Valores Cristianos Vs. "Benefactores"
El texto en negrita es del administrador del sitio, en respuesta a un usuario. El mismo fue "borrado" del post, luego de este comentario, que por supuesto fue censurado.
Comentario de Luis Fernando
Fin al tema del "tirano". Borrados todos los comentarios.
18/04/13 5:58 PM
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"A ese que llama usted tirano, la Iglesia le tenía,
y no sin motivos, como benefactor. Siquiera fuera porque evitó que ganaran la
guerra los que llenaron esta patria de mártires."
Esta respuesta de Luis Fernando da escalofrío, una profunda tristeza y a la vez se siente una luz en el entendimiento. Porque, es precisamente por su egoísmo congénito y por hacer de la fe mero formalismo, que nuestra iglesia es tan cuestionada y anda en caída libre...
Es que para nuestra inefable Iglesia, el fin justifica
los medios. Total, si el asunto es salvarles las almas, poco importa apoyar al
tirano que los asesine y menoscabe su libertad, igualdad y dignidad, en cuanto
hijos de Dios, y mancille sus más elementales Derechos Humanos.
Tampoco le
causa el mínimo escozor a nuestra
Iglesia, que ocurra algo tan horripilante como el holocausto judío, si en
definitiva éstos eran "benefactores"
que nos libraron de "aquellos", por lo que había que ayudarlos a ponerse a buen resguardo…,
mientras sus millones de victimas solamente eran "daños colaterales" de la limpieza
espiritual, del orden y la paz, necesarios para alcanzar la salvación…
Pero si
a sus propios mártires, todo los San Francisco de Asís asesinados por esos
"benefactores", solamente por exigir respeto a la dignidad humana, y
por invocar justicia, igualdad, justicia social y paz; los ungen, tal vez luego
de darles el beso en la mejilla, y luego callan, y lo niegan, no una, ni dos,
ni tres veces, sino siempre, pues su deber es con el "benefactor".
Y
ni se diga si hay que perseguir por
propia mano a herejes, cismáticos y apóstatas, someterlos a las más atroces
torturas y hasta hacerlos teas que
iluminen la fe; total, ¿no sufrieron los primeros cristianos lo mismo?, pues
entonces: la otra mejilla en el templo, y el talión en las calles…
En definitiva, un elemento esencial del
replanteamiento existencial de nuestra Iglesia, debe ser la redefinición
de su compromiso ético con los valores cristianos, vale decir: Establecer si la
"salvación" es una meta que no cualifica a los medios, y si la fe deviene en simple eslogan; o al
contrario, si son los medios auténticos cristianos, la caridad, el amor, la
solidaridad, la igualdad, la justicia y la dignidad, el contenido de la fe y posibilidad
y razón de ser de la salvación.
P.D.: Espero, Luis Fernando, que no censures mi criterio.
La diferencia de criterios es humana. La intolerancia es anticristiana.
Moral, Ética y Valores en la Institucionalidad Política.
Rol y postura de la Iglesia.
Comentario crítico.
El problema es de moral, ética y valores, pues bajo su cuestionamiento esas instituciones se transforman radicalmente y hasta resultan negadas por falaces, perversas e inicuas al ser humano. De esta forma, el capitalismo se revela como un antivalor cristiano, que sobrepone el lucro y la avaricia al ser humano, y el dinero suplanta a Dios. El Estado de Derecho evoluciona más allá de la simple legalidad, hacia la justicia y prevalencia de los Derechos Humanos. La república se hace verdaderamente "pública", de todos, para la paz y felicidad comunitaria. El sufragio pierde su carácter egoísta, manipulable y manipulador, para constituirse en libérrima expresión de auténtico “poder” liberador, de solidaridad, de esperanza y de fe. Y la democracia se manifiesta como la forma de gobierno, o mejor aún, forma de vida, más próxima al ideal cristiano; al fundamentarse, no en la libertad egoísta y parcelada, sino en la libertad comunitaria, solidaria y con igualdad, con conciencia plena del bien común, en cuanto causa y efecto del bien individual y en tanto valor espiritual.
Respecto a lo del Estado y gobierno católico.... Eso debería ser algo superado, ya a la luz de este tercer milenio. Ha sido un desastroso y terrible error del catolicismo, pretender gobernar con leyes divinas el existir mundano y evolutivamente torpe de las sociedades. Es que, aparte de la calamidad de la mal llamada democracia cristiana (que muy honestamente nuestro articulista reconoce) la Iglesia Católica, asumiendo la culpa todos, ha regido hasta imperios, ha reconocido y defendido el designio divino de las monarquías, ha apoyado, o al menos se ha “lavado las manos”, ante el "orden" y la "paz" de regímenes de ultraderecha, sanguinarios y oprobiosos a la dignidad humana: Pinochet en Chile, Bordaberry en Uruguay, Videla en Argentina, como ejemplos. Eso sin contar las veces que daba la unción al esclavo, como un cristo muerto por la irracionalidad humana, para luego ir a comer ternera en la bacanal del ejecutor… Pero, además, cómo pretender gobernar a las naciones, si a duras penas alcanza a gobernarse a sí misma (nomás miremos los grandes escándalos de todo tipo que la salpican de dudas y horadan su credibilidad)...Todo por una razón fundamental: Somos seres imperfectos y torpes aspirando a valores supremos y perfectos que están en Dios.
Y es precisamente por esa torpeza evidente en el andar existencial, tanto del clero como de laicos, que el catolicismo debe reconocer la necesidad lógica, racional y natural de separar el plano fáctico existencial y el transcendental espiritual, hasta su punto de convergencia, vale decir, que los valores y la fe sean referencia y a la vez acción, experiencia y comprensión, en cuanto al sujeto que los pretende, lo cual se traduce en el obrar y el ejemplo, como auténticas expresiones de la espiritualidad.
La horabuena del cristiano-católico llegará el día en que su alta jerarquía comprenda que el grado de abstracción de la "mente" moderna, está exigiendo respuestas en el replanteamiento y la acción de la fe, a lo que no puede permanecer a la saga, desubicada del punto del cual debería ser referencia; mientras se lía consigo misma, sujeta a excesivos formalismos atávicos románicos, y queriendo hacer ipsofacto, a troche y moche, lo ha no ha podido en dos mil años, sin saber si pasados otros veinte siglos, seguirá con el mismo troche y el mismo moche, o peor aún, sin darse cuenta que, a pesar de todo, hoy el cristianismo, y el catolicismo en específico, es más auténtico que nunca, gracias a la acción hermosa y a veces soterrada o callada, de los San Francisco de Asís, tanto clérigos como laicos, y ahora el Papa, tomando también esa cruz, quienes históricamente, más allá de la palabra o doctrina, criterios, valores o prejuicios, concretizan en la mundana cotidianidad la fe en obras buenas y justas, constituyendo su verdadero patrimonio espiritual, pues obras son amores y por ellas nos reconocemos…, y también merced al hecho de que Dios, como estado de conciencia espiritual, ha traspasado con creces los linderos torpes y convenientes que lo menoscababan y relativizaban, ya sin avalar, sustentar ni consentir tiranías, ni reyezuelos, ni dictadores, ni tampoco justificar desigualdades ni injusticias; y que ahora, a dos milenios de la gran revolución cristiana, se expresa de cualquier manera en los replanteamientos políticos institucionales, la reintegración al orden natural y la búsqueda de la espiritualidad, evidenciando la merma de la prepotencia del racionalismo científico ... Lo insólito es que nuestra iglesia, ante todo ello permanece ciega, sorda y muda, sin comprender la oportunidad sin igual que le abre la historia...
La reespiritualización del ser humano, su vuelta al derecho natural y la reconciliación ciencia-religión, pareciera ser el signo de este milenio, es hora de ensanchar las visiones para poder divisar el punto de fuga de ambas perspectivas existenciales del ser humano. Paradójicamente, en un mundo donde impera la tecnología, la ciencia anda ya de alas alicaídas volando cada vez más bajo, retomando su nivel; mientras nuestra iglesia sigue a ras de tierra con su pesada carga de prejuicios e incomprensión de una realidad que la rezagó; ojalá logre alzar vuelo, tanto como comprenda su rol histórico evolutivo, y tanto como se lo exige gran parte de la humanidad., creyentes y no creyentes
Ir al artículo referido. Católicos y política –XXIV. ¿Qué debemos hacer?
Ir al artículo referido. Truenos socialistas en la primavera
Capitalismo, un Antivalor Cristiano. (censurado)
Con el debido respeto y consideración, hay que decir que
este artículo es un sofisma, al no enunciar
ni de asomo al verdadero culpable de los
males del “chico”, pues, dejando a un lado las perniciosas consideraciones
políticas, existe una realidad innegable
que descarna los antivalores, lo antihumano y anticristiano de una
superestructura económico-política: el capitalismo.
Porque es el capitalismo quien ha cerrado la empresa del
"chico", luego de embaucarlo
con la ilusión del “progreso”, que a la final no es sino, cientos de
miles haciendo de capirotes, para que unos pocos se las gocen… Es el capitalismo quien lo ha acercado al
"socialismo", en la búsqueda lógica y natural de respuestas al
conflicto existencial que le supone el derrumbe de una fachada que le pintaba
una falsa estabilidad, y lo que es peor, una falaz solidaridad, caridad y
primacía de sus Derechos Humanos...
Porque es el capitalismo quien lo aleja de la iglesia
católica, al hacerse ésta cómplice, avalando o haciéndose la vista gorda, ante
la absoluta inversión de valores en la acción del gobierno (sea éste quien sea,
de derecha, de izquierda o ambidextro), valorando el derecho a la propiedad por
sobre el ser humano, su vida y dignidad; cuando precisamente la comunidad
cristiana, de suyo relativiza el concepto de propiedad. Resultando, por lógica
elemental, que la proclamación del carácter absoluto de la propiedad privada, a
la par de la invocación de la comunidad cristiana, expresa, o una ignorancia supina , o una cruel hipocresía.
Así, la
"multiplicación de los peces" debe dejar su función retórica de frase
sermonera, para autentificarse como acción moralizante. No fue Jesús un Merlín
que creaba peces de la nada, no, no. La hermosa lección es de solidaridad, de
amor al prójimo, de caridad, de relativización de la propiedad ante al bien
común, de que, cuando escasean los bienes, lo más de unos se hace justamente de
todos...
Todo eso lo sufre, lo padece aquél "chico". Él
mira hacia el gobierno y no obtiene respuestas. Busca a su iglesia, pero la
percibe indolente e indiferente a que un pequeño grupo disfrute ante la escasez
y calamidad de grandes mayorías, lavándose las manos igual que el Pilatos. Y es
por esa necesidad existencial y espiritual de reafirmar su fe en la verdadera acción
cristiana, que explora senderos de mayor justicia, igualdad, solidaridad y caridad...
Esto nos plantea tres interrogantes: ¿Cuál es el camino
cristiano? y ¿con quién está la Iglesia,
con los pocos que se cogen los peces, o con las grandes mayorías que mueren de
mengua? ¿Por qué le cuesta tanto a la Iglesia admitir que algunos de los
postulados cristianos coinciden con ciertos criterios socialistas
auténticos. Será por
desconocimiento, por prepotencia, por
inseguridad o por conveniencia?
Paradójicamente, la hora menguada del catolicismo, pudiera
ser su más hermoso y auténtico momento.
Está a la deriva el clero católico, en un barco anclado en
puerto seguro, bastando girar un tanto
la mirada para percatarse del contexto de lo cree es su realidad. El problema es que ese pequeño giro, implica
un salto cuántico en su pensamiento, acción y tradición.
La Pobreza, algo más que estadística.
El problema no es tanto saber cuántos pobre existen, sino
cuantos ricos hay, es más, ¿por qué son ricos? No puede reducirse la pobreza a
simple estadística, subsanable por una justicia relativizada, sin considerar
las causas sociales, políticas y culturales de fondo. El problema real no es la
pobreza sino la riqueza, es decir, la estructura social está concebida para que
miles de pobres sustenten los privilegios y riquezas de unos pocos, por tanto,
es absolutamente imposible hacer algo eficaz contra la pobreza sin afectar el
monopolio de la riqueza; esto es un axioma... Formar personas "útiles
" a la sociedad siempre ha sido fácil y hasta conveniente, por lo relativa
que se hace esa utilidad según los "modelos" de sociedades; empero,
la formación de seres humanos con la conciencia existencial de justicia,
igualdad, libertad y solidaridad, siquiera cercanos al hermoso mensaje de Jesús
el de Nazaret, sería en verdad una auténtica revolución cristiana... ¿Estarán
nuestros jerarcas dispuestos a sufrir el destino de Pablo?, muriendo por la
verdad, o ¿se seguirá con los eufemismos cómplices, las medias verdades y las
estadísticas invertidas y parcializadas? De otra parte, aquel que pretenda
estar frente a Dios en su verdad; sin consideración política alguna,
necesariamente tiene que estar también de frente contra el capitalismo como
instrumento de explotación y generador atroz de pobreza. ¿Quién es el
hipócrita, el que en la duda busca al padre, o el que en su cara lo traiciona?
Javier A. Rodríguez G.
Ir al artículo referido. El Papa Francisco y la pobreza material.
Dios, Religión y Religiosidad.
El problema es que Dios es un concepto inconcluso y tan
misterioso e infinito como el universo mismo, por tanto, él no nos busca ni nos
pretende, somos nosotros en nuestras vicisitudes y "circunstancias"
existenciales, quienes lo hallamos en los valores y principios, en el amor, en
la justicia, en la igualdad, en la libertad, en la solidaridad, en el prójimo,
y en cada maravilla de la naturaleza y del universo. Así pues, no es asunto del
vaso ni del agua en sí, sino de la cantidad y pureza de esa agua, es decir, qué
tanto el ser humano ha descubierto a Dios y cuánto se acerca a él. La religión
es una creación, natural o artificiosa, de la religiosidad del ser humano, por
lo tanto, está sometida a su andar evolutivo, resultando obvio que Dios supera
cualquier concepto evolutivamente circunstancial que podamos tener de él. Y es
a ese camino hacia Dios lo que llamamos humanidad, representado en el Cristo:
el encuentro del ser humano con el principio y el fin de todo; el momento en el
que el conocimiento, el razonamiento, la religión y hasta el concepto mismo de
Dios, se hacen innecesarios, pues no sería ya "humano", sin vida ni
muerte, sin odio ni egoísmo, sino un ser "siendo" el todo (Padre,
Hijo y Espíritu Santo); porque al fin, Dios somos nosotros los seres vivos, la
naturaleza y el universo mismo, estando nuestra cualidad en la facultad de comprenderlo. Y es de esa acción cognoscente, aprehensiva de Dios, que
nace la religión y se conforma la espiritualidad.
Réplica a otro comentario:
Luis Fernando. Gracias por sus conceptos..., cada día me convenzo más de lo contrario... Simplemente expreso mi legítimo derecho de sentir, vivir y expresar a Dios. ¿Por qué se coarta? Soy honesto, no hago mal a nadie (o al menos lo intento), pretendo cada día erradicar el egoísmo y la envidia, reconociendo a cada cual sus cualidades virtudes y derechos, creo y defiendo la igualdad y dignidad del ser humano, amo al ser humano y sueño con un mundo de justicia, igualdad, libertad, solidaridad, paz y felicidad... También, ante la incertidumbre dudo, ante duda busco respuestas, y la respuesta es siempre Dios, cuya potencialidad y perfección intuyo, pero quedan tan distantes de mi mundana y evolutivamente torpe existencialidad, que la certeza imposibilitada se expresa en un valor superior, por su transcendentalidad y abstracción: la fe... En aquella pequeña población el niño le pidió al misionero le permitiera hacer la Primera Comunión, saltando todas las formalidades del caso. Solamente deseaba la comunión con aquel Cristo de Murillo y ante la Madonna de Sanzio que hubo plasmado en lienzos... "Reza tres padres nuestros, ve con Dios y obra bien..." le respondió aquel apóstol cristiano... Desde ese día Dios se le hizo tan abstracto que alcanzaba la elementalidad, y el Cristo tan cercano, tan humano que toca definitivamente la cotidianidad de su existir. Definitivamente, son los apóstoles “tostados” como aquel misionero, los que salvan al cristianismo..
Réplica a otros comentarios:
Saludos, respetos y gracias a todos los coo-mentaristas,
además, mi reconocimiento a los administradores de este sitio, por su respeto a
la libre expresión del pensamiento y de la espiritualidad, predicando con el
ejemplo... ¡¿Por qué me condenais?! ¡¿acaso teneis voz el monopolio de Dios?!
Ahora ya entiendo por qué el "empresario" aquél, que esquilmaba, más
que el sudor y los beneficios sociales de ley, la dignidad a sus trabajadores,
"oraba" tan tranquilo de conciencia los domingos, claro, si él
solamente esperaba a que Dios lo
buscase... Mientras el querido laico buscaba a Dios en los barrios, entre los
pobres... Insisto en que Dios no es un Nobel que se ostenta y presume, sino una
búsqueda que se concreta en el obrar. Es que él no tiene que buscarnos, porque
ya está aquí, y somos nosotros quienes debemos despojarnos de nuestros vicios y
antivalores para llegar a él. Por eso, tan distante está Dios de nosotros, como
viles, egoístas y carentes de valores seamos. En mi criterio, esa es la
maravillosa elementalidad y la transcendente complejidad de Dios, algo parecido
a estirar la mano y tomar una estrella; el estar tan cerca y accesible, y la vez tan
distante, incomprensible e inalcanzable. Esa debería ser la función esencial de
la Iglesia, permitir el "descubrimiento" evolutivo de Dios, en sus
dos planos, el inmediato o fáctico existencial y el transcendental o de la
humanidad como ente espiritual. En fin, ¿Que preferiría Dios: Una sana empanada
o un caviar rancio?
Javier A. Rodríguez G.Réplica a otros comentarios: (Censurada)
Saludos ¿Por qué descalificar mi criterio diferente? Claro
que comprendo y valoro el hermoso mensaje del artículo, solamente lo interpreto
de otra forma, simple y elemental. Tal vez sin proponérnoslo, hemos revelado
con estos comentarios, el punto en discordia del catolicismo actual: La
autenticación del mensaje cristiano y la
fe en Dios, en sus dos posibilidades: aferrándose a los dogmas establecidos históricamente,
o reconfigurando o actualizando las "verdades," a la luz de nuestro mundo contemporáneo; en una reconstrucción o renovación histórica
de la iglesia. Porque lo transcendente del perdón histórico
de Juan Pablo II, es hacia el futuro, no sólo reconciliarse con el pasado, ni
tampoco una mera abstención, no, es un hacer, permitir, valorar, comprender, integrar
y aceptar hacia el devenir. Es torpe que la iglesia esté a la saga de la verdad
evolutiva, cuando ésta la enriquece y la dota de una transcendentalidad
maravillosa. Aunque parezca lo contrario, vivimos el mejor momento del cristianismo:
Que desde nuestro granito de arena salgan naves voladoras hacia un universo
infinito, sin causar desastre ni atropellar a ningún Ángel en el cielo, y que
no obstante existan cientos de millones
de creyentes, es un indicativo de que
Dios se ha hecho más abstracto y grande que las “verdades” que lo pretendieren
contener, pero a la vez, también más esencial, y por ello, más cercano. Una
ventaja que nos da nuestra actualidad existencial. Con todo respeto y buena fe.
Gracias.
Réplica al administrador del sitio: Censurada)
Disculpas si he ofendido. ¿Quién puede hoy excluir del
catolicismo a otro? ¿Acaso echó Jesús a Pablo? Si
cuestiono es porque dudo, si dudo es porque
busco la verdad, y la verdad la busco porque quiero seguir creyendo. Cuánto
daño le ha hecho a la Iglesia la inquisición. La "sentencia" de Luis
Fernando, sería incuestionable si se hubiese planteado en términos de limitar
la discusión al tema del articulista, nuestro respetable Obispo; pero resulta objetable
al usar el calificativo de "no católico", lo cual evidencia la
intolerancia anticristiana soterrada que tanto daño le causa a
"nuestra" iglesia. Hasta este límite quise tensionar la cuerda, y lamentablemente
llegó al punto de ruptura ¿No será acaso esa precisamente la misión del Papa
actual, unir los hilos rotos de "nuestra" iglesia. Existe un libro, regalo
de un maestro salesiano, que determinó mi espiritualidad cristiana: "Y la
Biblia Tenía Razón", lo curioso, o quizás sustancial, es que el autor,
ateo declarado, le diese una contribución tan inmensa al catolicismo y al
cristianismo en general. Ese libro es una joya histórico-científica, pero
también una fuente de espiritualidad, pues nos coloca ante la realidad y
cotidianidad existencial primaria desde
donde se ha conformado la buena nueva del cristianismo, en su mensaje de amor, paz,
libertad, igualdad y dignidad. ¿Acaso no fue esa fuente la que buscó San
Francisco de Asís con su obra? Desde allí es que me declaro cristiano por convicción y católico por
tradición.
Ir al artículo referido. El vaso el agua y el elefante
Ahora, ¿es la gracia un estado de mera conciencia, o es una condición espiritual?,es decir, ¿podemos "conocer" a Dios y sentirnos plenos de su gracia, pero estar a años luz de él?, o ¿podemos dudar, ignorarlo y hasta desconocerlo, y no obstante, por nuestras obras y acciones, estar allí con él, repletos de su gracia?. En tal sentido, la verdad sea dicha, Morente no estudió la verdadera filosofía, pues ella, más que ninguna otra, refleja la gracia divina. Morente tuvo que recibir la gracia divina como revelación supra-intelectual para sentirla como un don; bienaventurados aquellos que la expresan dando, haciendo, sacrificándose, aún desde sus propios temores, angustias e incertidumbres, y que la encuentran, la viven y la gozan, en cada sonrisa de un niño feliz y sin hambre, en el arbol, en el aguna que bebemos, en la magia de la vida, que de por sí es un estado de gracia, pues viviendo, evolucionando, podemos alcanzar la plenitud del universo, la veradera y plena gracia divina, la plenitud de Dios. Y es en ese acto de vivir, de evolucionar hacia los valores, de redefinir principios y fines, donde el ser humano va conformando su espiritualidad, que expresa su verdadero estatus evolutivo. No basta con tener conciencia de la gracia de Dios, pues ésta no constituye un título sino
una manifestación espiritual, un descubrimiento evolutivo, una expresión de la trascendentalidad del vivir. No es la gracia la que nos lleva a los hechos, son los hechos los que nos revelan la gracia.
Javier A. Rodríguez G.
Ir al artículo referido. Estamos hechos de naturaleza y gracia.
Caridad y amor.
No.No..No. de ninguna forma, en ese
reino definitivo de Dios, jamás la caridad, podrá existir, pues tal
reino supone la erradicación de los vicios del hombre y el alcance de
un estado existencial absoluto, sin injusticias,en plenitud de
libertad, totalmente igual y sin egoismos ni envidias y en amor
pleno.En mi criterio, la caridad es una forma "conveniente" del
cristianismo de relativizar la justicia, que supone la igualdad, de tal
forma que, siendo caritativos cumplimos con nuestro deber cristiano
manteniendo nuestras mundanas diferencias, mientras que el ser justos
nos impone una serie de cuestinamientos éticos y morales que entran en
conflicto con nuestros intereses existenciales inmediatos... Dios es
infinitamente justo.
Aclaro: dije forma conveniente de relativizar la justicia el
cristianismo, no cristianismo conveniente. El problema de nuestra
religión católica, es que no existe correspondencia entre sus postulados
y la actuación del alto clero, principalmente. Recordemos que en
tiempos de la esclavitud, los sacerdotes bendecían en nombre de Dios al
esclavo a punto de ser azotado, y luego se iba a disfrutar manjares con
el "Amo"... Hoy sigue siendo igual, sólo han cambido los nombres de
los sujetos.
Javier A. Rodríguez G.
Ir al rtículo referido: Donde está la caridad está el amor