jueves, 30 de agosto de 2018

ACERCA DEL CAMBIO SOCIAL


En las sociedades el cambio evolutivo se gesta entre tres fuerzas: La que pretende llevarlo más allá de sus posibilidades reales, la que por inercia trata de mantenerlo anclado al paradigma que la sustenta, y la que equilibra las fuerzas contrapuestas, fincándolas en la realidad, que jaloneada a uno u otro extremo siempre, siempre, termina por imponerse.

Porque el cambio es fundamentalmente un estado de conciencia. Pero no se trata solamente de la conciencia de la necesidad y ni siquiera de la acción hacia el cambio, sino de la conciencia de su cualidad evolutiva y amplitud política y sociológica. Es decir, un estatus que trasciende la voluntad para constituirse en ubicación sinérgica y holística respecto a un todo en fluir perenne, en cambio constante pero inmutable en su ser esencial. Un todo en continua transformación desde la amplitud y plenitud probabilística de lo posible, y por ende, para cada objeto, para cada acontecimiento no existe novedad respecto a los demás, ya que sus actualidades carecen de referencialidad que las ubique respecto del otro; valga decir, para ellos el cambio no existe, permaneciendo sumidos en un presente efímero que es la única realidad posible.

Siendo precisamente la ubicación respecto del presente huidizo, cuasi intangible pero cierto, referenciado hacia un pasado inexistente pero expresado casuísticamente en cada actualidad, y un futuro cuya incertidumbre expresa la proyección probabilística de cada presente, lo que cualifica el cambio, lo que le da volumen existencial y sentido, coherencia , pertinencia y proporcionalidad evolutivas.

Considerando el cambio de esa manera, lucen profundamente torpes los criterios políticos que se ubican en uno u otro extremo de las fuerzas, aún en la equilibrante del centro, pues la acción política eficaz debe responder a una fórmula cuyo resultado las integre a todas, en sus variables fácticas, en un valor evolutivamente acertado, y por ende eficaz.

Empero, como el actual estadio evolutivo no le alcanza al ser humano para comprender ni actuar frente al cambio en toda su magnitud existencial, limitándose a planteamientos teóricos sesgados hacia un aspecto del cambio, entonces su ser social evolutivamente ha dado en el clavo, conformando una razón natural institucionalizada, a partir de la cual el abordaje del cambio se hace desde un acontecimiento colectivo, mejor dicho, colectivizado hacia un propósito en común: el buen vivir en sociedad.

De esa manera se armonizan e integran todas las tendencias ideológicas de la sociedad desde sus perspectivas particulares respecto del cambio, hacia el acontecimiento sinérgico que impulsa evolutivamente al cuerpo social; el cual, forzado ya sea a los extremos contrapuestos o al centro equilibrante -pero también a veces anquilosante- siempre tiende a su punto de mayor equilibrio, que no necesariamente es el centro, porque ese centro o punto equilibrante es tan relativo como lo son sus extremos. Es decir, el ser "conservador"," liberal" o "moderado", se va correlacionando en cada circunstancia evolutiva; de manera que el hoy "conservador" pudo haber sido otrora fanático "liberal ", así como el más "convencido" revolucionario actual, generalmente deviene en rancio "conservador" de su estatus quo.

Contrario a lo que generalmente se plantea, lo que impulsa la evolución social no es la confrontación de esos factores, sino su integración, pues al final todo resulta en el mismo ser humano y en la misma sociedad. Porque, si el "liberal" le es "útil" a la sociedad por propiciar el cambio, por pretender lo aspirado; no lo es menos el "conservador", por "defender" lo logrado, lo tangiblemente cierto, y por ello, la única verdad socialmente válida. O, visto de otra forma, cabría plantearse, si el cambio responde sólo al impulso de los "liberales", como ellos propugnan, entonces las sociedades solamente deberían existir  "liberales", siendo ellos el factor motorizante del cambio, y además ¿de dónde salieron los "conservadores y qué fuerza los sustenta socialmente? El control del poder, dirán algunos; pero aún bajo ese falso supuesto, si en algún momento ese poder resultase controlado por el factor "liberal", entonces  sería obvio que nunca más volverían a existir en esa sociedad las fuerzas "conservadoras", pues siendo éstas opuestas al cambio, a la evolución social, entonces por elemental inercia les estaría negado siquiera el resurgir en la sociedad. Empero, la historia de la humanidad y de las sociedades humanas enseña todo lo contrario: Conservadores, liberales y revolucionarios al final expresan al mismo ser humano.

Ese es precisamente el grandísimo problema para quienes se plantean el cambio evolutivo social únicamente desde su perspectiva ideológica, pretendiendo extirpar las fuerzas sociales contrapuestas, que aún en giros de 180 grados, al final siempre se regeneran, terminando esas ideologías con el destino de Sísifo.

La francesa es el ejemplo arquetípico del destino de las "revoluciones" o cambios desbocados en las sociedades. Junto con las testas del Monarca y su cohorte, se cortaba también de tajo una forma de organización social, de estructuración política, un paradigma de existencia en sociedad. La igualdad, libertad y confraternidad pronto evidenciaron la ausencia de la justicia y de lo principal: de la racionalidad, de la auténtica conciencia del cambio. Así, más luego que tarde el propio "proceso revolucionario" en lo interno se vio enfrentado a las mismas fuerzas sociales que hubieron troncado al tajo de la guillotina, terminando literalmente matándose los unos a los otros; desbrozando así el camino para la ascensión al poder de un orate ególatra y el establecimiento de un imperio más absolutista que el decadente que enfrentaron. No obstante el cambio social, replanteado luego de la lección histórica, resulto inmenso para la sociedad gala, pudiéndose decir que a partir de allí todo el acontecer político no fue sino la transición hacia el establecimiento de la república francesa, que no expresaría ni a unos ni a otros, pero sí a todos.

Y de la rusa ni se diga. Revolución burguesa campesina antimonárquica forzada a revolución obrera comunista. Un poco más de sesenta años bastaron para se derrumbara todo el mamotreto burocrático privilegiador  con el que pretendieron aniquilar las fuerzas que motorizan el cambio social, negando la evolución misma. 

En cuanto a nuestra revolución independentista. Hija bastarda de la francesa. Burguesa de origen y degenerada en guerra civil, en tregua convenida en gesta libertaria, concluye en la regeneración o el simple reacomodo de las fuerzas del cambio social. Retahíla de caudilluelos o "monarquitas" locales que expresaban la herida a muerte de sistema político y el inminente parto de la república venezolana.

Otro caso patético es el de la revolución cubana. Movimiento liberador independentista mutado manu militari a revolución comunista "marxista-leninista". Aniquiladas las fuerzas conservadoras y moderadas, merced a proscripciones y fusilamientos como arroz, expatriaciones a diestra y siniestra y encarcelamientos en cambote; proscripta la propiedad privada, expatriado el capital, muerto el libre comercio, engrillada la libertad de prensa, de culto y hasta la de pensar; no había obstáculo para el establecimiento del Estado comunista cubano. Medio siglo después la historia les restriega en las faces su craso error: pretender imponer un sesgo ideológico a la realidad evolutiva; que no absuelve ni condena, pero siempre termina imponiendo su verdad.

En cuanto a la triste y trágica actualidad de nuestro país; mejor ejemplo imposible del errado abordaje del cambio social por parte de los actores políticos, y de las consecuencias de destruir la estructura institucional que lo  posibilita en sus justas dimensiones y sensata pertinencia.

Para el año 1998 indudablemente el país exigía un cambio de rumbo político, una nueva ética de su existir institucional, la revalorización moral de toda la estructura social, la reespiritualización de sus seres humanos, el reencuentro del ciudadano con su identidad cultural, que lo aglutinase en un proyecto de común de existencia, alejando así los fantasmas acechantes de la confrontación civil.

Con el sistema político en degeneración progresiva hasta los límites de lo intolerable y con la dirigencia política incapaz de reaccionar ante ese estado de cosas, de comprender el cambio y la circunstancia evolutiva, la mesa estaba servida para que los ciudadanos sometiesen cuasi incondicionalmente su voluntad a la de quien les ofreciese salir de ese atolladero histórico en el cual se encontraban. Y efectivamente resultó así. Un gobierno con amplia y consistente mayoría sirvió para pasar los temporales que presagiaban la confrontación civil definitiva.

El problema se presentó cuando el gobernante evidenció no comprender a cabalidad su circunstancia histórica y las nuevas exigencias de la dinámica del cambio social.

Así pues, para el 2007 ya la sociedad venezolana exigía el fortalecimiento institucional que restituyera a sus justas y eficaces expresiones las fuerzas sociales del cambio, que la librase de la hegemonía del caudillo o "gendarme" político, necesario y útil para la etapa recién pasada, pero ya torpe y anquilosante a la eficacia política de la sociedad. Cuestión entendida perfectamente por el gobernante, al proponer la renovación, rectificación y reimpulso del proceso político que lo sustentaba; empero sin comprender que la principal renovación que rectificaría y reimpulsaría definitivamente la vida social del país, pasaba por su distanciamiento discreto de las riendas del poder, para abrir paso a una forma conceptualmente más evolucionada y eficaz de la institucionalidad, reequilibrante de las fuerzas del cambio social a una posibilidad más pertinente, justa, pacífica y viable. 

Lógicamente resultó imposible semejante grado de desprendimiento y comprensión del fenómeno del cambio social, en un gobernante, como todos, adicto al ejercicio del poder político. Resultando al final en simples cambios cosméticos tendentes a sustentar un sistema político ya en mora con la realidad y exigencias evolutivas de la sociedad.

Pero como las desgracias suelen implicar oportunidades evolutivas; la desaparición física del gobernante significó en ese momento un punto de inflexión del proceso político y una oportunidad de oro para reinstitucionalizar el país. Lamentablemente no fue así, pues los continuadores incurrieron en el error de pretender iniciar una saga de gobernantes calcados al carbón del líder fundador; aspiración y acción de lugar común tras el finiquito histórico de gobiernos fuertes personalistas de corte caudillezco.

Lo demás lo hemos sufrido todos los venezolanos. Una parcialidad política cada vez más reducida asumiendo para sí el cambio social, y el resto mayoritario de la sociedad desguarnecido políticamente, sin dirigencia política capaz de comprender y adecuarse a la dimensión y exigencias del cambio social. Unos factores políticos de la oposición totalmente  desfasados de la realidad social, que bien pudieron, con unión, coherencia y sensatez, cortar por lo sano en las elecciones del 2013 las pretensiones continuistas de los legatarios del caudillo fallecido.

Hoy nuestra sufrida patria padece los embates de una ideología falaz. Tomadas manu militari todas las instancias institucionales sobrevivientes, el venezolano se encuentra acorralado en su propia patria. Disgregadas las familias, mellado en su dignidad el ser humano y cundido de desasosiego el ciudadano, los augurios para la patria de Bolívar son malos, muy malos.

Todo debido a la falta de comprensión del complejo mecanismo del cambio social. Lo cual es tan fundamental, que se puede decir que los países "desarrollados" lo son por el grado de de acierto de su acción política respecto de ese mecanismo. Dicho de otra forma, lo que posibilita el desarrollo eficaz y sustentable de un país es su capacidad para conciliar las fuerzas sociales del cambio en función de un proceso histórico en común.

El Mega-Paquete… ¿Chileno?
En sus desatinos respecto del cambio, el actual gobierno continuista acaba de anunciar uno de esos mega-paquetes económicos populistas con los que se pretenden corregir las deudas acumuladas de eficacia gerencial, con "soluciones" providenciales que en el tris tras de dos años coloquen a Venezuela al nivel de potencias económicas como Alemania... conforme lo anunciado por el gobernante. ¡¡Qué barbaridad!! En su debido momento abordaremos el asunto en este blog . Aunque ya comienzan a verse hilachas de los descosidos ideológicos, esperemos a que terminen de ponerse las cartas marcadas sobre la mesa.

Por lo pronto, se vislumbra otro gran error político. No por una u otra medida, que de por sí pudieran ser necesarias y hasta beneficiosas, sino por el contexto conceptual ideológico subyacente, discriminatorio, segregacionista, indignante, parcializado y torpe, que no le permite eficacia posible a la acción del gobernante.

Lamentablemente el actual gobernante presentó como suyas las ideas de sus asesores, quienes permanecen en el más absoluto anonimato, dejando huérfanas semejantes barrabasadas intelectuales; por ahora, porque en los momentos de dificultades, cuando se les comiencen a ver las costuras al programa económico, sus nombres empezarán a relucir como padres de la creatura. Así es la política, la mala política.

Es que no comprende el gobernante que el cambio social es en esencia un acontecimiento cultural, y por ende, amplio, cohesionador, integrador, pertinente y fundamentalmente colectivo; es decir, expresante de todo, todo, el ser social actual e histórico.

Algunos aspectos del paquetazo económico son necesarios y correctos, y evidencian intentos de corrección de algunas cuentas del rosario de disparates comunistoides que arrastran, pero lamentablemente no pasarán de ser islotes en un océano de desaciertos. Porque el problema es el contexto marxista-leninista que enmortecina la acción política del gobierno y le estampa fecha de caducidad.

De esa forma el fracaso de dicho paquete económico está más que cantado; no tanto por las medidas en sí, sino por el precario soporte político. La cuestión radica en el cómo se asumirá socialmente y en el cuánto dejará de aporte a los procesos venideros de reconstrucción nacional. Ojalá que su declive sea lo menos traumático posible y el aporte lo mayor que se pueda.  Ojalá ocurra el santísimo milagro de que una minoría imponga sus criterios a toda la sociedad, sin las consecuencias dramáticas que enseña la historia.

El problema de estas facciones políticas neocomunistas, es que arrastran en su genética ideológica los resabios del idealismo alemán, heredados de Marx: la primacía de la razón y la voluntad por sobre la realidad, a la que configuran, revierten y transforman merced al estado superior de conciencia. En consecuencia, los individuos, las sociedades y las naciones se diferencian por el grado o nivel de esa conciencia suprema, que cualifica más o menos sus voluntades para gestar las transformaciones sociales que determinen definitivamente el destino evolutivo del ser humano, de las sociedades y de la humanidad, hacia estadios transcendentales espirituales racionales o más inmediatos materialistas fácticos. Ello lleva a la conformación de naciones y de individuos privilegiados evolutivamente a tales propósitos, concluyendo, o en "razas" predestinadas o en castas políticas cualificadas históricamente para la transformación definitiva de las sociedades y la humanidad.

De manera que estos grupos neocomunistas se mueven fundamentalmente entre las dos vertientes ideológicas de Marx: La concepción positivista materialista de la evolución de las sociedades humanas, hasta el estadio de la toma de conciencia, en el cual entra la razón y la conciencia y la voluntad a volcar, o re-volcar, la evolución hacia un estatus de "perfección" existencial, el cual, por contradecir las causas generatrices de la razón, conciencia y voluntad, niega al ser humano y por ello se hace imposible, quimera, sueño, pura esperanza y nuevamente en fe, y con ella otra vez en el mismo Dios, cuya negación volverá a ser excusa para que la prepotencia intelectual de los nuevos iluminados privilegiados vuelva a pretender encontrar en la vuelta de la esquina lo que la evolución no logrará en los 5 mil millones de años que le restan de vida al sol, si es que antes al ser humano no lo visita un asteroide o lo sorprende un súper volcán o lo rostiza el calentamiento global o le llega cualquier otra sorpresita, o se autoaniquila.

Así, el destino de esas facciones es tropezar una y otra vez con la misma piedra. No es para menos, si se hacen dogmas semejantes falacias. Al final, los "camaradas" que terminan distanciándose de esas "verdades reveladas" y cuestionando su poder para troncar de tajo y revertir la evolución de la humanidad, ni el beneficio de la duda le conceden y terminan siendo "traidores" de las causas revolucionarias.

La política debe ser trascendentalmente realista. Realista, no sólo por conocer la circunstancia social, sino por fundamentar su acción en la realidad evolutiva del ser humano y de sus grupos sociales. Y transcendental, por fincarse en la realidad evolutiva para proyectarla desde su conciencia, voluntad, conocimientos, ignorancias, valores, antivalores, virtudes, carencias, sentimientos y necesidades, desde su cultura, integralmente concebida, hacia nuevas probabilidades existenciales, que, por eso mismo, por devenir de realidades, siempre podrán ser mejores.

Actualmente, por fin el gobernante a fuerza de porrazos aparenta estar asimilando algunas, muy pocas, de las verdades evolutivas que rigen el convivir humano en las sociedades contemporáneas. Lamentablemente "alegría de tísico" es lo que causan esos anuncios de rectificación, pues pronto el desasosiego vuelve a invadir al ciudadano cuando comienza a padecer los efectos de la ponzoña social neocomunista que contienen. 

Trataron de eliminar a golpe y porrazo la moneda física, y no pudieron. Pretendieron decretar el uso masivo de una nueva moneda virtual, que terminó relegada por la realidad al justo lugar que la circunstancia evolutiva de la economía mundial y la realidad cultural del país le conceden. Han tratado de engrillar la libertad de comercio, para conformar una estructura partido-gobierno-pueblo, que mediante el control y manipulación criminal del acceso a los bienes y servicios, fuerce las conciencias hacia la hegemonía de la ideología; y a cada rato se caen de c...contra el suelo, destino ineludible de alienados vuelos ideológicos. Han intentado por todas las formas posibles erradicar el Estado democrático de Derecho y de justicia -por antonomasia contrario a los criterios fundamentales del marxismo-leninismo- para sustituirlo por el Estado revolucionario, especie de esas "dictaduras del proletariado" que siempre devienen en dictaduras de los privilegiados; siendo ese su más grave error, pues el Estado democrático de Derecho y de justicia es esencialmente revolucionario y constituye una verdad evolutiva al existir de la sociedad, y como tal, siempre termina por prevalecer .

Llama la atención la contradicción entre aquellos gobiernos hegemónicos en países con la institucionalidad casi toda tomada por una facción política, con ostentoso “apoyo popular” masivo y supuesta "prosperidad económica”; y la forma en que terminan sus líderes mesiánicos, escupidos y apaleados en las calles. Porque al final es el saldo en la mella de la dignidad de los ciudadanos y la represión de la justa expresión de las fuerzas del cambio social, lo que se cobra.

Valga el dicho: "Jaula es jaula, aunque sea de oro". Porque la libertad es en sí el mayor tesoro, cuestión que no comprenden los neocomunistas. La conceptualización de la libertad es el talón de Aquiles del marxismo-leninismo, porque desde ella se develan sus sofismas y desmonta el mamotreto ideológico, obtuso evolutivamente, que lo sustentan.

Y hablando de cambio...

¡Me quieren matar, me quieren matar!
Vociferaba el actual Presidente de la República en cadena nacional; y al instante y sin término por la distancia, se contaban por docenas los imputados, acusados y condenados en un solo acto en cadena nacional, extendiendo la responsabilidad penal a familiares, relacionados y amigos, y sin consideración alguna de la relación de causalidad entre las acciones de los sujetos y el hecho. Un verdadero aquelarre jurídico.

Privilegios y eficacia institucional con los que no cuenta el “soberano”, a quien desde hace muuuchooo tiempo lo están matando impunemente, cuando no las balas de la delincuencia y de los cuerpos policiales, la precariedad criminal del sistema de salud, y el hambre, debido a las políticas económicas desacertadas. Amén de su dignidad, que se la tienen ya muy toteadita.

El hecho en cuestión es de suma gravedad, por atentar contra la vida de seres humanos, pero también por el desequilibrio social que expresa. Los ciudadanos defecando en frente de la autoridad y la violencia manifiesta de sectores sociales tradicionalmente pacíficos y de comportamiento cívico, evidencian la falta de canales institucionales para la expresión política democrática de esos grupos. Porque, en política se cosecha lo que se siembra.

Tanto odio plantado en contra de los conciudadanos, de los orígenes de la nación, de otros países, de la cultura occidental, del conocimiento, de absolutamente todo lo que contradiga sus  dogmas, no puede dar buenos frutos.

No puede segregarse impunemente a sectores tan amplios y diversos de la sociedad, solamente por no compartir el proyecto político hegemónico del gobernante. Rociados con lacrimógenas si manifiestan. Perseguidos y o encarcelados los alcaldes y funcionarios públicos que eligen. Anulado institucionalmente su control político del poder legislativo. Insultados, tratados de criminales y apátridas y sometidos por todas las formas al escarnio público, por el solo hecho de disentir y querer expresarse políticamente. Todo ello constituye un sustrato muy fértil de germinación del terror como argumento de lucha, y de allí a su instrumentación sistemática en la sociedad, hay un paso.

Por fortuna para todos el hecho no se concretó. Empero esto apenas comienza, pues ese tipo de sucesos, por sobre sus propósitos inmediatos pretenden rompen una forma de ser y de actuar en política, y fundamentalmente quebrar el precario equilibrio sicológico de los grupos sociales de que se trate, instituyendo el paradigma del mal necesario, del sacrificio por la patria, del héroe o la heroína que se ofrenda a la causa en común. A partir de ahora, los y las Carlota Corday pueden estar en cualquier lugar.

Al final no son sino efectos de la errada conceptualización del cambio social.

Entre disparates te veas.
Y hablando de desatinos; he aquí dos perlitas que denuncian el naufragio conceptual ideológico de quienes hoy gobiernan la patria de Bolívar: El fulano "advenimiento del socialismo" y la mengana “suprema felicidad”; a un término inminente que nunca se concreta, como si se tratara de ponerle un “The end” a la historia, y en adelante todos felices y a comer perdices…

No, el “socialismo” no se concretará jamás de los jamases, así como el capitalismo no alcanzó los linderos y el epílogo que predijera Marx. Es más, en el futuro podrán haber sociedades que de una manera u otra hayan concretado la mayoría de los postulados “socialistas” de la actualidad, y sin embargo mutatis mutandis tendrán también problemas sociales de todo tipo, y en ellas la tirantez del cambio social activará las fuerzas sociales y habrá ideologías y habrá liberales y conservadores y habrá el capital y lo social y sus “ismos”. Empero seguramente habrá también estructuras institucionales más eficaces capaces de un mayor y mejor equilibrio social y de mantener al margen de la vida social los fantasmas de la alienación y radicalismos ideológicos, que tanto padecimientos le han causado a las sociedades humanas en el siglo pasado y en lo que cursa del presente.

Porque las sociedades humanas andan tras de todo pero nunca llegan nada. Es la gran lección de la historia; cada actualidad evolutiva expresa la máxima plenitud posible del cuerpo social, la cual se proyecta hacia el devenir integrando un abanico de probabilidades que constituyen otras realidades. Siendo esa proyección integral de su ser siendo, lo que exponencia la evolución de las sociedades humanas e imposibilita la “cuadratura” a conveniencia de su destino. Valga decir, el actual capitalismo, en comparación con los tiempos de Marx luciría como la utopía socialista, sin embargo hoy se le achacan todo tipo de “perversiones”, mismas que para aquellos no serían más que necedades de solterona insatisfecha, por decir algo. Igualmente, las sociedades del porvenir expresarán nuestra actualidad apenas como un destello de su luz propia, a tal punto que, aunque ineluctablemente estaremos integrados a ella, no nos reconoceríamos en su actualidad, que no sería la nuestra ni la que proyectamos y ni siquiera la que quisimos, sino la que evolutivamente habrán de tener.

En cuanto a la felicidad, ella expresa la magnitud relativa de la conformidad existencial del sujeto, la cual lógicamente es circunstancial; pues es la inconformidad con su existir y la necesidad de ir tras lo posible, lo que impulsa el cambio social y la evolución de las sociedades humanas. De ahí la paradoja de la felicidad: gestada desde el cambio, es en la estabilidad engendrada por la conciencia de permanencia subyacente a su variabilidad, en donde puede manifestarse, encontrársele, hacerse de ella. De manera que el ser feliz es fundamentalmente una condición espiritual, de mirarse integrado sinérgica y holísticamente a un acontecimiento evolutivo maravilloso, y, por ende, de valorar las expresiones sublimes de ser de la vida y del universo, por sobre las contingencias de la dinámica del cambio. Así, puede consumirse miserablemente toda una vida para al final brindar con caviar y faisán; en vez de enriquecer cada día el existir para al final no necesitar ni faisán ni caviar para ser feliz.

Es que si se ponderase el maravilloso acontecimiento de la vida, el ser humano tendría motivos para ser feliz por sobre todas las demás cosas; sin embargo, no solo se sume en desasosiegos absurdos, sino que incluso atenta contra su privilegio de existir. Si se valorasen mejor los gestos de afecto, solidaridad, amistad y las buenas acciones de los otros, se tendrían muchísimas más razones para creer y amar al ser humano, en vez sumirlo en un mercantilismo desaforado o de embaucarlo en “revoluciones” absurdas, que pretendiendo extirparle sus “males” terminan por aniquilarle su ser; que por “humano” no es “perfecto” pero es todo él, y si se lo disecciona, merced a ideologías torpes, se desnaturaliza, perdiendo esa capacidad maravillosa de promediar el impulso existencial que lo perfecciona evolutivamente. Si se mirase a la naturaleza, en vez del entorno al cual dominar y vencer, como el ámbito existencial al cual integrarse y compartir; y si se considerase desde otra perspectiva el significado del estatus evolutivo actual de las sociedades humanas, su grado de organización política y el modus existencial promedio de los seres humanos que comparten este pequeño planeta, entonces se tendrían miles de millones de razones para maravillarse ante semejante milagro evolutivo, ponderando no lo malo que es sino lo mejor que puede ser, y así las acciones políticas hacia el cambio social serían más lógicas, racionales, sensatas, pertinentes, integrales, eficaces y justas.

Porque el punto supremo de convergencia de la felicidad de la humanidad no está al alcance del ser humano desde la plenitud posible de su circunstancia existencial, sino que él es expresión de Dios; por supuesto, quien reniega de él y endiosa la voluntad omnipotente del todopoderoso súper yo, no puede evadir la tentación de sustituirlo, acarreando todos los desatinos que padecen las desafortunadas sociedades bajo el yugo de esas ideologías.   

Las ideologías con sangre entran.
Por todo eso y mucho más, la lección que deja a nuestra patria el marxismo-leninismo es horrenda. Dios guarde a los ciudadanos de otras naciones de caer en manos de su fanatismo delirante. Porque, estemos claros, la izquierda generalmente es muy buena como oposición, pero como gobierno, si se le deja rienda suelta a su fanatismo, resulta pésima administrando lo público, por determinista, finalista, reduccionista, dogmática, prepotente, excluyente, segregacionista, hegemónica, ineficiente y torpe.

La solución para preservar el Estado democrático de Derecho y de justicia de los delirios ideológicos de estos grupos políticos, sin coartar sus derechos a participar en la gestión del Estado, es mantenerlos a raya en estricto respeto de la institucionalidad, porque de otra forma la desmantelan, sumiendo a los países en la peor de sus desgracias. Ello ocurre no por maldad sino porque la destrucción de todo el aparato institucional, de la libertad de producción, de comercio, de prensa, de pensamiento, de credo, de religión etc. es ínsita a la ideología que profesan, pues su estructura funcional es más parecida a la de una secta religiosa que a la de un partido político de un Estado democrático. La trampa, es que todo lo hacen por “amor” y la “suprema felicidad” de un "pueblo " muy abstracto, cuasi esotérico, sin cantidad ni cualidad institucional, pues es lo que ellos dicen que es, hasta donde es y lo que quieren que sea. (Aparte de la alienación ideológica, seguramente influyen en ese comportamiento, las tragedias personales que arrastran esos personajes, de cuando ellos o sus familiares más cercanos se alzaron en armas en contra de la república. Motivo por el cual, muchos  de ellos manifiestan en sus actitudes visos de algún estrés post- traumático muy agudo)

De ahí la necesidad de una segunda vuelta electoral en las elecciones presidenciales; para que los gobiernos se formen con el mayor consenso posible y así evitar que facciones pretendan imponer sus criterios a toda la sociedad, subvirtiendo los valores democráticos y culturales más caros a las naciones. Haciendo de esa forma el cambio social más pertinente, sensato, amplio, eficaz y estable.

Aún más, ya sería hora de avanzar hacia el fortalecimiento del parlamento, con expresiones políticas de todas las minorías del país, con el voto público nominal de sus miembros, con mayores prerrogativas de control de la administración pública, despojando al gobernante de suficientes facultades  como para que ningún mandatario pretenda erigirse en reyezuelo y se limite a ejercer su función gerencial de lo público conforme a los postulados ideológicos que profesa, pero dentro de los linderos institucionales de la nación. Despojar al titular del ejecutivo del control de los cuerpos de investigación criminal, pues es inmoral y contrario al debido proceso, que el presidente de una organización política ordene y tenga injerencia en las investigaciones en contra de sus adversarios políticos. También la Defensoría del Pueblo requiere otra configuración jurídica y la elección por voto popular de su titular, para que" defienda" al pueblo y no a sus mecenas políticos.

No hay bien que por mal no venga
Después de este huracán neocomunista quedará mucho por hacer. Un gran gobierno de reconstrucción nacional es necesario, junto a una Asamblea Nacional Constituyente convocada de forma auténticamente soberana, democrática, sin coacción alguna y limitada a su función, ofrecer a la nación una Constitución que recoja el aprendizaje político social cultural de dos décadas, en una reconfiguración institucional, política, jurídica, sociológica y cultural del país, que exprese con la mayor pertinencia, eficacia y trascendencia posibles, el cambio social que exige la patria nuestra y de Bolívar.

Una gran égida de rescate institucional, ético y cultural de la nación y la patria, que redimirá también a los actores del actual gobierno; porque en torno de ellos se entreteje toda una estructura político social que se nutre de sus disparates, llegando incluso a impedirles cualquier intención real de rectificación.

En definitiva. La realidad social es un acontecimiento cultural y por ende expresión histórica de todo el cuerpo social. Debiendo ser ese acontecer auténticamente colectivo, el asiento de la acción del cambio político justo, pertinente, eficaz y sustentable.



Javier A. Rodríguez G.

EL HUMANISMO SOCIALISTA