martes, 15 de febrero de 2022

MALDITA TECNOLOGÍA

 

Versión ampliada de un comentario (censurado) a un artículo publicado en la versión digital de un diario de circulación nacional, bajo la única intención de contraponer criterios y cosmovisiones: Energía mundial y guerra verde
 

Excelente artículo. El problema es la horma de la quejadera, llorantina y golpes de pecho tercermundistas. El mundo yendo hacia adelante y nosotros, los torpes tercermundistas, empeñados en detenerlo, y hasta en la locura jacobina de pretender irvertirle el rumbo.
Porque el “subdesarrollo”" es fundamentalmente incomprensión del "desarrollo", que lleva al craso error de su aborrecimiento y confrontación radical, en vez de su reconceptualización y transformación desde la auténtica naturaleza que lo instrumenta y la realidad e hilaridad histórica evolutiva que lo posibilita.

“Al César lo del César”.
La "computadora", es decir, la unidad electrónica de cómputo, cálculo y registro, manejo, transformación y generación automatizado de información, en ejecución, en lenguaje binario, de instrucciones programadas y controladas; es un prodigio tecnológico comunicacional revolucionario, puesto a disposición de las masas pobres del mundo por un novel profesional altruista de "derecha", que además se hizo millonario. Y ese” prodigio tecnológico es poco, comparado con las computadoras cuánticas y proyectos como el “Blue Brain”, cuyo rezago inevitablemente ascenderá en ordinales el tercer mundo. 

¿Por qué  ser pasivo y no activo en esas grandes, auténticas y eficaces revoluciones culturales?, como la que lideriza el Sr. Elon Musk, quien se cargó a los grandes consorcios de servicio del Internet  y  W.W.W, con un proyecto satelital "rural y marginal", que por ser la aventura de un loco apostando por las vísceras y no el lomito del negocio, lo dejaron solo, y ahora no hallan cómo detenerlo, ante el anuncio de velocidades de conexión proyectadas del orden de Gbps.

Lo mismo ocurrió con el proyecto Tesla, de autos con motor eléctrico. Un golpe al hígado a los tres grandes del ramo, que les derrumba el gigantesco negocio de los repuestos; radicando la lucha en la sobrevivencia; pues el síndrome Kodak los aterra. Sencillos, eficientes, no contaminantes y bajando de precio. Se estima que para el 2030 la mayoría de los vehículos ensamblados serán eléctricos y de exclusiva circulación en muchos países.

La energía no se crea ni se destruye...
Reza el principio por el cual la “recarga” de las baterías de los vehículos con motor eléctrico resulta tan obvia como la reducción sustancial en la emisión de gases tóxicos al medio ambiente. Radicando precisamente allí el problema tecnológico a resolver, sobre el sustrato ético racional en que se posibilita el libre albedrío, y en cuyo ejercicio el ser humano persiste en apostar al control del desborde y no al reencauce.

Pies en tierra.
El nuevo reto inicia la sustitución de los hidrocarburos como fuente de energía para los vehículos automotores. El beneficio: El mejoramiento significativo de las condiciones de vida y salud de las personas y del equilibrio medioambiental, por  la reducción drástica de la emisión de gases tóxicos a la atmósfera; además de la baja significativa del consumo energético, debido a la mayor eficiencia intrínseca del motor eléctrico. El costo: Aunque saliendo barato, por ser el daño ambiental mucho menor que los beneficios, necesariamente siempre lo habrá: Incremento o generación de nuevos contaminantes (baterías, aleaciones etc.), requerimiento del perfeccionamiento y o desarrollo de nuevas tecnologías para la producción de la energía de recarga de las baterías de los vehículos; las cuales, en contrapartida, serían aprovechables en diversas  aplicaciones domésticas, comerciales e industriales; despuntando, por ahora, la “pila de combustible de hidrógeno”.
Mientras tanto, que los países productores de litio, como Bolivia, aprovechen el valor extraordinario de sus recursos minerales y lo “siembren” en desarrollos productivos sustentables.
 

Sustitución de los hidrocarburos como fuente de energía para los vehículos automotores.
Buena nueva para las sociedades y países del mundo; y mala noticia para los países dormidos en los laureles de sus reservas y cuyas proyecciones productivas de hidrocarburos hubieron contado con vivir durante al menos dos centurias de las rentas por el sustento de millones de fumarolas andantes...

Entre plantas nucleares te veas.

A mediados del siglo XX se proyectaba que hacia esta actualidad aproximadamente el 80% de la energía eléctrica sería generada por centrales termonucleares. Empero, esa apuesta, tan optimista como despreocupada, cuando no irresponsable, ha venido decreciendo hasta la tolerancia desconfiada y cautelosa respecto del 10% de la energía de ese tipo que se produce hoy; debido, ciertamente, al problema creciente de la eliminación de los desechos tóxicos radiactivos y a la cadena de incidentes, accidentes y desastres inminentes, contenidos, controlados y ocurridos, que han iniciado la concientización mundial acerca de la responsabilidad ético-moral-racional en el desarrollo, uso, aplicación y efectos de los productos tecnológicos, signada mediáticamente, entre otros, por la publicación del libro “Primavera Silenciosa”(1968), de Raquel Canson, y planteada institucionalmente por las reflexiones y directrices de la “Conferencia del Milenio”(2000).

El demonio los inspira y ellos se juntan.
Ante el hecho irrefutable de que las plantas térmicas generadoras de electricidad por fisión nuclear constituyen una calamidad para la humanidad, y dada la reversión mayoritaria de la apuesta por esa tecnología; la mala noticia es que los mismos autores de la tragedia de Chernobil recién han convenido la construcción de una de esas plantas infernales en Argentina. Malos vientos soplan y peores, radiactivos, podrían ventear.

Opciones existen.
Por lo pronto, las pruebas de los reactores por fusión nuclear (sin radiación contaminante) de Estados Unidos- Europa y China han demostrado su posibilidad técnica, quedando  por transitar el proceso, nada sencillo, de su viabilidad industrial. Aunque todo indica que nuevas o radicalmente perfeccionadas técnicas de producción de energía habrán de desarrollarse, sobre todo en relación con la energía solar, merced a los nuevos materiales como el “grafeno”, cuyas asombrosas posibilidades tecnológicas apenas se avizoran.

“No me apuren que yo llego”
Pareciera decir el ser humano en cuanto a su responsabilidad racional, moral y espiritual para con su existir. He ahí su paradoja existencial: Aprender a vivir mientras muere, y morir cuando ha aprendido. De allí que la imperfección existencial del ser humano sea virtud, en cuanto expresión del grado de conciencia y movimiento hacia la perfección posible.

Resultando, por ello, asombrosa la aventura existencial del homo sapiens. Siendo ese el prodigio de un ser cuya racionalidad, o capacidad de comprender la realidad y comprenderse en el mundo, expresa en sus pliegues y repliegues los intentos, aciertos, errores, logros, fracasos y, principalmente, los aprendizajes respecto de un acontecimiento existencial que responde al mismo principio de conservación de energía que motoriza al universo, y que en conjunto con la expresión probabilística entrópica que acarrea, caracterizan al obrar tecnológico humano: su necesaria instrumentación y desarrollo, y la ventura creadora hacia las opciones desplegadas.

Es decir, de suyo el quehacer tecnológico tiende a exceder los linderos racionales y morales de la necesidad  y posibilidad. Siendo ese el dilema de la contemporaneidad: Negar la realidad histórico evolutiva, proponiendo asepsias y regresiones sociales imposibles; o asumir la responsabilidad de su humanidad desde un criterio realista y eficaz, sobrellevando lo que histórica y evolutivamente es, proyectándose hacia la mejor opción del porvenir, y esencialmente, si-en-do en la plenitud posible de su actualidad. Derecho Humano fundamental y logro político sublime que ha invertido el leitmotiv de la convivencia humana: La sociedad, nación, patria y cultura al favor del ser humano individualizado, y no el ser, “colectivizado” y extraviado en su auténtica humanidad, al servicio de una sociedad, nación, patria y cultura escribientes y protagonistas de una historia antihumana.

Hacer o no hacer. He ahí el dilema.
De decires y cifras se pueden abarcar cientos de folios, cuando mucho, testimonios  de lo que pudo haber sido y jamás será.
El problema del desarrollo y uso racional y ético de la tecnología es de la acción concreta, real, eficaz y sobre todo sensata, para no caer ni en quejaderismos ni utopismos ni distopismos ni en demagogia, ni en  las contradicciones de los que despotrican y combaten radicalmente la tecnología mientras la usan, se benefician de ella y hasta les adeudan sus existencias a sus bondades.

Siempre ha sido así.

Durante el siglo XIX la escasez del “guano” proyectaba grandes hambrunas, el incremento de las guerras por su monopolio y un porvenir desolador a las generaciones de la centuria siguiente; sin embargo aparecieron los hidrocarburos y la síntesis de fertilizantes, el mismo guano por carambola tecnológica, incrementándose la producción de alimentos en calidades y cantidades en “salto cuántico” respecto de cualquier proyección.

También iniciando el siglo XX, el consumo del recurso maderero auguraba escenarios catastróficos hacia sus finales; empero surgieron los plásticos, sintetizados a partir de los gases hidrocarburos, aliviando la carga ya insostenible para el ecosistema; aunque, lógicamente, creando un problema nuevo de contaminación y el respectivo llamamiento a su solución.

Si algo ha caracterizado a la humanidad, es dar el salto al otro lado cuando el abismo de la extinción comienza a abrirse a sus pies. Así ha sorteado el destino ineluctable que le persigue, posibilitando su asombroso logro evolutivo.

He ahí la cuestión ante el problema del consumo energético: Al menos posibilitar esos saltos, abriendo espacios para los siguientes y acumulando los beneficios colaterales y remanentes.  El logro será, como siempre, el de la  mejor sobrevivencia; no solamente a las causas o factores externos al ser humano, sino también a los hechos propios de su imperfección evolutiva, que también cuentan a los fines de una extinción que, como la muerte, en certidumbre le despreocupa y en inminencia lo agobia.

Como siempre, echa las cartas con su destino el ser humano. Hasta ahora ha corrido con suerte, y aunque las probabilidades se le estrechan, proseguirá apostando a que el comodín de su inteligencia lo mantenga el filo de la navaja de su sobrevivencia.

Estando claros.
Haya sido como sea y resultare en lo que fuere, el prodigio existencial humano es indiscutible. Siendo también irrefutable que esta actualidad histórica evolutiva, ofrece la mejor perspectiva que jamás haya tenido la existencialidad de ese ser cuya cualidad fundamental es la imperfección; mejor dicho, el transitar caminos, buscados, hacia horizontes, intuidos, de virtudes racionales y morales, aspiradas, cargando a cuestas el costo del aprendizaje, su patrimonio, que aun  imposibilitándole el andar, extinguiéndole, en el momento que fuere expresará la plenitud de un existir siempre actual y eternamente posible.

Y es desde esa reflexión donde debe iniciar y cimentarse cualquier acción y planteamiento político y sociológico, para no terminar en ineficaces, torpes, absurdos y contradictorios acometidos, que resultan, o  en luchas absurdas contra molinos de viento, o en el exterminio del otro para acabar males propios, o en las consabidas quejaderas, llorantinas y golpes de pecho tercermundistas.

Prosiguiendo así el ser humano su paradoja existencial, hoy, cuando el desarrollo tecnológico descontrolado amenaza gravemente el equilibrio ecológico del planeta, y las armas de guerra son capaces de aniquilar no sólo su especie sino la vida toda; es cuando mayor es la posibilidad de vivir su existencialidad a la plenitud evolutiva.

Políticas realistas, conforme a la verdad histórico evolutiva del ser humano, hacia la plenitud existencial posible del individuo y la sociedad y en concreción del derecho natural fundamental que caracteriza la extraordinaria complejidad y eficacia de la política actual: El derecho de ser. Es el reclamo de la contemporaneidad.


Javier A. Rodríguez G.

martes, 1 de febrero de 2022

EL METAVERSO EN DOS CLAVES

 


Toda obra tecnológica es expresión de la posibilidad, en plenitud siempre actual, del quehacer humano. Desde aquellas rudimentarias herramientas de sílex, el dominio del fuego y el instrumental básico subsiguiente, se fundamentó la progresividad del obrar con el que el ser humano ha allanado los senderos de su extraordinario emprendimiento existencial, del cual una de sus posibilidades es el estatus tecnológico que ostenta la sociedad contemporánea. Progreso que no implica, al modo renacentista cartesiano, una perspectiva finalista, conclusivamente necesaria; sino la ampliación probabilística de objetivos, opciones y posibilidades; de cuya elección, disposición y aceptación se construye la cultura tecnológica.

Hasta hace un siglo el quehacer tecnológico, fundamentalmente práctico-empírico, desfasado de su entendimiento y comprensión científica,
respondía a dos premisas que le informaban la virtud de su instrumentalidad: justa utilidad y sana necesidad. Empero, con la industrialización de las sociedades, el dominio científico de la tecnología y el forjamiento interesado de teorías como la del valor, en principio usada dolosamente para abrogar del obrar tecnológico la virtud, el bien, la utilidad y relativizar lo justo, ético y moral, al propósito de mutarlo culturalmente de medio a fin.

Ahora, es necesario comprender que todo obrar tecnológico, aunque afecte al ser humano, su hábitat  y ecosistema, evolutivamente es válido, en cuanto posibilidad de lo posible; incluso si extinguiere nuestra especie y hasta la vida en el planeta. Puesto que el problema del desarrollo tecnológico se despeja esencialmente hacia la comprensión del libre albedrío, cuya plenitud se alcanza dentro de los linderos de lo ético-moral, justa racionalidad y necesaria espiritualidad.

De esa forma, por ejemplo, el estatus de la actual tecnología de las comunicaciones es expresión probabilísticamente necesaria de una intención que iniciara con los mensajes de palabra, de humo, sonoros y escritos: Allanar los obstáculos que dificultan o imposibilitan de cualquier forma la comunicación entre los seres humanos, en toda expresión y posibilidad. Igualmente, la cinematografía, y sus iniciales rudimentos, como el biofonógrafo, de los Lumiere, el” séptimo arte”; patentiza una posibilidad hacia la concreción del sueño del que escuchaba la Iliada en voz de Homero: haber presenciado y vivido la epopeya. De ahí la magia del cine, el absoluto de Hegel, la imaginación hecha realidad. Y ni hablar de las actuales tecnologías en ciernes, de la construcción virtual holográfica de realidades imaginarias o históricas, que anuncian posibilidades de expresión artística, literaria, histórica, científica, humanística y cultural maravillosas, delirantes hasta hace poco.

Hasta aquí, conformes con sentido irreversible de la evolución, todo ello sería asumible sin mayores traumas, conflictos o contradicciones, que no sean de adaptabilidad, de prefencia por tecnologías tradicionales o la tergiversación y mediocridad de los contenidos.

El problema radica, como se ha dicho, en el traspasar las demarcaciones éticas, morales, racionales y espirituales, hacia la alienación del ser a una realidad inexistente, en sociedades ficticias pero reales y mundos imaginarios pero ciertos, y lo peor aún, la expropiación del ser; hacia la posibilidad de un neo-vasallaje a los designios de un “Sr. Virtual”, creador de realidades, verdades, falsedades, paz, guerras, vidas, muertes y resurrecciones; un dios pretaporté creando realidades y mundos a pedidos.

Es precisamente hoy, cuando la concepción de la realidad ha alcanzado niveles inimaginados de abstracción, merced a teorías como la de la relatividad, la "contradicción" delatada por la naturaleza de la luz, el desvelamiento del impredecible, incierto y entrelazado mundo cuántico, más la virtualización exponencialmente creciente hacia el establecimiento de la filosofía-ciencia, socio-política, axio-cultura del Metaverso; se impone, más que nunca, la preservación de la "realidad auténtica";  por la cual  es y en la que es el ser, y que, aun bajo el supuesto que resultare una farsa cuántica, y por ende también falso el ser; aún así continuaría siendo la auténtica falsa realidad, con seres falsos en un universo falso. Valga decir, no existe opción: El único substrato existencial “real“ del ser humano, está donde se conforma el polvo del que se constituyen y el que terminan sus huesos; donde intuye, descubre y nutre su ser espiritual con la virtud de la justicia, igualdad, libertad, amor, paz y felicidad; donde la racionalidad sustenta el soñar; y en donde se le plantea en propósito de fe la necesidad de Dios.

Ahí es donde debe concentrarse la acción pedagógica: La preservación del ser, desde la conformación de un sustrato ético-moral, racional y espiritual, que mantenga dentro de los espacios de utilidad y justa necesidad la tecnología del Metaverso. Siendo que la libertad individual y social en el porvenir, será la medida de la autonomía del ser respecto del mundo virtual del Metaverso.

 

EL METAVERSO EN OTRA CLAVE.

Cuando aquel torpe homínido agregó el azul al cielo y lo hizo hermoso, despertaba en conciencia a la realidad; bajo el hermoso cielo azul, en la infinitud del universo ahora podía soñar.

De palabras el habla, de versos el pensamiento, de entretejidos, la prosa, la literatura de enojados, jocosos, conflictivos, enlutados, sufridos y enamorados. De ciertos la ciencia, de razonados la filosofía; y de canciones, los amores, las penas y dichas del alma mía.

Del verso lo real, la realidad, del universo; del converso la paz; protección, del anverso; del reverso lección; del metaverso ilusión, y de la conciencia del verso la verdad del universo.

El Metaverso es Cervantes, andando en rocinante contra los molinos de viento de quijotes cuantificados. Es la negación de libertad y expropiación del ser, hacia el simple pertenecer a un mundo virtualmente manipulado.

Ante la realidad del Metaverso, la preservación del ser racional y libre,; para no vivir en ilusión enajenado de la realidad, ni morir en la realidad sin haberse atrevido a soñar.

Hermoso cielo azul
que tus lágrimas derramas,
de luto por la virtud,
en duelo por las almas.

Vierte tu radiante luz
en la conciencia extraviada.
A la razón, añil de horizonte,
A la libertad, celeste de esperanza.
Y amplitud dadle al pensamiento,
desde la hermosura de tu azul
hacia la infinitud del universo.


Javier A. Rodríguez G.

EL HUMANISMO SOCIALISTA