también tienen claro los teutones, que antes que de la OTAN la seguridad de la nación se sustenta en el trigo. Y eso que Alemania es un país capitalista salvaje…

El gobierno de los Estados Unidos, como la mayoría de los países del mundo, fomenta la libre circulación de personas y bienes dentro de su territorio, como forma de ampliar los mercados y de mejorar la diversión, esparcimiento e interacción social y cultural de sus ciudadanos, con el prodigio de los medios de transporte modernos, que, posibilitando como nunca las interacciones humanas, cohesionan las nacionalidades e integran y potencializan la probabilidad evolutiva de las sociedades; llegando ese país incluso a tener su propia red de servicio de trasporte de mercadería a nivel nacional, con lo cual garantiza el sostenimiento de la actividad comercial, a la vez que sustenta la competitividad dentro de parámetros de precios adecuados. Menos mal que los gringos son capitalistas salvajes.

Al contrario de eso, los de este régimen están empeñados en cercar comercialmente a cada región, restringiendo con ello los mercados y, en consecuencia, haciéndolos presa de la voracidad monopólica y la depredación inflacionaria. Ni se diga del flagrante propósito, verdaderamente deleznable, de reducir la existencialidad del venezolano a andar tras lo pocos víveres que pueda ubicar y adquirir, llevado, por conseja de quién sabe cuál siquiatra, al más primitivo estado de sobrevivencia, sin mayor discurrimiento intelectual, para así hacerlo presa fácil de la carroña política.

Otro detallito a considerar: En el lanzamiento del susodicho paquetazo económico, brilló por su ausencia un factor que debería ser clave en cualquier proceso de reactivación económica: el otorgamiento masivo de créditos productivos desde todas las aristas sociales, y la garantía del suministro de las materias primas que sustenten y reactiven las actividades económicas. ¿Sería por olvido? No, ello fue obviado deliberadamente, pues es contrario a los propósitos hegemónicos dictatoriales del gobernante, ya que para sus tergiversados criterios políticos sería ponerse la soga al cuello, el posibilitarle la libertad económica al ciudadano. Bien saben ellos, que mientras tengan que venir por los peces controlarán sus voluntades; y que si les proveyeren de la caña y les enseñaren a pescar, también les estarían dotando de libertad, y por ende perdiendo poder sobre ellos.

Argumentan que así los enseñó su líder fundador: a mantenerse en poder a costa de todo. Si fue así les enseñó mal. La política constituye sobretodo una actitud ética ante la sociedad; de hacer lo debido, del cumplimiento del deber. Siendo esa la diferencia entre un caudillo y un estadista. El caudillo impone su voluntad; el estadista somete su voluntad a la del Estado. El caudillo menoscaba la institucionalidad a favor del poder de su voluntad, el estadista fortalece al Estado y la institucionalidad en desmedro de un poder personal que aborrece, desde su convicción democrática. El caudillo tiene al pueblo subyugado a su voluntad “benefactora”; el estadista es un ciudadano más, sujeto a la bondad institucional de un Estado cuya voluntad es la de la ley y su conciencia la colectiva histórica de la sociedad, consagrada como ordenamiento de vida en la Constitución, bajo ideales de justicia, libertad e igualdad.

Son las sutilezas que van desvelando la intencionalidad del actual régimen, que cada vez aterra más.

La Reflexión
Es de tanto horror la situación social, jurídica e institucional de nuestra patria, para quienes nos avocamos a su estudio, que quisiéramos fuese solamente la pesadilla de una mala noche; y en la mañana levantarnos con un hermoso país, por sobre los problemas, que siempre los habrá, pujante hacia un mejor existir. Empero con cada rayo de sol la cruda realidad lacera nuestras conciencias.

Cuando se mira la historia y se ponderan las tragedias existenciales de naciones y culturas, llevadas a crueles sufrimientos generacionales y hasta a sus aniliquilamientos, gracias a actitudes contrarias al mínimo buen juicio que debería prevalecer en el homo sapiens respecto de la existencia racional que lo define; no cabe sino preguntarse ¿cómo pueden los pueblos caer en semejantes fosas al raciocinio? ¿Qué tipo de disociación de la realidad hace que millones de jóvenes concurrieran a sacrificar en las estepas rusas sus vidas, sus sueños, el prodigio maravilloso de sus existencias, a favor, no de Napoleón sino de la irracionalidad, de la absurda y estúpida intencionalidad del grupillo social que él expresaba? ¿Qué hizo que una ideología, como la nacionalsocialista, llevase al pueblo alemán al horror de la “solución final”? ¿Cómo pudieron los rusos permitir que el marxismo-leninismo los despojase de la libertad de ser, del sentido común existencial, del ser racional, de su espiritualidad, de sus creencias, de sus pasiones, de sus amores, de sus cantos, de sus poesías, de sus esperanzas, de su fe…? ¿Qué atavismo miserable lleva al ser humano a desvincular su racionalidad y espiritualidad de la armonía del todo que lo comprende, para sumirse en el despropósito de la suma egoísta de intereses individuales en torno de ideologías falaces desvinculadas de su realidad existencial, integral, plena, cierta y posible?

¿Qué es lo que ha hecho que hoy en Venezuela se encuentre política, social, jurídica, económica, institucional y éticamente en ruinas? ¿Cómo se ha podido permitir esto? ¿Dónde está la mínima racionalidad necesaria para entender que de esta forma cualquier sociedad es absolutamente inviable, que es solamente cuestión de tiempo para que los fantasmas de las pasiones humanas se desaten? ¿A quiénes han formado nuestras universidades, instituciones y centros humanísticos, que “desconocen”, o no hacen ni dicen nada, o asienten con actos lo que sus conciencias reprochan, o simplemente cotizan su intelectualidad al mejor postor?

¿Cómo se les dice a los niños de hoy que hubo una Venezuela que era la meca de América Latina, con un estándar de vida relativamente muy alto, que tenía, como todo país latinoamericano, mucha desigualdad e injusticia social por corregir, pero que soñaba, reía, cantaba y sobretodo vivía una existencia asentada sobre una estructura institucional racionalmente acertada, que por “imperfecta” les abría un mundo de posibilidades evolutivas? Que no se sabe lo que se tiene hasta que se pierde.

¿Cómo se les dice a esos niños, que perdieron en la tómbola probabilística de la existencialidad de las sociedades humanas, y que tristemente les tocó padecer los embates de una ideología hegemónica que con sus sofismas les despojó sus derechos a existir en plenitud, y que cargarán en sus vidas la cruz de las taras genéticas debidas a esta hambruna que azota al país?

¿Cómo se le puede decir, tal como sarcásticamente lo hace el gobernante, a un anciano de 90 años, que vive el sobretiempo de su existencia en minutos, que ahorre para un futuro promisor, cuando apenas la pensión le alcanza para dos tres víveres? ¿Qué oscura manipulación sicológica pretende coartar la impostergable inmediatez de sus reivindicaciones, para someterlos a la búsqueda de un futuro que por determinación evolutiva se pondera en horas?  

La Estrategia   
Igualmente cada vez se hace más claro el proceder ante tan cruel realidad.

Tres premisas deben fundamentar la acción política que contrarreste al actual régimen, basadas en sus carencias y dolencias: a) El concepto del gobernante estadista, en contraposición al líder mesiánico o gendarme necesario. Un candidato tan incuestionable éticamente, que el tildarlo de “burgués ladrón vendepatria”, lo martirice.  b) El criterio de la libertad de ser en toda su diversidad y complementariedad, aquí y ahora, cierta, posible, inclusiva, integradora, perfectible; en contraste a la quimera de la promesa de una sociedad perfecta que nunca llega y de una realidad cada día más incierta y cruel. c) Un gobierno de consenso, al cual todos los factores políticos se sometan convencida e irrestrictamente, limitado a un período, teniendo como prioridad la eficacia gerencial, el compromiso ético de mejorar lo actual desde ya, soportado por un programa económico de avanzada que comprenda la integralidad de la nación y refrendado por las grandes economías del mundo, con proyectos concretos y compromisos de buena fe de esas naciones de inmediato y mediato cumplimento, con énfasis en dotar a cada sector social precisamente de lo que adolece, en descripción minuciosa del proceder, sin dejar flotante ninguna especificidad; desde el cafecito y la arepa seguros en la mesa de la doña, hasta la más sofisticada máquina o instrumento, pasando por las materias primas para artesanos y manufactureros, materiales y equipos para los estudiantes, creadores e inventores, el suministro seguro y a precios justo de combustibles, lubricantes, neumáticos y repuestos para el parque automotor público y privado, dentro de criterios de sobriedad y austeridad económica, pero claros en su rol principalísimo en la productividad y libre desenvolvimiento del país. Sin descuidar detalles como la hostia y el vino del sacramento, el celular para el cotilleo, la pintura de uñas para la niña coqueta y hasta la tanguita playera para la chica lujuriosa. Convenir con las empresas automotrices mundiales un programa de remozamiento y reactivación del parque automotor, iniciable el segundo día de la toma de posesión. Ofrecer traer al país los mejores técnicos y artesanos del mundo, con compromisos concretos, al fin de impulsar sobre bases competitivas el aparato productivo, enseñando a pescar en vez de la indignante permuta de peces por votos.

Si desde este momento todos los factores políticos se uniesen en torno de esas tres premisas, con un plan minuciosamente elaborado y con una detalladísima estrategia comunicacional de primer nivel, el actual régimen tendría constitucionalmente los días contados…

Porque a estos regímenes políticos, que desde criterios tan amplios y grandilocuentes, enmascarando acciones absurdas, fuera de la más elemental lógica y racionalidad, pretenden subyugar a un país; no se les puede confrontar políticamente desde conceptos tan abstractos como la libertad, igualdad y justicia social, la soberanía de los pueblos del mundo, la lucha por un mundo mejor, etc. La estrategia debe centrarse en los detalles, que desde sus pequeños espacios e instantes concretan la existencialidad humana y la dotan de sensatez y sentido teleológico racional y espiritual. Todo radica en tener la suficiente habilidad política para hilar fino donde el régimen es basto y torpe. De llegar, con acciones comunicacionales concretas, a esa instancia social en la cual la racionalidad y espiritualidad desbrozan los espacios, a veces resquicios, por los cuales fluye la evolución humana, en un proceso políticamente restringible, pero por su esencia absolutamente indetenible. Así, al despeje y ensanchamiento de esos mini-cauces racionales y espirituales, o de elemental sensatez existencial, si se quiere, debe orientarse subliminalmente la estrategia política. Hacia la conformación de un inmenso torrente político social de rescate del Estado democrático de Derecho y de justicia.

Año Viejo, Política Obsoleta, Torpe y Absurda   
En fin, este año transcurrió completo sin cambio significativo en nada –en cuanto lo bueno, porque la mala calidad de vida sí cambia cada día hacia peor-. Solo una elección presidencial adelantada inaudita parte por el árbitro electoral a requerimiento del gobernante actual, lo cual de plano la hace írrita, pues, no habiendo mediado hecho fortuito ni causa de fuerza mayor, el árbitro electoral constitucionalmente no puede adelantar el proceso electoral presidencial sin lesionar los derechos políticos de aquellos candidatos, partidos o grupos de electores que se opusieren. De tal forma que constitucionalmente a partir del cinco de enero del 2019 Venezuela entrará en una fase política y socialmente muy complicada, con un nuevo presidente elegido en contravención de las disposiciones constitucionales.

Un año viejo que nos dejó un nuevo presidente que en estricto criterio constitucional no lo es, y un programa de recuperación, prosperidad y paz económica que no ha sido sino un gigantesco fraude a la buena fe y esperanza de la ciudadanía ¿Qué será del año que viene? Lo que Dios quiera: Que el Diablo nos agarre confesados.

Roguemos porque la sensatez se imponga: Porque se comprenda que este país es de todos y como de todos debe gobernarse.

Ojalá impere la sensatez y cordura, y así como se dice que se acuerdan los precios de los productos, igualmente el próximo año se produzca un gran acuerdo nacional en el que todos los sectores y factores sociales se sometan irrestrictamente al Estado democrático de Derecho y de justicia, fuera de la “viveza” entre pendejos, que hace del país botín del menos torpe pero igual de estúpido; apostando en vez al juego político ajustado a derecho y conforme a los cánones de la política contemporánea, por la cual en un Estado pueden coexistir y gobernar ideologías diferentes y contradictorias, siempre y cuando concierten constitucionalmente los fundamentos de una institucionalidad capaz de asimilar las bondades de cada factor político y de promediar a su mejor expresión social los temas y aspectos discordantes, posibilitando la expresión integral, pertinente, concreta y plena de la existencialidad de todos los seres humanos hijos de una patria llamada Venezuela.

De esa forma sí estarían reingresando estos lares de la Capitanía General, luego de la gesta independentista liderada por Bolívar, a las páginas gloriosas de la política universal, cuando en un pequeño país históricamente libertario, se reconfiguraron las ideologías en pugna y casi en el quiebre definitivo, para estructurar una nueva forma de hacer política y de plantarse ética, racional y espiritualmente el ser humano frente al fenómeno social, en expresión de su segunda redención: la de su torpe estructura político social, de sus alienaciones a ideologías foráneas y del desconocimiento de su identidad cultural, que fundamenta la igualdad, la justicia y la paz. 

Ciertamente, dadas las circunstancias, tales augurios parecen más que imposibles, pero menester es aspirarlo mientras quede algún hálito de esperanza.     


Javier A. Rodríguez G.

EL HUMANISMO SOCIALISTA