Era
el día... Del triunfo del buen proletariado sobre la malvada burguesía.
De la concreción definitiva del socialismo en el mundo. De lograr en un
dos por tres lo que ha sido la pesadilla de la política, la
conciliación entre las causas y el destino de la riqueza, que ni Smith,
ni Marx, ni Ricardo, ni Keynes, ni Friedman... Era
el día en que desde unos sujetos y una nación, predestinados, iniciaría
el gran movimiento redentor de las sociedades humanas. Aquello que
tanto aspiró e inspiró al movimiento liberador nacionalsocialista
alemán, hoy los humildes seguidores de una ideología hermana al fin lo
han concretado: el vuelco definitivo de la evolución de la humanidad,
hacia un estadio definitivo de suprema estabilidad, felicidad y paz.
“Me
intentaron matar para evitar que aplicara estas formulas económicas
perfectas” sentenciaba el gobernante en el clímax de sus delirios,
asegurando que en dos meses la economía estaría pujante y en dos años el
país llegaría al nivel de Alemania en materia económica.
Presuntamente,
economistas de todo el planeta, incluyendo alguno que otro premio
nobel, dieron luces a los de la cúpula gobernante para el alumbramiento
prodigioso de la “solución final” al problema económico de las
sociedades humanas. Mismos cuyo absoluto anonimato, más que por el
plagio del gobernante, fue por la vergüenza intelectual ante semejante
mamotreto
Por
supuesto, todo ello dentro de la infaltable verborrea de amor por el
pueblo, por la patria y por el imprescindible comodín: Simón "el
devaluado" Bolívar.
Si
fuese cierto lo aseverado por el gobernante y si existiese la pena de
muerte por las torpezas o inmensas pendejadas, deberían ir derechitos al
paredón los presuntos conjurados al magnicidio; por soberanísimos
torpes, pues en materia económica este gobernante él solito se pone
políticamente la soga al cuello, a la vez que con cada acto va cavando
su propia tumba.
Es
que si la torpeza política está aposentada en algún país, es en la
patria de Bolívar. Varios meses para tomar las medidas económicas, y
luego de anunciarlas es que proceden a "convenir" los precios de algunos
productos básicos, es decir, configuraron primero ideológicamente su
modelo económico, para después tratar de encuadrar la realidad en él,
cuando ha debido ser lo contrario, partir de la realidad, no solamente
la concreta sino la evolutiva del cuerpo social, para desde allí
desplegar acciones político económicas eficaces; pero ello implicaría
mandar a la porra a Marx, a Lenin y a cuanto charlatán se aferra a
cuatro dogmas para justificarse en el usufructo del poder.
Y
en contubernio con la torpeza debe estar el caradurismo, que en esta
tierra ha alcanzado los linderos del histrionismo digno del Oscar. Justo
es reconocer que el anterior gobernante carecía de esa "cualidad", pues
con sus gestos, imprudencias, destellos de sinceridad y principalmente
su humor, delataba la procesión política que arrastraba su proceso:
Incluso, durante la llamada “cuarta república, las medidas o paquetazos
económicos siempre fueron cosa seria, al menos en apariencia; rostros
adustos, gestos y ademanes de mortuorio y frases lapidarias acompañaban
las excusas a cada devaluación.
Rubor
ético del que carecen los actuales gobernantes, al no tener ni
parlamento que los controle, ni poder judicial que los vigile, ni
Ministerio Público que los investigue, ni contraloría que audite, ni
Poder Electoral que los contradiga, ni poder comunicacional que los
delate, ni oposición política que los enfrente con inteligencia y
astucia; pues actúan como les viene en gana.
Así,
al anunciar algo tan drástico para el país como lo es devaluar la
moneda, pasando de 200 Bs a 2.000 Bs por dólar, se procede de forma
parecida a esta.: Por el profundísimo amor que yo siento por mi pueblo,
yo quiero darles un regalo: Hoy yo aprobé un aumento general de
salarios, para continuar por la senda de Bolívar... bla... bla... bla...
hacia la suprema felicidad de nuestro pueblo…bla…bla…bla… Antes de yo
despedirme yo quiero pedirles que ahorren, porque el próximo trimestre
será del resurgimiento económico definitivo de la patria, yo se los
juro... Ahh, yo olvidaba decirles que por culpa de una página web yo he
tenido que ajustar el valor del dólar, que ahora valdrá… pero esos son
detalles técnicos que abordarán mis ministros... Yo los amo, todo lo que
yo hago es por amor a mí pueblo....
De ese discurso, que ha podido extraerse de cualquier hemeroteca o sitio web en cualquier época, se analizan los siguientes aspectos: El exponente evade por la tangente el tema principal, referenciándolo accesoriamente al final, lo cual revela el relajamiento de su responsabilidad funcional y cierto menosprecio a la intelectualidad del destinatario. Además se observa un desbordado ego y ensimismamiento del poder, característico en gobernantes de corte personalista, caudillezco. También se delata la visión providencial, finalista, sintetizadora, y por ende voluntarista, de la historia, de la sociedad y de la evolución, que lleva a planteamientos oníricos de estadios sociales “supremos”, “máximos”, “perfectos”, “definitivos”… y en consecuencia a sociedades sumidas en las miserias de la incomprensión de sus existencialidades, mientras persiguen sueños que jamás se concretan. También por esto el exponente plantea el pasado como determinante definitivo del porvenir, por lo cual él ancla su acción política en un acontecer histórico fundamental, heroico, desde cuya conciencia poder alcanzar el estadio evolutivo definitivo de la sociedad. Situación ideológica que lo disocia de la realidad, pervirtiendo su acción política hacia la mera confluencia de acciones pasadas en una conclusión social necesaria, cuyo encuentro o concreción asume por predestinación histórica; asentándose así en retórica grandilocuente, sobredimensionando su rol político histórico y rehuyendo a su responsabilidad real y concreta ante el presente y frente al porvenir.
En colofón de todo lo dicho y tras las declaraciones de amor y las buenas intenciones juradas, en el contexto del discurso se percibe una irónica y hasta insultante falta de sinceridad; empero no necesariamente por dolo o maldad –he aquí la confusión de unos y otros-, sino por la aptitud ideológica del exponente, mesiánica, finalista, evolutivamente conclusiva, predestinada, y por ende racionalmente iluminada, es decir, portador de la verdad política no entendible en su plenitud por el común de la sociedad, por lo cual las omisiones, los yerros, las falsedades, las ineficiencias, las ineficacias, se justifican desde el amor y la buena voluntad manados de esa verdad revelada, constituyéndose así los dos caracteres fundamentales de su actuación política: éticamente relativizada y esencialmente voluntarista.
Se
entiende ahora cómo de un pequeño fragmento de cualquier discurso
pueden extraerse los fundamentos para una estrategia política eficiente.
En el del ejemplo se configura el perfil político del exponente
conforme a lo que realmente es: víctima de una ideología falaz, y por
eso, incapaz intelectual y espiritualmente respecto de la eficiencia y
eficacia en la gerencia del Estado. Amoroso y bondadoso en sobremanera,
pero estructuralmente torpe en su acción política. Centrado en las
grandilocuencias históricas y macro-acontecimientos sociales, desconoce y
desprecia al ser humano en su existencialidad integral y concreta; lo
cual constituye el talón de Aquiles de los proyectos políticos de ese
estilo, y que les resulta práctica y teóricamente imposible de corregir,
sin entrar en contradicción con sus postulados ideológicos.
No Está Pasando Nada
Resulta
indignante ver a unos gobernantes tan orondos con sus caras tan
lavadas, como si nada, en un país que padece semejante crisis económica,
social y ética. Como si no estuviera la población padeciendo la
hambruna más atroz de toda su historia. Como si no estuvieran muriendo
por cientos los niños y adultos mayores por falta de medicamentos tan
elementales como el acetaminofén. Como si no existiese una emigración
descomunal ante el desasosiego de una nación secuestrada
institucionalmente por una facción política, llevándose consigo no solo
el capital humano del país, sino también la esperanza que cada día
mengua en esta tierra de desgracias. Como si no fuera cierto que las
empresas del Estado en sus contabilidades también están en rojo, con las
telefónicas desahuciadas, donde la falla es la regla y el buen
funcionamiento la excepción, con meses y hasta años para el milagro de
la reparación de las averías, con el gas doméstico siendo producto
exótico en un país petrolero, colas interminables para hacerse de unos
litros de combustible en el país que mueve todo el parque automotor de
Centroamérica, a cambio de una docena de diestras alzadas en las
instancias internacionales. Como si el país no se estuviese sumiendo
cada día más en el destino miserable y apocalíptico de la depredación
minera.
En
fin, lo que están haciendo los actuales gobernantes no es nada nuevo.
Ya el griego Esopo lo aleccionaba en sus fabulas: Al matar la gallina
simplemente no habrá más oro. Y este gobernante lo está haciendo por
partida doble. Por un lado reparten a diestra y siniestra el petróleo,
el oro y hasta el moro, desperdigando peces en vez de enseñar a pescar. Y
por otro lado destruyen el aparato productivo, sin considerar que éste
era la gallinita que generaba la verdadera riqueza del país, no desde
sus minas sino desde las capacidades, las creaciones, conocimientos,
saberes y los esfuerzos que lo impulsan.
Empero,
el sacrificio progresivo del ave en cuestión no es gratis, o por mera
torpeza, sino que responde a todo un plan de perpetuación en el poder de
la cupulilla política. Tratan de hacer lo que la unión soviética pero
con sus variantes. El Estado minero bondadoso con bandadas de gentes
clamando por la dádiva gobiernera, en conjunto con empresas privadas con
la cimitarra de la expropiación al cuello, amén de la movilidad laboral
paralizada y , por ende, sin el espíritu competitivo y de superación
que motoriza al proceso productivo. Esos son los dos pilares sobre los
que pretenden construir su sistema político, todo lo demás son simples
excusas para avanzar hacia tal propósito, así tengan que exterminar
socialmente a millones de ciudadanos, quienes o emigran o se someten a
la limosna gobiernera para apenas subsistir.
Eso es realmente atroz, pero tristemente es lo que se evidencia de los actos de quienes gobiernan este país actualmente.
De
manera que todo ese proceso de segregación social, de exterminación de
las expresiones auténticamente sociales, de anulación de conceptos
ínsitos a la sociedad democrática y libre, de hacer del venezolano
mendigo o más bien desgraciado permutante de la dádiva gobiernera por el
agradecimiento del voto; de permanecer indolentes ante la muerte de los
niños y ancianos por simples enfermedades –lo que trae a la mente las
consejas de Malthus-; de sonreír con torpe disimulo ante la emigración
desbordada de los infieles a su proyecto político; de hoyar la dignidad
de las personas a base de perdigonazos limosneros, para así engancharla
al proyecto político; de desbaratar toda la estructura institucional
democrática de Derecho y de justicia, para construirla a semejanza de su
proyecto hegemónico. Todo ello responde a un propósito muy bien
planificado para imponer a la nación el credo de una facción política.
El
problema de esas intentonas contra natura de las sociedades, es que
generan un desequilibrio social tan grande que las consecuencias pueden
ser nefastas para la paz social. Porque una camarilla política, con el
arrastre por diversas vías de tan solo el treinta por ciento del
electorado, haciendo de las suyas con la institucionalidad y destilando
ironías, burlas, odio y desprecio hacia un sector social segregado por
“opositor”, “burgués”, “escuálido”, “apátrida traidor”, y considerado
minoritario, aún cuando en lo menos, técnicamente en términos
electorales siempre ha significado la mitad del país; en tales
circunstancias esa actitud no puede ser menos que temeraria, ya que la
condición fundamental, o la tea que enciende la conflagración
fratricida, es la existencia de dos sectores radicalmente confrontados,
el resto son circunstancias empapadas de combustible, esperando a que el
diablo sople…
Luego,
cuando el mal ya está hecho, todo lo demás sale sobrando. Que si
valientes y cobardes, si sacrificados por una causa y los acomodaticios a
sus estatus quos, si los buenos y los malvados, si fieles e infieles a
la causas, si los que se entregan a la patria, los que venden la patria y
los que viven la patria. Al final, cuando las pasiones se desatan y la
irracionalidad impera, el “valiente” recula y el “cobarde” avanza, la
fidelidad se reacomoda y la patria siempre sobrevive, no desde las
grandilocuencias heroicas de unos u otros, sino desde los restos del
aleccionamiento histórico, de un ser humano que se empecina en no
aprender de las experiencias ajenas, alienándose a ideologías torpes que
solo han llenado de desolación a las sociedades que caen en desgracia
bajo su yugo. La evidencia histórica es espeluznante.
Tres Meses
Mientras
tanto, a noventa días del paquetazo económico el resultado es el
previsto: el fracaso total. No era para menos con semejantes criterios.
Al final todo queda como comenzó: Un proceso inflacionario atroz,
aumento de salarios y devaluación.
Con
esas tres herramientas el gobernante indolentemente ejecuta su proyecto
político: La inflación, desvinculada de la responsabilidad
institucional del Estado, e incluso con las propias facultades del
Estado prendadas espuriamente a la persona del gobernante, en un quiebre
institucional total, constituye la excusa, el molino de viento contra
el cual blande su espada el gendarme necesario. Los aumentos de salarios
simulan la acción antiinflacionaria inexistente, atemperan por un
tiempo el ánimo social y quiebran a las pequeñas empresas no esenciales
al proyecto político. Mientras que la devaluación extermina toda
actividad comercial “no necesaria”, cercando económicamente a las
personas y empresas sobrevivientes, haciéndolas cada vez más
dependientes y presas de la rapiña ideológica de una camarilla
jactanciosa de sus recursos y poder, por su monopolio de las divisas.
Lo
único rescatable del fallido paquetazo económico, es que es la primera
vez en los seis años de actual régimen, que al menos intentan hacer
algo. También se evidenció la ignorancia supina del gobernante en
materia económica, no por incapacidad intelectual sino ideológica,
porque los dogmas que lo avasallan no se lo permiten, delatándose como
lo que han sido esas ideologías: puro pico de oro, puro buchipluma, con
la voluntad divorciada de la racionalidad, del sentido real de las cosas
y de las circunstancias de la sociedad, Realidad que siempre termina
por imponer su verdad.
La
misma realidad que derribó el muro; la misma realidad que le alzó el
fondillo a la isla revolucionaria, dejándole ver sus pudores; la misma
realidad que le voló la tapa de los sesos a Violeta, cuando descubrió
que la vida es mucho más compleja que la poesía y el canto.
Tal
vez sea ese el trasfondo del problema, unos sujetos que, como los
artistas, miran la vida, al ser humano, desde el carrusel de sus sueños o
desde la carpa de los cantos y poesías; que constituyen expresiones de
la realidad, pero no son la realidad. Porque el político, sin dejar de
compartir sueños, cantos y poesías, debe vivir en la realidad total, la
de toda la existencialidad humana, para desde allí construir un proyecto
político que posibilite que las violetas florezcan en sus carpas
regadas por los sueños…
Unos
sujetos absolutamente enajenados de la realidad del país, del estatus
evolutivo de las sociedades humanas, escindidos del ser humano en su
integral expresión, incapaces, como Violeta, de asimilar la realidad en
su cruda expresión: Algo explicable y hasta subliminal en un artista,
pero inaceptable en un político.
Un
gobernante que desde su onirismo ideológico incomprende absolutamente
el proceso productivo. No aceptando que se trata de un mismo proceso
creador. Que el artista pare cantos, el artesano concreta ideas y el
productor genera bienes. Que ellos no divergen sino se complementan. Que
el capital genera capital. Que con puros obreros rasos no se allanan
los senderos productivos ni se proyecta futuro social. Que todos los
entes sociales se complementan, por lo que la intencionalidad íntima del
sujeto productivo no debe ser la prioridad del Estado, sin desmeritar
en modo alguno su valor social, sino que lo relevante para el Estado es
la acción concreta, bajo condición de su sometimiento a las
disposiciones legales, lo demás es “plusvalía” social; es decir, si un
sujeto con su esfuerzo crea una unidad de producción y o
comercialización, sometiendo su existencia al ánimo de riqueza que lo
esclaviza a una actividad que la sociedad usufrutua, entonces ahí es
donde debe sopesarse quién se beneficia de quién; resultando al final
que el avaro con su esfuerzo productivamente le aporta a la sociedad un
capital muchísimo más provechoso que lo que le significa en ese aspecto
la buena intención del pródigo que ofrece lo que no tiene y reparte lo
que no produce.
Considérese a aquél político que consumió su vida en la esquina pregonando un mundo mejor, y entre conceptos, teorías, y fórmulas político jurídicas termina peor él y los demás: mientras que el depredador burgués capitalista salvaje, con su empresa sustentó a decenas de familias y posibilitó generaciones enteras, de los cuales hoy algunos también, como el de la esquina, propugnan una mejor sociedad; luego entonces ¿quién fue integralmente más eficiente para la sociedad?: desde sus correspondientes ámbitos, ambos. Uno le produjo ideales, el otro bienes y servicios que posibilitaron evolutivamente la sociedad que concretará esos ideales. Al final, la evolución social constituye un proceso integral que se gesta desde el promedio de su existencialidad; por eso, en términos generales, no es tan pulcro en su ética, ni tan acelerado en su eficiencia ni eficacia, ni tan bondadoso en sus acciones, como se espera, pero es lo evolutivamente pertinente. Precisamente esa integralidad y pertinencia debe ser el abc de la acción política: posibilitar sinérgicamente la sociedad desde todas las expresiones existenciales del ser humano.
Considérese a aquél político que consumió su vida en la esquina pregonando un mundo mejor, y entre conceptos, teorías, y fórmulas político jurídicas termina peor él y los demás: mientras que el depredador burgués capitalista salvaje, con su empresa sustentó a decenas de familias y posibilitó generaciones enteras, de los cuales hoy algunos también, como el de la esquina, propugnan una mejor sociedad; luego entonces ¿quién fue integralmente más eficiente para la sociedad?: desde sus correspondientes ámbitos, ambos. Uno le produjo ideales, el otro bienes y servicios que posibilitaron evolutivamente la sociedad que concretará esos ideales. Al final, la evolución social constituye un proceso integral que se gesta desde el promedio de su existencialidad; por eso, en términos generales, no es tan pulcro en su ética, ni tan acelerado en su eficiencia ni eficacia, ni tan bondadoso en sus acciones, como se espera, pero es lo evolutivamente pertinente. Precisamente esa integralidad y pertinencia debe ser el abc de la acción política: posibilitar sinérgicamente la sociedad desde todas las expresiones existenciales del ser humano.
Unos
sujetos actúando como el heredero inepto de gran fortuna, aparentando
prosperidad y eficacia cuando en realidad despilfarra su fortuna, hasta
que se le agota la fuente de sus recursos. Así también éstos están
sumidos en un pozo séptico de políticas improductivas que
inevitablemente terminará por consumirlos.
El problema es que pretenden llevarse al país con ellos.
Si al menos hicieran como la Violeta, que se fue sola dejando sus cantos y poesías.
k Dos más Dos son Cuatro…
Una
simple y vulgar calculadora le bastaba al gobernante para percatarse
del fiasco que anunciaba. Si se daban precios de artículos elementales
en varias decenas de bolívares, era evidentísima la imposibilidad de que
hubiese bienes a centavos, como se decía. Para ello era necesario que
tales precios fuesen en el orden de las unidades, lo cual exigía fijar
el nuevo bolívar al menos en relación a uno por millón y no en uno por
cien mil, como se hizo.
Alegría
de tísico fue la leve mejora en el poder adquisitivo. Anunciaban
jactanciosos que con el sesenta por ciento del nuevo salario mínimo se
podía adquirir la pequeña lista de productos básicos. A la semana el
mismo gobierno “ajustó” “errores” en los precios “convenidos”, algo
insólito para quien regenta un Estado. Actualmente el costo oficial,
onírico, de los productos alcanza el cien por ciento del salario mínimo;
mientras que el monto real supera el mil por ciento, sin Estado, ni
gobierno ni Parlamento –proscrito- , ni Ministerio Público ni Poder
Judicial que haga nada al respecto.
Una
cadena nacional y bombos, platillos y redoblantes para anunciar que con
el salario mínimo se pueden adquirir seis tazas mantequilla, mientras
que en cualquier país el promedio es de ciento ochenta tazas, de al
menos veinte marcas…
Si
por algo se justifica la intervención de la ONU en el tristísimo caso
Venezuela, es para exigirle al gobierno, conforme al Derecho
internacional y en preservación de los Derechos Humanos de millones de
ciudadanos, que opere los instrumentos institucionales para detener el
mecanismo atroz de acaparamiento y especulación, pues en este momento la
acción del Estado al respecto es nula: Causa indignación ver gandolas
repletas de productos alimentarios básicos, que luego de atravesar
varios estados con guías de transporte válidas, venden selectivamente
esos productos por varias veces su costo oficial, adquiridos sin chistar
hasta por las instancias pro-oficialistas como los consejos comunales,
frentes de defensa etc… ¿A qué doble moral se está jugando? ¿Dónde están
las instancias administrativas llamadas a detener semejante crimen?
¿Por qué el gobierno también permanece indolente ante la actitud
anti-patria de ciudadanos asiáticos, quienes hacen y deshacen a sus
reales ganas los precios, incluso con la colaboración de funcionarios
del Estado, que les “ayudan” a vender los productos?
En
consecuencia de sus omisiones, hoy rematan el año con otra devaluación
perversa, muy a su estilo. Primero un “amoroso” aumento de salarios,
seguido de un desfachatado incremento “acordado” de los precios de los
productos básicos, concluyendo con el descarado “ajuste” del valor del
dólar. Lo mismito desde hace seis años.
Es
que pareciera faltarles el mínimo sentido común en decisiones tan
elementales. Por ejemplo, el pan: crearon un montón de panaderías
“populares” para que vendiesen “pan barato al pueblo”, les suministran
el trigo a precio especial, no les exigen las condiciones sanitarias ni
los requisitos administrativos ni impositivos que a las panaderías
“burguesas”, y sin embargo estas “panaderías del pueblo” cada día
depredan más a su supuesto propietario, superando sus precios, con menor
calidad del producto, al de las panaderías “infieles”, llegando al
extremo de que un simple y vulgar pan, con 60% de aire, cuesta lo mismo
que un kilogramo de carne de res de primera calidad.
En
ese sentido, cien gramos de atún enlatado cuesta lo que un kg de carne
de res; algo realmente insólito: A lo mejor argumentaron los
“productores” los costos de los alimentos, vacunas y veterinarios para
los atunes en alta mar, y el gobernante obviamente lo convalidó… ¿Qué
intereses oscuros habrá tras ello?
Pero
lo de la harina de maíz es verdaderamente tragicómico. No entiende, no
le pasa por la materia gris al gobernante, que la humanidad se ha
sustentado de tres alimentos fundamentales: el trigo, el arroz y el
maíz; que nuestra cultura está hecha en función del maíz, que
literalmente somos de maíz, y por tanto, el alimento que no puede de
ninguna forma faltar en la mesa de cada familia venezolana es la arepa,
siendo deber prioritario del Estado posibilitarlo; como lo fue desde
siempre en este país, cuando, aún dentro de las crisis económicas,
siempre existió al menos la arepa en la mesa venezolana. Se trata hasta
de tener sentido venezolanista y latinoamericanista. Empero estos
sujetos han procedido al contrario, tratando de eliminar el consumo de
la arepa porque “engorda”… “Con dos arepas a la semana basta”, esputó un
ministro consultado respecto de la escasez de harina de maíz; el mismo,
como casi todos, que vivió la mitad de su vida en Europa. Si ese fulano
afirmare eso ante nuestras abuelas en las montañas de Trujillo, lares
de los hombres y mujeres de maíz timotocuicas, seguramente bajaría
rodando hasta el pie de monte barinés, ante semejante afrenta, no
solamente al estómago sino a la cultura y dignidad de un pueblo.
Los
alemanes son potencia industrial, pero a la vez son de los primeros
productores de trigo del mundo, pues ellos muy bien saben que la hogaza
de pan es lo que los posibilitó como cultura, y que aun constituye el
alimento insustituible sobre todo para los sectores económicos menos
pudientes. Además, también tienen claro los teutones, que antes que de
la OTAN la seguridad de la nación se sustenta en el trigo. Y eso que
Alemania es un país capitalista salvaje…
El
gobierno de los Estados Unidos, como la mayoría de los países del
mundo, fomenta la libre circulación de personas y bienes dentro de su
territorio, como forma de ampliar los mercados y de mejorar la
diversión, esparcimiento e interacción social y cultural de sus
ciudadanos, con el prodigio de los medios de transporte modernos, que,
posibilitando como nunca las interacciones humanas, cohesionan las
nacionalidades e integran y potencializan la probabilidad evolutiva de
las sociedades; llegando ese país incluso a tener su propia red de
servicio de trasporte de mercadería a nivel nacional, con lo cual
garantiza el sostenimiento de la actividad comercial, a la vez que
sustenta la competitividad dentro de parámetros de precios adecuados.
Menos mal que los gringos son capitalistas salvajes.
Al
contrario de eso, los de este régimen están empeñados en cercar
comercialmente a cada región, restringiendo con ello los mercados y, en
consecuencia, haciéndolos presa de la voracidad monopólica y la
depredación inflacionaria. Ni se diga del flagrante propósito,
verdaderamente deleznable, de reducir la existencialidad del venezolano a
andar tras lo pocos víveres que pueda ubicar y adquirir, llevado, por
conseja de quién sabe cuál siquiatra, al más primitivo estado de
sobrevivencia, sin mayor discurrimiento intelectual, para así hacerlo
presa fácil de la carroña política.
Otro
detallito a considerar: En el lanzamiento del susodicho paquetazo
económico, brilló por su ausencia un factor que debería ser clave en
cualquier proceso de reactivación económica: el otorgamiento masivo de
créditos productivos desde todas las aristas sociales, y la garantía del
suministro de las materias primas que sustenten y reactiven las
actividades económicas. ¿Sería por olvido? No, ello fue obviado
deliberadamente, pues es contrario a los propósitos hegemónicos
dictatoriales del gobernante, ya que para sus tergiversados criterios
políticos sería ponerse la soga al cuello, el posibilitarle la libertad
económica al ciudadano. Bien saben ellos, que mientras tengan que venir
por los peces controlarán sus voluntades; y que si les proveyeren de la
caña y les enseñaren a pescar, también les estarían dotando de libertad,
y por ende perdiendo poder sobre ellos.
Argumentan
que así los enseñó su líder fundador: a mantenerse en poder a costa de
todo. Si fue así les enseñó mal. La política constituye sobretodo una
actitud ética ante la sociedad; de hacer lo debido, del cumplimiento del
deber. Siendo esa la diferencia entre un caudillo y un estadista. El
caudillo impone su voluntad; el estadista somete su voluntad a la del
Estado. El caudillo menoscaba la institucionalidad a favor del poder de
su voluntad, el estadista fortalece al Estado y la institucionalidad en
desmedro de un poder personal que aborrece, desde su convicción
democrática. El caudillo tiene al pueblo subyugado a su voluntad
“benefactora”; el estadista es un ciudadano más, sujeto a la bondad
institucional de un Estado cuya voluntad es la de la ley y su conciencia
la colectiva histórica de la sociedad, consagrada como ordenamiento de
vida en la Constitución, bajo ideales de justicia, libertad e igualdad.
Son las sutilezas que van desvelando la intencionalidad del actual régimen, que cada vez aterra más.
La Reflexión
Es
de tanto horror la situación social, jurídica e institucional de
nuestra patria, para quienes nos avocamos a su estudio, que quisiéramos
fuese solamente la pesadilla de una mala noche; y en la mañana
levantarnos con un hermoso país, por sobre los problemas, que siempre
los habrá, pujante hacia un mejor existir. Empero con cada rayo de sol
la cruda realidad lacera nuestras conciencias.
Cuando
se mira la historia y se ponderan las tragedias existenciales de
naciones y culturas, llevadas a crueles sufrimientos generacionales y
hasta a sus aniliquilamientos, gracias a actitudes contrarias al mínimo
buen juicio que debería prevalecer en el homo sapiens respecto de la
existencia racional que lo define; no cabe sino preguntarse ¿cómo pueden
los pueblos caer en semejantes fosas al raciocinio? ¿Qué tipo de
disociación de la realidad hace que millones de jóvenes concurrieran a
sacrificar en las estepas rusas sus vidas, sus sueños, el prodigio
maravilloso de sus existencias, a favor, no de Napoleón sino de la
irracionalidad, de la absurda y estúpida intencionalidad del grupillo
social que él expresaba? ¿Qué hizo que una ideología, como la
nacionalsocialista, llevase al pueblo alemán al horror de la “solución
final”? ¿Cómo pudieron los rusos permitir que el marxismo-leninismo los
despojase de la libertad de ser, del sentido común existencial, del ser
racional, de su espiritualidad, de sus creencias, de sus pasiones, de
sus amores, de sus cantos, de sus poesías, de sus esperanzas, de su fe…?
¿Qué atavismo miserable lleva al ser humano a desvincular su
racionalidad y espiritualidad de la armonía del todo que lo comprende,
para sumirse en el despropósito de la suma egoísta de intereses
individuales en torno de ideologías falaces desvinculadas de su realidad
existencial, integral, plena, cierta y posible?
¿Qué
es lo que ha hecho que hoy en Venezuela se encuentre política, social,
jurídica, económica, institucional y éticamente en ruinas? ¿Cómo se ha
podido permitir esto? ¿Dónde está la mínima racionalidad necesaria para
entender que de esta forma cualquier sociedad es absolutamente inviable,
que es solamente cuestión de tiempo para que los fantasmas de las
pasiones humanas se desaten? ¿A quiénes han formado nuestras
universidades, instituciones y centros humanísticos, que “desconocen”, o
no hacen ni dicen nada, o asienten con actos lo que sus conciencias
reprochan, o simplemente cotizan su intelectualidad al mejor postor?
¿Cómo
se les dice a los niños de hoy que hubo una Venezuela que era la meca
de América Latina, con un estándar de vida relativamente muy alto, que
tenía, como todo país latinoamericano, mucha desigualdad e injusticia
social por corregir, pero que soñaba, reía, cantaba y sobretodo vivía
una existencia asentada sobre una estructura institucional racionalmente
acertada, que por “imperfecta” les abría un mundo de posibilidades
evolutivas? Que no se sabe lo que se tiene hasta que se pierde.
¿Cómo
se les dice a esos niños, que perdieron en la tómbola probabilística de
la existencialidad de las sociedades humanas, y que tristemente les
tocó padecer los embates de una ideología hegemónica que con sus
sofismas les despojó sus derechos a existir en plenitud, y que cargarán
en sus vidas la cruz de las taras genéticas debidas a esta hambruna que
azota al país?
¿Cómo
se le puede decir, tal como sarcásticamente lo hace el gobernante, a un
anciano de 90 años, que vive el sobretiempo de su existencia en
minutos, que ahorre para un futuro promisor, cuando apenas la pensión le
alcanza para dos tres víveres? ¿Qué oscura manipulación sicológica
pretende coartar la impostergable inmediatez de sus reivindicaciones,
para someterlos a la búsqueda de un futuro que por determinación evolutiva
se pondera en horas?
La Estrategia
Igualmente cada vez se hace más claro el proceder ante tan cruel realidad.
Tres
premisas deben fundamentar la acción política que contrarreste al
actual régimen, basadas en sus carencias y dolencias: a) El concepto del
gobernante estadista, en contraposición al líder mesiánico o gendarme
necesario. Un candidato tan incuestionable éticamente, que el tildarlo
de “burgués ladrón vendepatria”, lo martirice. b)
El criterio de la libertad de ser en toda su diversidad y
complementariedad, aquí y ahora, cierta, posible, inclusiva,
integradora, perfectible; en contraste a la quimera de la promesa de una
sociedad perfecta que nunca llega y de una realidad cada día más
incierta y cruel. c) Un gobierno de consenso, al cual todos los factores
políticos se sometan convencida e irrestrictamente, limitado a un
período, teniendo como prioridad la eficacia gerencial, el compromiso
ético de mejorar lo actual desde ya, soportado por un programa económico
de avanzada que comprenda la integralidad de la nación y refrendado por
las grandes economías del mundo, con proyectos concretos y compromisos
de buena fe de esas naciones de inmediato y mediato cumplimento, con
énfasis en dotar a cada sector social precisamente de lo que adolece, en
descripción minuciosa del proceder, sin dejar flotante ninguna
especificidad; desde el cafecito y la arepa seguros en la mesa de la
doña, hasta la más sofisticada máquina o instrumento, pasando por las
materias primas para artesanos y manufactureros, materiales y equipos
para los estudiantes, creadores e inventores, el suministro seguro y a
precios justo de combustibles, lubricantes, neumáticos y repuestos para
el parque automotor público y privado, dentro de criterios de sobriedad y
austeridad económica, pero claros en su rol principalísimo en la
productividad y libre desenvolvimiento del país. Sin descuidar detalles
como la hostia y el vino del sacramento, el celular para el cotilleo, la
pintura de uñas para la niña coqueta y hasta la tanguita playera para
la chica lujuriosa. Convenir con las empresas automotrices mundiales un
programa de remozamiento y reactivación del parque automotor, iniciable
el segundo día de la toma de posesión. Ofrecer traer al país los mejores
técnicos y artesanos del mundo, con compromisos concretos, al fin de
impulsar sobre bases competitivas el aparato productivo, enseñando a
pescar en vez de la indignante permuta de peces por votos.
Si
desde este momento todos los factores políticos se uniesen en torno de
esas tres premisas, con un plan minuciosamente elaborado y con una
detalladísima estrategia comunicacional de primer nivel, el actual
régimen tendría constitucionalmente los días contados…
Porque
a estos regímenes políticos, que desde criterios tan amplios y
grandilocuentes, enmascarando acciones absurdas, fuera de la más
elemental lógica y racionalidad, pretenden subyugar a un país; no se les
puede confrontar políticamente desde conceptos tan abstractos como la
libertad, igualdad y justicia social, la soberanía de los pueblos del
mundo, la lucha por un mundo mejor, etc. La estrategia debe centrarse en
los detalles, que desde sus pequeños espacios e instantes concretan la
existencialidad humana y la dotan de sensatez y sentido teleológico
racional y espiritual. Todo radica en tener la suficiente habilidad
política para hilar fino donde el régimen es basto y torpe. De llegar,
con acciones comunicacionales concretas, a esa instancia social en la
cual la racionalidad y espiritualidad desbrozan los espacios, a veces
resquicios, por los cuales fluye la evolución humana, en un proceso
políticamente restringible, pero por su esencia absolutamente
indetenible. Así, al despeje y ensanchamiento de esos mini-cauces
racionales y espirituales, o de elemental sensatez existencial, si se
quiere, debe orientarse subliminalmente la estrategia política. Hacia la
conformación de un inmenso torrente político social de rescate del
Estado democrático de Derecho y de justicia.
Año Viejo, Política Obsoleta, Torpe y Absurda
En
fin, este año transcurrió completo sin cambio significativo en nada –en
cuanto lo bueno, porque la mala calidad de vida sí cambia cada día
hacia peor-. Solo una elección presidencial adelantada inaudita parte
por el árbitro electoral a requerimiento del gobernante actual, lo cual
de plano la hace írrita, pues, no habiendo mediado hecho fortuito ni
causa de fuerza mayor, el árbitro electoral constitucionalmente no puede
adelantar el proceso electoral presidencial sin lesionar los derechos
políticos de aquellos candidatos, partidos o grupos de electores que se
opusieren. De tal forma que constitucionalmente a partir del cinco de
enero del 2019 Venezuela entrará en una fase política y socialmente muy
complicada, con un nuevo presidente elegido en contravención de las disposiciones constitucionales.
Un año viejo que nos dejó
un nuevo presidente que en estricto criterio constitucional no lo es, y
un programa de recuperación, prosperidad y paz económica que no ha sido
sino un gigantesco fraude a la buena fe y esperanza de la ciudadanía
¿Qué será del año que viene? Lo que Dios quiera: Que el Diablo nos
agarre confesados.
Roguemos porque la sensatez se imponga: Porque se comprenda que este país es de todos y como de todos debe gobernarse.
Ojalá
impere la sensatez y cordura, y así como se dice que se acuerdan los
precios de los productos, igualmente el próximo año se produzca un gran
acuerdo nacional en el que todos los sectores y factores sociales se
sometan irrestrictamente al Estado democrático de Derecho y de justicia,
fuera de la “viveza” entre pendejos, que hace del país botín del menos
torpe pero igual de estúpido; apostando en vez al juego político
ajustado a derecho y conforme a los cánones de la política
contemporánea, por la cual en un Estado pueden coexistir y gobernar
ideologías diferentes y contradictorias, siempre y cuando concierten
constitucionalmente los fundamentos de una institucionalidad capaz de
asimilar las bondades de cada factor político y de promediar a su mejor
expresión social los temas y aspectos discordantes, posibilitando la
expresión integral, pertinente, concreta y plena de la existencialidad
de todos los seres humanos hijos de una patria llamada Venezuela.
De
esa forma sí estarían reingresando estos lares de la Capitanía General,
luego de la gesta independentista liderada por Bolívar, a las páginas
gloriosas de la política universal, cuando en un pequeño país
históricamente libertario, se reconfiguraron las ideologías en pugna y
casi en el quiebre definitivo, para estructurar una nueva forma de hacer
política y de plantarse ética, racional y espiritualmente el ser humano
frente al fenómeno social, en expresión de su segunda redención: la de
su torpe estructura político social, de sus alienaciones a ideologías
foráneas y del desconocimiento de su identidad cultural, que fundamenta
la igualdad, la justicia y la paz.
Ciertamente,
dadas las circunstancias, tales augurios parecen más que imposibles,
pero menester es aspirarlo mientras quede algún hálito de esperanza.