miércoles, 15 de enero de 2020

COMENTANDO A MARX Y EL MARXISMO






Es recurrente el error de converger en un personaje las causas de los acontecimientos históricos; sobredimensionando sus posibilidades reales  y, sobretodo, soslayando, cuando no despreciando, el real acontecer histórico; imposibilitándose así el correcto aprendizaje de la experiencia histórica.

Así Marx, es sujeto y objeto de su momento  histórico. Un hombre que tratando de comprender los mecanismos de la economía en las sociedades de su tiempo,  terminó gestando una obra que de una  u otra forma  sería en adelante un factor principalísimo en la conformación de las sociedades humanas.

En ese sentido, Marx fue una marioneta de la historia, que, igual que el ser humano, pareciera blandir espadas contra su propio cuello, para liquidar sus propios demonios.

Marx existió porque así también es el ser humano; los que lo configuraron históricamente; los que él expresó en su obra; los que luego manipularon y prostituyeron su pensamiento, haciéndolo chivo expiatorio de sus fracasos; los que han sido subyugados  por su utopía, los que han padecido las atrocidades de la égida marxista; los que lo adoran y los que lo aborrecen.

Marx fue un extraordinario científico, autor de una genial obra fundamental a la teoría económica contemporánea; pero con una inmensa carencia espiritual, que no le permitió mirar al ser humano más allá de la falaz supremacía materialista que pretende avasallarlo, no pudiendo contemplar el maravilloso panorama de su libertad de ser, que no es la actual, ni el reducto de la contingencia existencial, sino la posible, proyectada  hacia un plano existencial  espiritual donde alcanza su plenitud; un ser humano desde cuya intimidad existencial se gestan los hechos y manan los procesos que confluyen  en el torrente  histórico de una sociedad en evolución no en síntesis contradictorias ineludibles, sino en complementariedades de diferenciaciones necesarias;  una institucionalidad social que al contrario de oprimir al ser humano, lo posibilita existencialmente; una sociedad que no es Bastilla a derribar, sino un espacio de libertad tan grande y posible como la fe del ser humano.

DE HEGEL A MARX
No puede estudiarse a Marx ni comprenderse el marxismo sin tratar a Hegel.

La razón de Hegel es un absoluto  histórico del que participa el sujeto, construida  desde sí misma en función de una realidad estructuralmente contradictoria que le es ajena, la cual ella la aprehende y resuelve en síntesis por acción de la conciencia; y por ende, con la capacidad de erigir su propia realidad, su propia historia, su propio mundo; ser ella misma Dios.

Empero  en ese proceso algunas naciones se rezagan y otras alcanzan las cumbres de la racionalidad. Ese es el caso de la nación alemana, para el tiempo de Marx  racionalmente encumbrada y  con el privilegio y facultad evolutiva  de  cambiar y hasta troncar de tajo el desarrollo histórico, de imponerle al mundo  el constructo racional de su mundo superior…

De esas aberraciones y absurdos conceptuales  vienen Nietzsche,  Heidegger  y por supuesto,  Marx.

De esa forma, Marx emponzoñó de inviabilidad absoluta su planteamiento ideológico, con una falaz  “lucha de clases”, que no es sino la confrontación del ser humano contra el ser humano; pretendiendo finiquitar la historia, aniquilando así la expresión existencial que posibilita al ser humano; resultando en sociedades  ostentando un bienestar que no vive, presumiendo una libertad que no se siente y debiéndose a unos ciudadanos que no existen. Eso es el marxismo.

EL  MARXISMO
El Marxismo es una ideología política construida en función de la contradicción entre el planteamiento político de Marx, asumidos como verdad, más las desastrosas resultas de una praxis condenada desde su genética al fracaso.

Empero, también el marxismo resulta en sujeto y objeto de la historia. No existiría el marxismo si no hubiese un sustrato social que lo posibilite y justifique.; expresado política y económicamente por el liberalismo capitalista o Capitalismo.

Así pues, el marxismo se gesta como una contradicción, en respuesta necesaria  y urgida a la desbocada voracidad del Capitalismo;  por lo que su fortaleza es razón directa de la aberración de éste. Por ello, un arma eficaz contra el marxismo radica en la moralización del capitalismo. Porque la acción política sensata  llama institucionalmente  a civilizar al capitalismo y domesticar  al marxismo, en sus diversas expresiones; en tanto de construya una alternativa política viable a la coexistencia humana en sociedad.

Así las cosas, la maldad  del marxismo  radica en la tara genética que arrastra: La absoluta inviabilidad política. Ello principalmente por despojar al ser humano de sus haberes existenciales más preciados: su espiritualidad, su moral, su fe, su ser posible y su libertad de ser; haciéndolo presa de un materialismo que determinándolo, lo inviabiliza existencialmente.

La maldad del marxismo no es la de un sujeto, ni la de una obra intelectual, ni siquiera  la resulta de sus primeras intentonas; sino el persistir en su implementación política, aún bajo esquemas edulcorados, a pesar de las atroces lecciones de su praxis. El peligro no está en las obras demonizadas sino en los demonios obrando.

La maldad del marxismo deviene también de toda la circunstancialidad y factores sociales  que lo validan.

La maldad del marxismo radica, además,  en la paradoja de uno sujetos  que buscando  liberarse  de una  alienación histórica, terminaron alienados, o disociados cognitivamente, a una ideología falaz, y arrastrando las naciones a los infiernos de la más absurda existencia.

DIFERENCIAS ENTRE EL MARXISMO Y  EL CAPITALISMO
-El capitalismo fomenta, cultiva y explota el egoísmo, en cuanto expresión primaria del ser individual e instrumento evolutivo inmediato a la preservación de la especie, en mengua del ser social y solidario.
-El marxismo fuerza hacia una solidaridad, entonces, insustanciada del ser individual; y por ende, opresora del ser humano.

-El capitalismo es naturalmente clasista; limitándose a fomentar y explotar la natural tendencia evolutiva de la sociedad para seccionarse y estratificarse en diversidad de expresiones existenciales; condición remanente de su evolución tribal.
-El marxismo es estructuralmente elitista; merced a un grupo de sujetos privilegiados, por la historia y la razón, para llevar a la sociedad hacia la concreción de la utopía comunista.

-El capitalismo crea espacios inmensos de libertad, sin referenciales morales, éticos ni teleológicos; haciendo al ser humano presa de su libertad.
-El marxismo acorrala al ser humano en los reductos materialistas de su libertad, avasallándolo a la sociedad; negándolo existencialmente.

-El capitalismo por sobretodo conforma una poderosa maquinaria productiva.
-El marxismo hace bandera la reivindicación social, mientras la estructura productiva se derrumba cual cadena de naipes, pues el marxismo es intrínsecamente improductivo.

-El capitalismo es fundamentalmente pragmático; capaz de mutar, camuflarse, simbiotizarse... con flexibilidad pasmosa, sin desnaturalizarse.
-El marxismo es fundamentalmente dogmático; se resiste al cambio, y si lo hace, se desnaturaliza, neutralizándose o pervirtiéndose en mayor horror...

-El capitalismo es una estructura ideológica abierta; capaz de conjugar desde las expresiones más atávicas y sórdidas hasta las más evolucionadas y sublimes del ser humano, en función de su propósito. Ello constituye su talón de Aquiles; vulnerabilidad que posibilita su transformación desde adentro, perfeccionando su institucionalidad en concepto, método, estrategia y acción.
-El marxismo es un sistema ideológico cerrado, autárquico, fundamentalista y absolutista.

EL CAPITAL
El Capital desveló el funcionamiento  de la estructura  económica con sus nuevas categorías sociales, ponderándolos en su condición de justicia respecto del ser social. El error de Marx fue metodológico, al no separar la obra científica de la especulación filosófica. Y además, al tomar el portentoso pero naufragado pensamiento de Hegel –tal vez con resultas históricas más perversas que el de Marx-,  para  pretender finiquitar de tajo la historia, y con ella a las sociedades y al ser humano; en un absurdo ideológico que no tiene cabida sino en una sociedad  también de absurdos.

El Capital tiene más de un siglo protagonizando, de la forma que sea,  la historia de las sociedades.

El Capital aportó a las sociedades un criterio fundamental: la solidaridad social, en cuanto acción política; ciertamente bajo óptica tergiversada, pero aun así con un valor de contraste  que de algo habría de servir ante  lo que constituye el leitmotiv del Capitalismo: el egoísmo institucionalizado.

También el Capital constituye evidencia de lo pernicioso de los sistemas filosóficos cerrados, que pretenden abarcar con las manos todo el complejísimo entramado  de la existencial dad humana; pero que en su alcance real quedan restringidos al radio de la extensión de sus brazos: solamente a un paso;  al ritmo de marcha de la historia.

Sea como fuere, El Capital, ya sea en empolvada biblioteca o en reluciente sitio web, siempre estará allí como una obra esencial al conocimiento; para recordarnos nuestras virtudes y miserias humanas,  y que la racionalidad sin la sustanciación moral y espiritual, resulta en la peor pesadilla para el ser humano y sus sociedades.

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