lunes, 16 de febrero de 2015

Notas Sobre Economía y Otras Cosas.

La paradoja del milenio que recién culmina, es el haber abierto luces al prodigio maravilloso de las ciencias, a la ponderación y medida objetiva, cierta, del fenómeno existencia del ser humano, y a su posibilitación en cuanto ente individual y social sujeto de derechos concretados merced al Estado. Pero también el culminar esos mil años con una ciencia enseñoreada por sobre el ser humano, atentando no solamente en contra de su dignidad sino de su misma sobrevivencia como especie; además de una libertad, que pretendiendo falazmente ser absoluta, ha resultado vasalla de sí misma.  Todo expresado en la conflagración entre dos modelos políticos que contrapuestos en expectativas y procederes, convergen en la aberrada y atroz negación del ser humano.

Precisamente dentro de esa paradoja se conformó y desarrolló la Economía ”científica”, en cuanto instrumento evolutivo que posibilita la coexistencia humana frente a los “problemas” crecientes de la vida social moderna.

Y por esa misma paradoja la economía, como el Derecho y en general todas las ciencias, fueron poco a poco puestas a orbitar respecto de sí mismas y no  en torno a su centro gravitacional natural: El ser humano.

Así, el diseccionamiento segregador naufragante de las ciencias, que tras una mal entendida y sobrexcedida “especialización” , culminada en pequeñísimos oasis de saber inconexos con el torrente evolutivo de la humanidad y fuera de su perspectiva existencial natural; también ha trastocado a la ciencia económica.

Además, la Economía ha adolecido de la perversión de los criterios liberales de libertad; cuyos enunciados, demostrado históricamente, han devenido en  grilletes para la sana, pacífica, justa e igualitaria coexistencia social. Concluyendo en la aberrada transmutación del ser humano por el capital como principio y fin de la razón de ser de lo económico.

De la tergiversación y perversión de los conceptos devinieron ideologías y teorías políticas falaces, a las que se les contrapusieron otras ideologías que a la postre han resultado tan falsas como aquellas, por provenir de la misma raíz evolutiva: el paradigma cientificista, positivista y liberalista del milenio dos mil.

Porque la historia ha evidenciado drásticamente que el problema no es el capital ni el Derecho ni el Estado ni la religión, todos chivos expiatorios de las siempre “bien intencionadas” pero intelectualmente “taradas” tesis políticas de izquierda; por constituirse en mera reacción al modelo que contraponen,  y por no saber desprenderse a tiempo y de forma racional y lógica de su cordón umbilical evolutivo, haciéndose antihistóricas, ineficaces y torpes. El inmenso, complejísimo, simple y verdadero “problema” de las tesis económicas y políticas es y será siempre, el ser humano.

Mientras se persista en la torpeza de seccionar al ser humano en cuanto a sus circunstancias fácticas existenciales y no en integrarlo en tanto los principios, valores, antivalores, virtudes y vicios que lo caracterizan evolutivamente; las acciones políticas y económicas, por muy bien intencionadas que sean, estarán condenadas al fracaso.

Más importante que la conciencia de clase, que ubica respecto a determinada circunstancia social, es la conciencia humanista espiritual, que plantea , contrapone, dilematiza y proyecta al ser humano respecto de lo que ha sido y de toda la plenitud de su posibilidad existencial. Empero, no un cuestionamiento intelectualoide, no, sino intuido, muy sutilmente percibido si se quiere, pero sublimemente vivido. Siendo ese el propósito último de la sociedad, del Estado, de la economía, del Derecho y de las ciencias en general: la posibilitación pertinentemente evolutiva e histórica de la plenitud existencial de los seres humanos.

La conciencia de clase sola llama a la reacción visceral frente a una realidad social determinada; mientras que la espiritual humanista conforma el cuestionamiento, acción y proyección holística y sinérgica del ser humano. La primera, casi siempre concluye en un mero enroque o sustitución clasista; mientras que la otra, en el peor de los casos siempre deja un saldo vivencial ético, axiológico, de valores y principios, de sana lógica elemental de vida, significantes del verdadero cambio revolucionario de las sociedades. Por eso las revoluciones auténticas son esencialmente espirituales, humanistas y culturales.

El “pobre”, el “indiecito” y el “negrito” no es más bueno ni menos malo que el resto de la sociedad , por una razón elementalmente simple: él es también ser humano. ¿O no?  Ahora, sí, les beneficia la duda por determinada circunstancia social histórica; pero de ahí a crear categorizaciones excluyentes, segregacionistas, intrascendentes y torpes de los seres humanos, no puede resultar en algo menos que el autoentrampamiento  histórico típico de la izquierda.

¿Cuántas veces escuchamos de los sectores de izquierda aquella sentencia casi apocalíptica de que: “el día en que en los Estados Unidos llegue un “negro” al poder…”  Pues hoy en día tienen a un “afrodescendiente” de presidente y el mundo sigue igual. Es más, ha superado a sus antecesores  en algunas acciones “imperialistas” de segregación social y de ataques a la izquierda internacional… Ahora, lógicamente que el ascenso a la presidencia gringa de un ciudadano de piel oscura evidencia un trastrocamiento del “orden” social norteamericano, pero también nos  escupe en la cara, sobretodo a aquella izquierda “inocentona”, que los “negros” son parte del “imperio”, y como tales ellos también son invasores y colonialistas, y no solamente aquel arquetipo del norteamericano catire estirado y la gringa flaca desteñida y tetona.

Por qué no reconocer que gran parte de los criminales invasores a Irak, Afganistán y Libia ¡¡son “bondadosos”, “sufridos “ y “buenos”  descendientes de inmigrantes latinos!!. Por qué no aceptar de una vez que los buenecillos “indígenas” han sido históricamente capaces de imperios tan malvados y atroces como cualquier otro. Por qué no decir que el destino de Pizarro habría sido poco halagüeño si no se hubiese trompicado con un “imperio” Inca en decadencia, inmerso en guerras intestinas por el poder, y si no hubiese contado con la colaboración de las facciones enfrentadas y de las tribus vasallas de aquel imperio. Por qué no aceptar que para el siglo XVI grandes civilizaciones como la Maya estaban prácticamente extintas por los mismísimos problemas de orden político, económico y ambiental que en sus lineamientos fundamentales amenazan a las sociedades humanas en todo momento y en cualquier tiempo.

¿Por qué al ser humano le cuesta tanto mirar al miserable, al desvalido, al históricamente excluido social, y verse reflejado en ellos en cuanto seres  humanos hijos también de Dios? Pero igualmente ¿ por qué la reticencia de ciertos grupos revolucionarios de verse en el espejo del ser burgués “depredador “y “malvado” que todos llevan en su genética humana y que  los acecha en cada recodo existencial?

En fin, si no se entienden y comprenden las simplezas, abstracciones, facticidades y trascendencias del “ser” humano, no se podrá jamás concretar planteamientos políticos, económicos y jurídicos eficazmente posibles. No puede pretenderse desarrollar ciencias sociales prescindiendo del ser humano en la integralidad de su circunstancia evolutiva histórica.


ELEMENTAL,  Mr. WATSON

Es que lo económico, como lo jurídico, es elementalmente simple, desde su génesis en el animus social del ser humano hasta toda la amplitud de su desarrollo conceptual y técnico; que al expresar, referirse y plantearse integralmente respecto a la sociedad siempre actual, pues necesariamente resguarda en sí esa línea de elementalidad que lo posibilita tanto como simple se resuelva la ecuación existencial del ser humano. Resultando que su aparente enrevesada complejidad resulta precisamente por la incomprensión de lo social, por considerar a la sociedad como un bloque de “recursos” humanos o de comunas o de simple y llanamente “pueblo” ; y no como expresión integral, holística y sinérgica del ser humano en su más elemental, auténtica y cruda manifestación existencial.

Criterios que demarcan inmensas y contrapuestas diferencias. Un “bloque” social se talla y esculpe al gusto y gana. Mientras que un ente vivo integral, holístico y sinérgico, solamente es moldeable hasta los límites de su plasticidad política, determinada por factores fácticos, históricos, evolutivos, coyunturales y estructurales, y posibilitada únicamente desde el elemento que la conforma: el ser humano.

Es decir, la técnica científica tallará el bloque y lo seccionará en millones de números o cifras; pero el modelado del ente social desde su fundamento existencial sólo es posible mediante la concepción y acción política humanista y espiritual. Estableciéndose así los linderos naturales, lógicos, racionales, ontológicos y axiológicos de la ciencia económica. Límites que no tienen nada extraordinario, si se considera y acepta que la razón de ser de la economía es el ser humano en su cuanto su posibilitación existencial.

Y precisamente de esos linderos se pueden conformar algunos caracteres de la economía; la cual debe ser naturalmente transcendente, ontológicamente honesta, evolutiva e históricamente pertinente, racionalmente ética y  humanamente posible.

Naturalmente trascendente, por amoldarse y sincronizarse al fluir evolutivo insoslayable para proyectar con fundamento y certeza su acción posibilitadora del ser humano. Ontológicamente honesta, por ubicarse con humildad intelectual en su roll político social, bajo la premisa de que solamente con el previo reconocimiento de sus límites, puede desarrollar todas sus potencialidades. Evolutiva e históricamente pertinente, por entenderse y comprenderse dentro de una circunstancia de la humanidad que la demarca en su eficacia, invistiendo de sensatez y sindéresis a su acción, pero también que amplía su perspectiva  de posibilidades.  Racionalmente ética, por cuanto su desarrollo científico está orientado y determinado por el compromiso con la verdad. Y humanamente posible, en tanto pretenda concretarse desde abajito, desde la más simple expresión de la cotidianidad existencial del ser humano.


EL ACONTECER ECONÓMICO

Porque lo económico, más allá del ser un mero hecho expresado por la actividad que lo conforma, constituye un acontecimiento existencial, siempre presente, siempre necesario, siempre posible mientras el ser humano sea humano. Es decir, la actividad económica no se cualifica principalmente en cuanto a la producción material en función del vivir, o buen vivir; sino en tanto constituye expresión existencial del “ser” humano, en un acontecer  que traspasa el hecho de la actividad irreflexiva y autómata para constituirse en manifestación de su más profunda intimidad.

Así pues, el enriquecimiento egoísta desmesurado, la usura, la especulación y el acaparamiento, no son males o perversiones ajenas ni erradicables de un sistema económico, pues de suyo constituyen factores, antivalores, que fundamentan la estructura regulatoria de dicho sistema, y por tanto, en el  caso ideal estarán siempre presente como posibilidad amenazante.

De ahí se infiere la ingenuidad y torpeza de las propuestas económicas que  pretenden de un tajo la erradicación de dichos antivalores ínsitos a la naturaleza humana para crear una sociedad perfecta, sin comprender que esa sociedad sin el referencial evolutivo de los antivalores, no será de humanos sino de dioses, pues la brecha evolutiva entre el ser humano y Dios la expresan precisamente los vicios y antivalores. Dios es todo en absoluto lo que el ser humano intuye pero no puede alcanzar.

Por eso los comunistas reniegan de Dios, porque, según sus postulados ideológicos, el ser humano actual, por acción de la sola razón y mera voluntad, puede volcar y revolcar la evolución y la historia, y por ende darse, merced a la conciencia de su estatus social, la sociedad perfecta. Luego entonces, para qué la espiritualidad, si ésta le estorba a la razón; y para qué Dios, si cada comunista lo puede ser.

Empero también se evidencia la perversión de la genética conceptual del capitalismo, al fomentar los vicios y antivalores a los fines de hacer al ser humano vasallo de sus propias torpezas, prisionero en una sociedad en donde la justicia oprime, la libertad avasalla, la igualdad discrimina y la solidaridad no es más que limosna.

Resulta entonces obvio que los modelos económicos contemporáneos han pendulado conflictivamente entre esos dos extremos, en un extraño mutualismo que los justifica recíprocamente en sus sofismas. Por tanto, todo planteamiento económico humanamente viable debe ubicarse sabiamente dentro de ese espacio pendular de lo humano, no fuera.


CUÉNTAME UNA DE VAQUEROS

Por todo ello, tras escuchar a los tecnócratas del actual gobierno en retahíla de palabras pretendiendo justificar lo injustificable, camuflando los sofismas con la buena fe y usando verbo incoherente para ocultar lo inocultable: La  mega devaluación de nuestra moneda, y por ende, el mega empobrecimiento formal del venezolano. Tras ese bla bla bla…, la respuesta necesaria del ciudadano sensato tiene que ser: Ahora cuéntame una de vaqueros…


POR FAVOR  ¡¡NO ME QUIERAS TANTO!!

Un año esperaron para devaluar y dejar la estructura de privilegios casi intacta bajo el argumento de que es por “amor al pueblo”. El SICAT 3 (reconocido por el mismísimo ministro en cuerpo presente) resultó en un mamotreto que una persona o ente monopólico lo manipula y fija el dólar a su real gana.., y aún así nos lo impusieron durante un año “por amor”. También nos dicen que sostendrán la regaliña de divisas a la más que nunca privilegiada burguesía, con la consecuente depredación del venezolano, por puritito cariño al pueblo.

Jura y perjura el gobierno, que la burguesía parasitaria, que no ha producido ni un comino durante 15 años, apropiándose de ñapa de veinte mil millones de dólares por instrumento del mamotreto del sistema cambiario, además de acaparar y especular atrozmente con los bienes necesarios a todos los venezolanos, ahora sí fructificarán como buenos ciudadanos, ofrecerán los productos a precios justos y pondrán sus dólares a disposición de una puja sana, justa y honesta, para el bien del país; todo porque los susodichos lo han jurado por un puñado de cruces. Y colorín colorado…

Es que si se sobremontasen los audios de las ruedas de prensa del año pasado y la de hoy, harían duo vocal y conceptual perfecto… Cuasi las mismas palabras, el mismo nerviosismo, la misma ironía, iguales las “buenas intenciones” y el “amor por el pueblo”, así como también idéntico el propósito hipócritamente soterrado: la devaluación de nuestra golpeada moneda.

Si van a devaluar que lo hagan por la calle del medio y ya, con sinceridad, honestidad y transparencia, en acto de “amor” que comience por el respeto.

Pero, para ello se requiere eficacia en el proceder. Y la acción eficaz exige  claridad y autenticidad en los conceptos, honestidad intelectual, compromiso ético en el proceder e inflexibilidad en el cumplimiento del deber. O sea, un giro de 180 grados conceptual y procedimental.

¡¡¡TORPEZA!!!

Este gobierno en materia económica ha resultado reiterada y crecientemente torpe, con “p” de pendejos… Es que en este país no se producirá absolutamente nada mientras el gran negocio sea la especulación con las divisas. Bien gafo es quien se amargue la vida montando una empresa para obtener unas relativamente pocas  ganancias luego del vía crucis que significa la sana producción en el país, cuando tiene a la vuelta de la esquina cientos de miles de dólares calientitos  a disposición del que llegue primero. Dinero contante y sonante, sin esfuerzo alguno y libre de impuestos, es la consigna económica hoy en Venezuela. Toda la labor “productiva” se centra en hacerse de dólares a 6,30 o a 12 o 15 Bs y venderlos a 200 Bs. Sea por medios “legales “ o por los consabidos “atajos” administrativos, el asunto es participar de la rapiña especulativa con las divisas, pues ese muerto no tiene dolientes.

“Denme un cupo de dólares y me volveré millonario”, es la máxima en boga la patria del bolívar x el dólar… Definitivamente… las “palancas” de Arquímedes han cambiado… pero sus efectos siguen igualitooos…

Hoy el país está pagando el precio de no haber tomado las medidas necesarias hace un año. Todo por las incoherencias, torpezas, vacilaciones y enculillamientos de un gobierno auto denominado “revolucionario”. Así es imposible gobernar bien. Al tin marín y a las medias tintas no puede ser el proceder de quienes quieren en verdad concretar un sistema político de justicia, igualdad, libertad, solidaridad y paz.


“ A ELLA LE GUSTA LA GASOLINA…”

Por supuesto que a la burguesía parasitaria le encantaría el aumento de la gasolina, para que el gobierno continúe lanzándoles dinero como papelillo, en esa regaliña fuera de toda lógica.

Aumento justo y necesario, pero que se hace injusto e improcedente dada la incapacidad manifiesta del gobierno para manejar los recursos del Estado. Más de veinte mil millones de dólares lanzados por la ventana, y que no  haya ni un “chinito” preso…, lo dice todo.

Al hijo pródigo se le ajustan las cuentas para corregirlo, no se le entrega más dinero para que lo dilapide.


SIN ESTADO SIN DERECHO Y SIN JUSTICIA

El requisito esencial para concretar cualquier modelo político es hacerlo dentro del marco estricto del Estado de derecho. No existe opción posible, si se comprende que el Estado y su instrumento, el Derecho, no limitan la libertad sino la posibilitan. La justicia, la igualdad, la solidaridad y en bien común eficaces, solamente son concretables dentro del Estado de derecho y de Justicia.

Al escuchar al Presidente de la República reconocer en cadena nacional  que, sabiendo de la comisión presunta de hechos tipificados como delitos contra la patria por nuestra legislación, “por su autoridad” exculpó a los implicados y los mandó “para su casa”… También al ver al Presidente de la Asamblea Nacional y al Alcalde de Caracas, en programa televisado nacionalmente, disponiendo y exponiendo a libre criterio el túmulo indiciario del proceso investigativo, determinando hechos, valorando pruebas y estableciendo responsabilidades, por sobre las funciones constitucionales del Ministerio Público y del Poder Judicial. Un diputado a la Asamblea Nacional es un diputado y un Alcalde es un Alcalde, con facultades y responsabilidades establecidas en la Constitución Nacional y en las leyes, no en los estatutos de un partido político ni en sus criterios particulares de ciudadanos. Las buenas intenciones, la defensa de la democracia, el enfrentamiento de los grupos radicales desbordados, es válido y plausible, pero con ajuste estricto a las leyes, de lo contrario será más de lo mismo. La arbitrariedad fue criticable ayer, lo es hoy y lo será siempre. Hoy en Colombia, país en guerra interna, existe un proceso judicial en contra de altos funcionarios del anterior gobierno por los “pinchazos” o “chuzazos” telefónicos; si supieran los vecinos que aquí todos los días cualquier mozalbete hace públicas grabaciones de ese tipo sin rendir cuenta ante las autoridades sobre su procedencia y ajuste al debido proceso… Ante todo eso no puede más que reconocerse que  tristemente el Estado de derecho y de justicia continúa brillando por su ausencia.

Es que el someterse al imperio de las leyes y de la justicia no implica debilidad sino fortaleza, contundencia e inflexibilidad. El problema es que  ese imperio ¡¡aplica en cualquier sentido!! , sin discriminar si se es del gobierno o de la oposición, y sin valorar intencionalidades más allá de lo que las mismas leyes consideren. Lógicamente, tales “limitaciones” lleva a los actores políticos a “relajar” al Estado y a las normas para así amoldar a su conveniencia, sea buena o mala, el Derecho y la justicia.

Por eso es repetitivo en nuestro país que la oposición se queje de los mismos abusos de derechos y de las mismas injusticias que cometió cuando gobernaba. Es nuestro karma.


ENTRE GOLPES DE ESTADO Y GOLPES DE PECHO

Un golpe de Estado a un gobierno democráticamente electo es un atentado reprochable a la institucionalidad, sea por los propósitos que sea, aquí, en la India y en la Cochinchina. Quien lo cometa que asuma su responsabilidad. Ahora, lo aberrante es conmemorar en fiesta nacional un golpe de Estado fallido en contra de un gobierno democráticamente electo, y luego tildar de criminales terroristas a quienes “siguiendo el ejemplo” pretendan acceder al gobierno por vías violentas.

Porque lo importante y hermoso del sometimiento a la justicia y al Derecho dentro del marco institucional del Estado, más que las medidas sancionatorias que procedan en cada caso, es ese movimiento silente hacia los valores de justicia y legalidad; es la conformación de un sentido común hacia el cumplimiento del deber, por sobre los particulares intereses y conveniencias. Todo ello posible merced a un factor determinante: el ejemplo del gobernante. Si se siembra abrojos no puede cosecharse lechugas.

Siempre al tratar auténticamente lo económico se termina redundando en el ser humano, la sociedad y la política. Necesariamente debe ser así. Y hoy en nuestro país también concluimos tristes, inmensamente tristes… ( por ahora, mientras la arrechera no aflore…)

En medio de una súper mega devaluación, y lo que es peor, anegados en el barrial de contradicciones, incoherencias y torpezas supuestamente socialistas del actual gobierno; hoy también toca hacer de pitonisos. Tal como ocurrió con lo de Cadivi, avizorado casi al detalle, no por poderes videntes sobrenaturales sino por la simpleza de ponderar la realidad bajo el enfoque de la experiencia histórica, y sobretodo, por considerar y comprender al ser humano en toda su magnitud existencial, de sus virtudes, valores, vicios, antivalores, aberraciones y perversiones; solamente exaltables o atemperables, proyectables o reprimibles dentro del marco del Estado de derecho y de justicia.


“ENTONCES QUE COMAN PASTELES”

Cuenta la historia que esa fue la respuesta de María Antonieta cuando le informaron respecto de los reclamos del pueblo por no tener pan…

“Los venezolanos comen hasta seis veces al día”, ripostó el Presidente de la República actual ante las críticas por el desabastecimiento y principalmente por las atroces medidas económicas concebidas para favorecer a los grupos económicos poderosos y para empobrecer más a los sectores mayoritarios de la población, aparentemente a los fines electoreros de acorralarlos en la dependencia absoluta de las dádivas gobierneras.

Con las actuales criminales medidas económicas el gobierno se juega sus últimas cartas. Apuesta a la capacidad histórica de sometimiento y de “aguante” del “pueblo” venezolano. En tanto ha puesto a sus siquiatras y sicólogos a cambiarle el sentido estratégico a la revolución bolivariana bajo condición extrema de sobrevivencia. A instancias de quienes se ha virado de la novedad y frescura del proyecto al puro instinto del sobrevivir, al temor de perder lo logrado, a “calarse” lo malo por temor a lo peor. Seguramente también por recomendación de esos personajes, el gobierno, luego de anunciar la mega devaluación y de autorizar aumentos sustanciales en la mayoría de los artículos de la “cesta básica”, enseguida revela el desmontaje de acciones en contra de Estado, logrando así que la opinión pública se desvíe de la mega devaluación hacia el “intento de golpe”. ¿O no resulta extraña esa “cortinilla de humo”.


CUESTIÓN DE TIEMPO

Ojalá que quienes lean estas notas en el futuro no les den la razón. Ojalá que estos textos sean simples impertinencias a una hermosa realidad concretada, cuando se las tope algún curioso de la web. Ojalá que todos los venezolanos de buena fe podamos ver y disfrutar de un país eficazmente andando los caminos del autentico socialismo, o como quieran llamarlo los más susceptibles.

Empero, con total sinceridad intelectual debe decirse que tal como marchan las cosas y dada la reticencia del actual gobierno a cambiar conceptos y a modificar criterios y procedimientos, el actual proceso revolucionario no tiene más futuro que un oso panda en las salinas de Araya.

Así, todo es cuestión de tiempo. Podrán ganar inclusive algunos venideros procesos electorales mediante la “hipoteca” de los recursos del Estado, pero eso no le quitará el plomo en el ala que lleva.


 ¿¡¡¡ QUÉ HACER !!!?

El qué hacer, el para qué y el cómo hacerlo, es asunto del gobierno. Que actúen y asuman las consecuencias conforme a sus criterios. No obstante,  de acuerdo a los lineamientos expuestos en estos textos, se pueden plantear algunas posibilidades.

Una es, sin lugar dudas y tan obvia como el sol que nos da su luz todos los días, el desmontaje de ese mamotreto aberrante del control cambiario.  Sustituirlo por un sistema eficaz y eficiente de administración de las divisas bajo el criterio inflexible e irrevocable del quiebre definitivo de los privilegios, usando para ese fin los mismos sacrosantos postulados del capitalismo en sus mejores acepciones.

Si se quiere libre mercado, pues que se tenga mercado en su más libre, justa, igualitaria y democrática expresión. Pero libre de verdad, a la buena, dentro de toda la plenitud posible dentro del Estado de derecho y de justicia.

Si se desea que se “abran” las importaciones, entonces que se agarren, porque cualquier venezolano podrá importar y exportar directamente los bienes que requiera, rompiendo con las mafias monopólicas eternas en ese sector. Prohibidas, por ejemplo, las “representaciones exclusivas” de marcas y productos por empresas que a su vez utilicen esos mismos productos en sus procesos productivos…

Si se exige la libre empresa. Pues que viva la democrática, justa, igualitaria, solidaria y libérrima empresa.

Luego, si el mercado fuere verdaderamente libre para acceder competitivamente a los insumos. Si estuvieren deshechos los controles monopólicos de la producción. Si la especulación con la divisa ya no fuere rentable y ni siquiera posible. Y si el Estado y el gobierno fungieren de  grandes promotores de la libre y justa empresa. Entonces al venezolano no le quedaría otra que abandonar la ilusión perversa de tomar un trozo de la rapiña cambiaria, y al contrario, marchar hacia la certeza del sano y “enriquecedor”, desde todas las aristas sociales y humanas,  emprendimiento productivo.

Todas esas acciones enmarcadas dentro del paso fundamental que sería desparejar a la aberrada debilitada dupla Estado- gobierno de los grandes factores económicos, dejando al gobierno como el rector de lo económico, sin cortapisas, ni chantajes ni amenazas, en tanto que los factores monopólicos son subsumidos en justo nivel y proporcionalidad dentro del cuerpo social, quien ya no es determinado por el capital y la actividad comercial sino por el ser humano y la familia, actores del acontecimiento económico que tiene al capital justo como valor instrumental. Además, a la par del desmontaje de la súper estructura de privilegios, autárquica y depredadora del ser humano que avasalla al Estado y a la sociedad a sus intereses y conveniencias, se va conformando el gran marco del ser humano, de la sociedad y de la economía posibles: el Estado de Derecho y de justicia.

¿Imposible? No. ¿Dificil? por supuesto. Empero todo depende de la perspectiva con que se enfoque y de cómo y desde dónde se “ataque”. La claridad conceptual, la definición de objetivos y el planteamiento estratégico y táctico son vitales. Tal cual David, la cuestión es saber dirigir la onda… Esos grandes “monstruos sociales” se enfrentan eficazmente desde abajito, desde el ser humano.

Lo imprescindible para ese tarea es la certeza, contundencia, astucia y audacia en la actuación del Estado y del gobierno, que es distinto a la temeridad desubicada y torpe. Dicho de otra forma, el gobierno requiere en primer lugar de “cojones” para hacerle entender a cualquier factor apócrifo de poder económico que se les enfrente, quién puede quebrar a quién. Tal determinación de acción es efectiva más aún tan sólo como posibilidad, si es percibida como convicción necesaria e irrevocable.

Finalmente, la moraleja es que la elementalidad y simpleza de lo económico  se complejizan irresolublemente en la medida en que éste sea determinado por el capital y no por su principio y fin.

domingo, 1 de febrero de 2015

Ante la Crisis: ¿Qué Hacer con el Presidente?


Cuando Luis XIV "enunciaba" jactancioso “el Estado soy yo”, estaba de hecho reconociendo un poder transcendentalmente superior al suyo, a un entrejido de intereses, privilegios, necesidades, carencias y sobretodo de esperanzas, capaces de sustentar estructuras políticas pervertidas, pero también de demolerlas y arrasarlas a su paso.

Es que en los esbozos del concepto de Estado del mismísimo Richelieu se evidenciaba el carácter espurio del poder real, pues tras la tosca y tanteada “razón de Estado”, se sustentaba una fuerza política trascendente a la mera voluntad del rey, de la cual el propio Richelieu era expresión y cuyos linderos  se ampliarían hasta tocar la afirmación política más íntima del ser humano: su poder soberano. Siendo todo ello pura manifestación del acontecimiento revolucionario contra el cual no pueden ni teorías, ni doctrinas, ni dogmas, ni religiones: la revolución del conocimiento, que manipulada, negada o perseguida siempre se impone.

Porque el logro político de nuestros tiempos ha sido plantear y reconocer al ser humano como razón de ser del Estado, como su fundamento ontológico y posibilidad de su fuerza y capacidad perfeccionadora, pero también como posibilitador de toda su expresión evolutiva. Es decir, el ser humano en cuanto sujeto pasivo y activo del poder del Estado.

Y es desde esa racionalidad evolucionada del Estado en cuanto expresión política necesaria superior del ser humano social, espiritual y trascendente, que hoy cada ciudadano está facultado para valorar la gestión del gobernante mandatario, no solamente como manifestación meramente  gratificatoria o sancionatoria cada x números de años, sino en cuanto valoración propositiva en todo momento y en cualquier tiempo, cuestionándole desde cualquier ángulo o arista técnica o ética su gestión, y hasta solicitándole la renuncia, si así desde su conciencia lo creyere pertinente.


RESPONSABILIDAD ULTRATERRENAL

En la actualidad en nuestro país políticamente tenemos una situación sui generis. Un Presidente de la República prácticamente impuesto en artículo mortis por el gran líder del llamado proceso revolucionario bolivariano.  Cierto es que el Presidente fue electo según el procedimiento constitucional en elecciones libres y democráticas, pero también no es menos cierta la carga emotiva de la mayoría seguidora del Presidente fallecido, al cumplir sus deseos por sobre cualesquiera ponderaciones políticas lógicas y racionales.

 Así los hechos, se da la circunstancia política de un nuevo Presidente de la República electo constitucionalmente pero que de hecho se asume como continuador de la persona del presidente anterior, en una especie de constitucionalismo místico religioso que pretende extender más allá de su vida terrenal el mandato de un Presidente de la República fallecido.

Esto no tendría mayores consecuencias políticas y jurídicas, es más, hasta es buena y sana la intención de preservar y trascender los valores y principios de los líderes políticos hacia las nuevas generaciones… El problema se presenta cuando se pretende soslayar la responsabilidad del Presidente actual bajo el manto de expresar la voluntad del Presidente fallecido, y en consecuencia, descalificar cualquier crítica respecto de la gestión del gobierno so pretexto de que así se critica injustamente y se contradice la voluntad extraterrenal del mandatario fallecido.

Por supuesto que en todo esto debemos presumir la buena fe. Pero políticamente no basta con el sano propósito si no está consustanciada con la lógica y racionalidad de lo del Estado, es decir, si no se escinde la voluntad particular grupal hacia el deber ser institucional trascendente.

Y precisamente es ahí donde radica el quid de asunto político en su expresión más prístina: desprendernos del yo quiero, del gobierno y el Estado soy yo; al todos queremos y debemos, al gobierno y Estado somos todos. Porque, mientras el ciudadano piense y actúe hacia la sociedad y el Estado teniendo como fin su predio de intereses particulares, por muy bien intencionados que éstos sean, su coexistencia no será sino la sobrevivencia en una selva cruel de resguardos de privilegios salvajes o de búsquedas de salidas laberínticas que siempre al final terminan en la misma realidad de miopía política y de pobre conciencia espiritual de nuestros pueblos. 


EFICACIA…  ¿DÓNDE ESTÁS?

Ahora, deben existir formas, maneras o directrices que permitan reorientar lo político hacia los predios de su auténtica eficacia. La primera sería, sin lugar a dudas, el reencauzamiento del conocimiento hacia el replanteamiento del Estado, el “reconocimiento” del Estado como una razón que trasciende nuestra voluntad hacia un “querer” y “poder” holístico y sinérgico, cuyas exigencias específicas determinan insoslayablemente la eficacia de cualquier proyecto político.

En segundo lugar debe sustentarse el proyecto político que se trate en tres premisas fundamentales: Novedad, atemporalidad y transcendentabilidad.  La novedad llama al compromiso vigente con la verdad, con el conocimiento aplicado al bienestar humano, a ese redescubrirse permanentemente en sus posibilidades, a la siempre buena nueva del saber reorientado a la plena coexistencia en sociedad; pero no como simple enunciado teórico sino como un compromiso ético de acción.

La atemporalidad implica abandonar el criterio tradicional de pretender sintetizar las acciones políticas hacia demarcaciones de tiempo etéreas, que nunca llegan, o que cuando al fin se alcanzan nada significan, pues están ya integradas a otra realidad social que a su vez las expresa en otras acciones, cayendo así la intencionalidad política de hecho en un eterno despropósito de propuestas , cuya eficacia merma tanto como altas sean las expectativas y largos los tiempos “estimados” para su concreciones. Empero esto no implica contradicción con los fundamentales y clásicos planes a corto, mediano y largo plazo, no, la “atemporalidad” solamente supone el propósito y acción plenos en y desde el ahora, considerando que el futuro es una construcción incierta posible sí solo sí se hace lo debido en el presente. Por ejemplo, la construcción de la gran muralla china tomó cientos de años, pero su concreción como obra monumental sólo fue posible desde cada segundo, desde cada pisón, desde cada gota de sudor que la hacían realidad; ella, como toda obra humana, es un producto histórico, es decir, conformada y posibilitada desde cada instante existencial. Por supuesto, todo esto sin desmeritar en forma alguna la facultad maravillosa del ser humano de proyectar su existencia sublimemente hacia el porvenir, pero entendiendo y comprendiendo que los sueños no se “alcanzan”, se viven.

En tanto la trascendentabilidad exige primordialmente un compromiso ético con la verdad, y por tanto, el desprendimiento de intereses egoístas personales o grupales en aras del ser humano, en la plenitud de su acepción, como expresión de una existencialidad que va más allá de su espacio tiempo físico.

En tercer lugar, la eficacia de todo proyecto político se mide, valora y retroalimenta de hechos concretos, de acciones ciertas, diferenciadas, integradas y proporcionadas que lo expresan en toda la bondad y certeza de su verdadera magnitud política, y no debe ponderase sólo en expectativas falseadas conforme a una realidad social discordante con discursos políticos que, más allá de las buenas intenciones, en todo caso lucen torpes y realistamente hipócritas. Significando ello la conjugación perfecta de la necesidad, el querer, el poder y el deber, comprendiendo que la eficacia no se mide por “triunfos” sino por el deber cumplido.

La evolución, la historia y la humanidad no convergen en un destino preconcebido, sino que divergen en un abanico probabilístico maravilloso.  Nuestra independencia del reino de España, sólo fue la concreción de una posibilidad que pudo ser miles de formas diferente, peor, igual o mejor;  pero que, siendo lo que fue, posibilitó otras “posibilidades” que hoy expresan nuestra venezolanidad. Bajo esta premisa Bolívar no podía liderar nuestra independencia, conformar una unión perfecta de repúblicas, con paz, amor, justicia, libertad e igualdad, valgan las redundancias, y luego retirarse a mecer chinchorro en el valle de Aroa…  No, su obra política humana, con sus aciertos, errores, virtudes y vicios, ya culminaba para 1829, en adelante todo era el desencadenamiento de los acontecimientos crudos de la realidad, en donde ya los sueños y aspiraciones nada pueden hacer sin la preexistencia del hecho vivencial que los valide, justifique y posibilite.

La conciencia de lo anterior nos lleva a replantear lo político en términos concretos, ciertos, inmediatos y “vivibles” de su eficacia. En donde el resultado se mida en función no de lo que todos aspiren o digan, sino por lo que cada uno haga. Pero cuidado, no se trata del quehacer individualista ni del raso despersonalizado pretendidamente comunitario, no, se trata de la justa, proporcionada, diferenciada e integrada acción hacia el propósito político social común.


“ZAPATERO A SUS ZAPATOS”

Si por sobre las críticas validas algún aporte se le reconoce a Taylor, es el haber evidenciado el rendimiento en la eficacia de los propósitos humanos cuando cada actor se centra en lo concreto de su responsabilidad, excediendo los resultados a las posibilidades de cada uno por separado…

Así como en la vida social no es necesario que un panadero sea un denunciante o actor político de banderín y pito, no, con sólo ser un buen panadero, vivir honestamente, no hacer daño a nadie y cumplir con la ley, su cuota de responsabilidad política estará satisfecha. Lo mismo sería por ejemplo para el heladero, taxista, médico, abogado o la “ama de casa”. Por una razón elementalmente simple: para encargarse de lo público, fomentar y permitir la justicia, la libertad, la igualdad y el bien común, posibilitando la sana coexistencia social ¡está el Estado!

Por tal motivo deben revalorizarse cuantitativa y cualitativamente la responsabilidad del actor político, además de especificarse según su ámbito de acción. Cuantitativamente no es la misma la responsabilidad política, administrativa, civil o penal de un Magistrado del TSJ, por ejemplo, que la de un panadero, aunque a los primeros generalmente “se les queman los panes”. Ni tampoco puede pretenderse equivalencia de responsabilidad política entre un diputado o ministro y un heladero, médico o abogado. Ahora, desde la óptica de su cualidad ética las responsabilidades de todos  esos actores sociales es idéntica: El cumplimiento del deber.

Y así como el obrero, el médico o el transportista no pueden abandonar sus labores, pues entonces no habría obras ni transporte y morirían los enfermos; la dejación o relajación de las responsabilidades del magistrado, ministro o diputado, promueve la injusticia, desigualdad, ineficacia y anarquismo del Estado.

Por eso luce torpe la intención de convertir la sociedad en un pugilato político, en donde los políticos no cumplen con su responsabilidad y los ciudadanos deben descuidar las suyas para suplirlos, conformándose de esta forma una disfuncionalidad estructural de la sociedad y del Estado a todas luces imposible de sostener en el tiempo.

Y es esa misma inercia rutinaria de trasfondo que sustenta la dinámica de las sociedades, la que fundamentalmente sostenía a aquellos reyezuelos. Porque el ser humano en sociedad al final lo que desea es expresar su existir de la mejor forma posible, como quiera y en lo que pueda, pero siempre en el hoy, en el instante del milagro de la vida, abandonando, por lastre natural, lo político a la costumbre. Algo que le funciona, en tanto sea la tradición la que valide el estatus quo de los actores sociales. El problema es que la costumbre  expresa al hecho vivencial cambiante y perfectible, que inevitablemente dinamiza las relaciones de poder dentro del ente social, creando exigencias y expectativas que desestabilizando en apariencia al ente social, en realidad manifiestan una tendencia dinámica evolutiva natural.

Ahora, esa linealidad evolutiva insoslayable se pervierte cuando los grupos privilegiados pretenden despojarla del carácter fáctico inmediato existencial que la valida, para sustentarla y justificarla por los sofismas teóricos del “destino”, es decir, el ser humano sometido políticamente a un querer y poder más allá de su conciencia, voluntad y acción; situación que lo avasalla y crea un represamiento evolutivo de lo social que inevitablemente ha de estallar de alguna forma.

Por eso la Constitución de una nación expresa sublimemente el querer, poder  y voluntad del ser humano vivencial y la proyección de su voluntad. La Constitución no manifiesta un destino sino que expresa la posibilidad cierta de un grado conciencia histórica proyectada objetivamente desde el hecho vivencial real y concreto. Por eso a los gobernantes, bien intencionados, se les esfuman sus pretensiones políticas como agua entre los dedos, por ver a la constitución a lo lejos, como punto de fuga de un existir de tropiezos hasta que se le alcance. Sin entender que ese punto apenas es la concreción de cada realidad, del día a día que lo construye ladrillo a ladrillo, pero que al  alcanzarlo se divisa otro punto y así sucesivamente. Siendo precisamente ese el quid de la eficacia de la acción política, construir grandes proyectos desde el existir real menudo y cotidiano.


ECONO... ¿MÍA? ¿TUYA? ¿O DE TODOS?

Y es desde esa eficacia que debe plantearse políticamente la economía, mirada desde abajito y no de soslayo y en lo alto. Pues la acción económica debe ver luz, proyectarse conceptual y realísticamente desde el ser humano hacia el ente social, y no ser producto de suposiciones, conveniencia o vanidades académicas de un trío de tecnócratas, quienes deben limitarse a su función técnica específica, modesta y subordinada a las directrices de un proyecto político racional, lógica, sensata, honesta, humanista y socialistamente planteado, meticulosamente ejecutado y pertinentemente  reformulado y corregido. Porque el Gobierno es del proyecto político que expresa y no de un grupo de sujetos, sea Presidente de la República, gobernador o alcalde.

Por eso resulta obvia la calificación de la acción económica del actual gobierno: Prepotente, pretenciosa, jactanciosa, inconveniente, insensata, irracional, ilógica, inhumana, elitista, torpe y antisocialista. Lo que no desmerita para nada las “buenas intenciones”.


LA POLÍTICA AL TIN MARIN…

Es que no se trata solamente del sano propósito de hacer sino de tener la conciencia espiritual, la voluntad y valerse de los instrumentos conceptuales,  ideológicos y metodológicos, expresados en acciones concretas para lograrlo, cumpliendo con el deber legal, ético, epistemológico, ontológico, histórico, humanista, socialista.

Ahora, ciertamente que el cumplimiento del deber implica el riesgo de “perder” la dirección del poder político institucional, que es inherente a toda acción política por la misma dinámica social que la justifica. No el poder en su más pura acepción, que al ser una cualidad y expresión políticamente ética, honesta ante el ser humano, ante la sociedad y ante el Estado, traspasa cualquier circunstancia institucional (Por ejemplo, el poder político de Luther King fue inmensamente mayor que el que puede ostentar el actual presidente de los Estados Unidos).

 Esto último es algo que la izquierda socialista jamás ha comprendido, pues resulta que inmersos en un mar de contradicciones, dudas, errores conceptuales y prepotencias, esperan “alcanzar el poder” para luego preguntarse qué hacer, al tin marín…, cuando ya deberían haber accedido a la dirección institucional del Estado con auténtico poder político y con los  lineamientos conceptuales y procedimentales básicos definidos, desarrollados e irrevocables.

Por favor, que nadie diga que el triunfo electoral corona el poder político, pues generalmente, por no decir siempre, no es así. Ganar una elección evidencia fuerza electoral, que es distinto al auténtico poder político. Mandela tuvo más poder político estando en prisión que luego como mandatario, ya con las vicisitudes, errores y “negociados” de la política concreta.

Ahora, obviamente que el acceso a la dirección institucional del Estado implica la posibilidad de proyectar en todo el cuerpo social el proyecto político que se trate (Léase bien, proyecto político, el de todos, los que existieron y los que están, no los criterios de fulano, zutano o merengano). Es decir, el acceso a la dirección del poder institucional del Estado, cuando responde a un poder político auténtico, genera un compromiso histórico de voluntad y acción hacia el cumplimiento del deber, que se concreta por la eficacia. Luego entonces, ser eficaz implica saberse manejar entre el marco conceptual espiritual del deber histórico, las exigencias fácticas del poder político y las vicisitudes, pertinencias y limitaciones estructurales y coyunturales del poder político institucional. En todo caso, el saldo debe ser positivo, increscendo y siempre bajo la premisa, estando claros respecto al auténtico significado del poder político y el deber que implica, de que es  ética y estratégicamente correcto perder el control del poder institucional cumpliendo con el deber y no renegando con hechos, por acción u omisión, de los fundamentos del poder político que lo expresó electoralmente.

Mutatis mutandis eso es lo que le ocurre en la actualidad al “proceso revolucionario bolivariano”, pues ha caído en una sinrazón que lo tiene ostentando “triunfos” mientras da tumbos entre el tímidos enunciados socialistas y bacanales de salvaje capitalismo. Más contradicciones en un proyecto político es imposible de lograr, aun poniendo en ello todo el propósito.


 EL AÑO DE “GRACIAS”  Y LAS SINRAZONES

Un año de gracia tuvo el gobierno para redefinir el rumbo ante las circunstancias políticas acaecidas. Por eso, comenzando el segundo tenía el deber de iniciar con las 20, por decir una cifra, medidas económicas y sociales  que fundamentaran ciertamente su acción política. Sin embargo eso no fue así. La ola especulativa e inflacionaria se ha venido incrementando cuasi exponencialmente ante la inacción insólita del gobierno. El año 2014 resultó en un término prescriptivo clave para el proceso bolivariano; tanto así que el presente año 2015 se inició con fuertes nubarrones de desesperanza, desasosiego y frustración social, desatados, más allá de la acción desestabilizadora persistente de la oposición, por el aderezo de un año de acciones ineficaces, de promesas “rayadas” cada dos días en cadena nacional de un paraíso para el dos mil cincuenta, cuando la atroz realidad ahoga al ciudadano ahorita, ya. Agregando los anuncios de medidas correctivas “radicales” que tienen más bulla que cabuya. Y amén del viaje alrededor del mundo del Presidente de la República buscando desesperadamente auxilio financiero para una economía ahogada por la baja de los precios del petróleo, cuando unos dos meses atrás el gobierno anunciaba en cadena nacional, en otra sin razón, que la baja de los precios en nada afectaban las rentas del Estado, aún devaluándose a un dólar por barril (¿?).

En esos y estos momentos es cuando cabe preguntarse ¿hacia quién va dirigido el discurso del gobierno?, mejor dicho ¿cuál es su verdadera intencionalidad al anunciar a los cuatro vientos esas irracionalidades?... Sea a quien sea, la acción de negar lo obvio resulta insultante al sano juicio de la colectividad; además de peligroso, pues pudiere resultar en el detonante de situaciones sociales difíciles.

Actualmente el gobierno ha anunciado ciertas medidas económicas escuetamente concebidas y torpemente implementadas. Algunas han debido tomarlas hace un año, otras nunca, y el resto no son sino paliativos, meros apósitos al mal de trasfondo del actual gobierno: su incoherencia  procedimental respecto del socialismo que presume.

Por ejemplo, la medida del establecimiento y marcaje del precio máximo de venta al público (PMVP) la gran mayoría de los venezolanos la solicitábamos desde hacía años y las esperábamos vigente para marzo del año pasado a más tardar. Pero le tomó un año al reloj revolucionario del gobierno comprender la necesidad de tal medida. Por supuesto que para los del gobierno ese lapso no es significante, pues su calendario de acción política está marcado en medio siglo, luego así, un año es nada dirán los gobierneros. (Mañana, lunes 02 de febrero, ningún producto debería ser facturado a precio superior del marcado por el importador o productor según las directrices del Estado, so pena de prisión y las sanciones administrativas y mercantiles que correspondan para los responsables. Luego de un año de espera y tres meses de prórroga, es lo menos de esperar. Aunque, por los paseos de los “imputados” por Miraflores, el gobierno como que reculó…).


O CAMBIAS O TE VAS O TE CAMBIO

Presumiendo la buena fe, el problema del gobernante es la incomprensión  del acontecimiento económico en su más justa, precisa, legítima y fundamental expresión, todo producto de las aberraciones, prejuicios y falaces dogmas conceptuales que conspiran contra la eficacia de cualquier acción política de sana intención; siendo expresión de ello el desconocimiento adrede (para no “descuadrar” las teorías marxistas leninistas y su cohorte) del ser humano en toda su magnitud existencial, y con él de la sociedad y del Estado y su institucionalidad.

Empero, vayamos por algunos ejemplos de los tantos miles que enriquecen nuestra interminable colección de torpezas políticas. Dicha medida del  establecimiento del PMVP ha debido estar enmarcada dentro una acción integral jurídica, mercantil, económica y sobre todo comunicacional y educativa. No es con el simple anuncio gobiernero, egoísta y chucuto que se debe proceder, no, es con la integral y eficaz acción comunicacional mediante una campaña de enseñanza crítica ética, jurídica, mercantil, de sano juicio y máximas de experiencia, que racionalicen, concienticen y eduquen respecto de su acontecer existencial al ciudadano. Empero aquí volvemos a la pregunta ¿hacia quién va dirigido el discurso y acción del gobierno?

Bueno, en verdad ya lo sabemos: al pueblo. El asunto es que el consabido pueblo, hermoso concepto en que su acepción auténtica expresa una historia, una cultura, un modo de ser, una manera de luchar, de afrontar la realidad y de mirar al futuro; cuando se concreta históricamente, cuando se hace de carne y hueso, cuando se especifica en cada ser humano, en cada hombre, en cada mujer, en cada niño y niña, pasa a llamarse ciudadano, es decir, el pueblo sujeto de derechos, deberes y principalmente de la conciencia de ser rector de su propio destino. Siendo precisamente esa la cualidad que separa al pueblo de súbditos del pueblo de ciudadanos.

Y en ello radica primordialmente el milagro de la política desde los tiempos del “rey sol”. El Estado no secuestrado por cualquier reyezuelo papanatas sino surgiendo desde la intimidad existencial de cada ser humano, volcados jurídica, institucional, humanística, axiológica y espiritualmente el propósito, necesidad y destino del convivir en sociedad.

Y es desde esa cualidad jurídica y existencial que recoge y reconoce nuestra constitución, que hoy podemos plantearnos qué hacer con el Presidente y su gobierno sin temor ni inhibición alguna. Constitucionalmente se le puede solicitar pacíficamente la renuncia, estando en sus facultades acceder o negarse a ello conforme a sus criterios y el de quienes lo apoyen, pues constitucionalmente es su derecho concluir el período por el cual fue electo. También es posible revocar su mandato, aunque la experiencia ha evidenciado la inconveniencia del referendo revocatorio para los grupos políticos opuestos al gobierno de turno, pues más bien pareciera servir  como vehículo de legitimación en vez de revocación, al menos en los casos en que el gobierno cuenta con suficiente respaldo electoral. La opción más obvia y natural es la de esperar a que el gobernante concluya el período para el cual fue electo, siempre y cuando la ineficacia no desate los fantasmas de la conflictividad social…, algo que nadie quiere pero tampoco puede evitar, pues su génesis expresa el extremo radical del poder soberano y derecho humano político por excelencia: El derecho a la rebelión.

Luego entonces las alternativas reales y eficaces ante el cuestionamiento de tal o cual gobierno son de carácter eminentemente político. En realidad nada nuevo. La oposición a relucir hasta el mínimo detalle los errores del gobierno, a “darle en el huesito del codo” con cualquier acción política pacífica que revele las incoherencias, errores, contradicciones y falsedades del gobernante, utilizando para ello todos los medios de comunicación, publicidad y propaganda que dispongan, sin caer en la trampa y mucho menos ceder al chantaje de que deben publicitar las obras del gobierno, no, que cada quien cuide lo suyo. El gobierno cuenta con toda la maquinaria y recursos del Estado para anunciar y promover sus obras, aunque la mejor publicidad es la eficacia, pues ésta supone una acción integral que aún en pequeñas escalas o niveles significa cambios notables en la vida social. De esto se infiere que un proyecto social grande inconexo pudiere ser menos relevante que varias pequeñas acciones ligadas estratégica y metodológicamente a una cadena de acontecimientos proporcional, diferencial e integralmente controlados.


AUTO-SEGREGACIÓN COMUNICACIONAL

Así, luce peregrina la consecuente queja del gobierno de que está aislado comunicacionalmente, cuando lo correcto sería decir “autosegregado”, cuando no lisiado estratégicamente. Si luego de 15 años en el poder, de emisoras televisivas fuera del aire (y del “cable”),  otras “compradas” misteriosamente por grupos económicos afines al gobierno que las “silencian” hasta neutralizarlas casi totalmente. Si todavía se queja el gobierno por no tener voz luego de haber posibilitado la creación de cientos de emisoras comunitarias de nuevo cuño ético y legitimidad comunicacional social. Si teniendo al aire casi una docena de televisoras nacionales, multiplicadas en cada estado y municipio; más la red de Radio Racional en tres versiones y frecuencias en todo el territorio nacional, amén de la televisora internacional latinoamericana Telesur. Si a pesar de tener dos satélites “revolucionarios” orbitando al planeta y trasmitiendo servicio televisivo a cientos de miles de hogares venezolanos, mención aparte de las cadenas nacionales cada dos días. Si a pesar de todo ello y de los cientos de miles de millones gastados en folletos, pitos y pancartas para los actos de masas, el gobierno se siente aislado comunicacionalmente, entonces estamos ente un grave caso de baja autoestima y de incapacidad comunicacional crónica.

Es que el proceder político sano y conveniente es tener a una oposición seria, sí, pacífica, sí, proactiva, sí, pero también restregándole en la cara todos los días, a cada hora minuto segundo, sus yerros u omisiones, en buena lid y sin “salidas” violentas. El gobierno por su parte debe hacer lo suyo, para eso es gobierno.

Otra alternativa política necesaria, lógica, racional y fundamental, debe surgir desde las propias instancias del proceso revolucionario. Siendo pertinente que una dirección calificada y legítima tome el control político del gobierno, a los fines de reorientarlo por el cauce socialista, y en todo caso, para asumir la responsabilidad histórica por el triunfo o fracaso del proyecto, teniendo en cuenta que éste no pertenece a ninguna persona o grupúsculo.

Tal vez ese sea uno de los grandes vuelcos que deba dar la acción política de nuestra patria, más aún bajo la óptica socialista: El compromiso ético y el sometimiento del gobernante a las directrices del proyecto político al cual debe su elección y asunción del cargo que ostenta. Bajo esta premisa cuántos alcaldes, diputados y gobernadores estarían políticamente de “patitas en la calle”, bajo el criterio de que es más sano y conveniente un pillo y su pequeño séquito fuera del partido, que carcomiéndolo desde adentro.


AMARGA y TRISTE Y REALIDAD. IMPUNIDAD, BENDITA IMPUNIDAD

Ahora, volviendo a nuestra realidad, no existe explicación, lógica, racional, coherente, sensata y hasta del más elemental sentido común, para el extraño contubernio entre el Gobierno y los sectores económicos importadores y distribuidores. Es que esa relación ya raya en el sadomasoquismo. Insultos, gritos, dolor, llanto, “guerras”, allanamientos, detenciones…, para luego terminar abrazados en el Palacio, firma que te firma acuerdos y más acuerdos. Cada vez que se plantea un reajuste económico los susodichos se presentan a Miraflores con carpetica y lápiz mongol nuevecitos… ¡¡ buscando dólares!! Lo insólito es que el gobierno, triste, dolido, compungido, “bravo” y queja que te queja por la “guerra” de los tales sujetos; al final, entre  “guisquesitos” y las consecuentes carcajadas, les aprueban cientos de millones de dólares ¡¡sin control alguno!! Bueno, uno que otro allanamiento y alguna denuncia histérica del “golpe económico”. Cosa que no es de temer, pues todo es asunto de padrinos. Al final, luego de imputarles en cadena nacional al menos seis delitos de diversa tipología, los vemos muy frescos en el Palacio con el Vicepresidente, a quien ya tildan de “Alibabá”, pues recibe en su despacho a todos los peces gordos imputados de especulación y acaparamiento que les manda la Superintendencia de Precios Justos… Sería interesante saber cómo le hacen para sustraerse de la acción de la justicia y además recibir en premio la distribución de “mi casa bien equipada”.  El mundo al revés, como diría Galeano.

Precisamente es la impunidad institucionaliza y reforzada por criterios “socialistas” pervertidos la que está destrozando a este nuestro país. Ya no vale un comino amenazar al delincuente de que se va a “pudrir en la cárcel”, pues el sujeto bien sabe que con el padrinazgo político, el rosario de “beneficios” procesales, la “vista gorda” de los cuerpos policiales, la  voluntad blanda de fiscales y jueces, amén del encompinchamiento de la “ministra de los choros”…, la sentencia, en un lejanísimo supuesto, no significaría más que un retiro espiritual…

En este país las cosas comenzarán a cambiar el día en un Presidente de la República anuncie al país la destitución y sometimiento a la acción judicial de un ministro o alto funcionario de su más profunda confianza y afecto personal, en vez de la tradición cuartorepublicana continuada al caletre por los bolivarianos: La solicitud disimulada del cargo y la remisión del responsable a un puesto diplomático, para que recapacite, según ellos.

Impunidad, bendita impunidad. Todo gobernante o funcionario bolivariano es inocente y libre de cualquier atisbo de sospecha hasta que se corra políticamente de bando, pareciera ser la premisa del gobierno actual. Pruebas fehacientes en los señalamientos de corrupción en contra de los funcionarios del gobierno, exigen los diputados en el congreso; es decir, no basta que el ciudadano tenga “fundados indicios” para ejercer su control soberano sobre la administración pública, sino que debe hacer de fiscal del ministerio público y de los cuerpos de investigación policiales… El mundo al revés.

Cuanta falta nos hacen los ejemplos... De Bolívar existen docenas. Pero recordemos el reseñado por Cicerón, de aquel General que habiendo prohibido la toma de botín, tuvo que ejecutar a su propio hijo por haber desobedecido su mandato... Las auténticas revoluciones son esencialmente éticas y culturales.


GUERRA AVISADA…

Ya son dignas de los mejores teledramas las repetitivas llorantinas del gobierno por la perengana “guerra económica”, mientras prácticamente no  hace nada para solucionarlo. Aparte de sosa es de lugar común esa argumentación, pues de suyo el capitalismo está en permanente guerra con cualquier modelo político económico que se le contraponga y hasta consigo mismo. Siendo este precisamente el principalísimo factor estructural desestabilizador del sistema político económico capitalista: su tendencia naturalmente irremediable al monopolio y la consecuente eliminación de la competencia, atentando contra uno de sus fundamentos ideológicos: el libre mercado. De tal forma que sorprenderse porque la mapanare sea venenosa no tiene gracia.

El sistema capitalista es genéticamente perverso y pervertido. Eso ningún pensamiento sensato puede hoy en día refutarlo. La gran depresión mundial de los años treinta lo evidenció descarnadamente. De allá para acá toda la acción política ha rondado respecto a la morigeración o replanteamiento de las ecuaciones económicas y de las políticas liberales. Empero, una cosa es el capitalismo como sistema y otra el capital, en cuanto expresión política, social, cultural, histórica evolutiva y sobretodo humana. Por eso también ya nadie con dos dedos de frente se atreve a plantear su abolición de la sociedad, junto al Derecho, a las instituciones y al Estado mismo, amén de la “opiácea” religión.

Sabido esto, resulta un tanto inocente y hasta hipócrita el asombro del gobierno porque el cochino en el sartén resulte en chicharrón. Esta “crisis” o “ataque económico “era de esperar tanto como el Relámpago del Catatumbo. La cuestión está en el cómo enfrentarla.

Una opción es lo que está haciendo el gobierno: someterse masoquistamente a ella y cobardonamente tratar de “sobrellevarla”, con unas reunioncitas y acuerditos por aquí, jaladitas a los poderosos grupos económicos por allá, manteniéndolos contentos con su inmensa tajada de dólares mientras procura paliar en algo la molestia popular con aumentos de salario insignificantes, “ferias” de alimentos subsidiados y algunas loterías de bienes… La otra opción es lo que no se ha hecho ni se hará: el aprovechar la crisis para introducir cambios radicales en la estructura económica con el menor trauma posible. Esa es la paradoja de las crisis.

La bondad de de las crisis es que abren veredas para los cambios. Pero no el cambio torpe, radicalizado y ciego a troche y moche. No. Es la transformación sosegada, pertinente, racional, realista, espiritual, humanísticamente conceptualizada y estratégicamente implementada. Sin prejuicio alguno. No protegiendo ni persiguiendo ni “sancionando” a lo pretoriano, pues eso, aún dando resultados pírricos en lo momentáneo, a la final lo que hace es correr la arruga del problema, además de evidenciar la debilidad del gobierno ante la desestructura económica social. Es con la seguridad y contundencia del que está claro en su proceder, y la cordial severidad del que actúa en términos estrictos de justicia, que se debe trasformar el modelo económico ¡¡Con las mismas armas del contendor!! verbigracia ¡¡Participar a la buena del juego capitalista!! A los jugadores de naipes no se derrota persiguiéndolos ni allanado sus garitos, sino ganándoles a los naipes.

Acción conceptualmente clara y estratégicamente eficaz es lo que se requiere. Pero mientras el gobierno siga con esa quejadera adolorida artrítica, y la Fiscalía y el TSJ en ese mundo de maravillas con Alicia pasando las de Caín; mientras el defensor del pueblo se empecine en la tradición de los activistas de los derechos humanos de proteger primeramente a los victimarios y no a las víctimas; y mientras el presidente de la Asamblea  Nacional, en vez de estar controlando al poder ciudadano y judicial, estudiando, planteando y aprobando leyes estratégicas para salir de la crisis e impulsar al país, haga las veces de aquella articulista de farándula “Chepa Candela, revelando a viva voz los informes confidenciales de los cuerpos de inteligencia del Estado, desde hechos de gravedad hasta las más triviales menudencia: que si lo que comió fulano , que si el color de la corbata etc. Sin entender que al resaltar mas allá de lo pertinente, obsesivamente, las carencias del adversario, evidencia sus propias debilidades; además de que el relajamiento de las garantías ciudadanas a la privacidad causa inseguridad, pues el traspaso de los límites de la arbitrariedad, sea por los fines que sea, afecta subconscientemente a todos los ciudadanos en las expectativas de su libertad; una vez abierto el grifo de la arbitrariedad, es prácticamente imposible contenerlo “aguas abajo” (Los cuatorrepublicanos saben mucho al respecto). Mientras todo eso siga en ese estado de cosas, mantener la revolución es tan posible como contener agua en un manare.


EL ESTADO DE DERECHO

He aquí el elemento clave para la sustentación de cualquier modelo político de buena voluntad: el sometimiento irrestricto al Estado de derecho (que en términos prácticos políticos implica no hacer hoy lo que no quieres que te hagan mañana). El Estado de derecho limita las prerrogativas circunstanciales de unos en función de una razón social histórica evolutiva superior común: El Estado. Es algo tan simple pero a la vez tan difícil de comprender e implementar dentro de la estrategia política, siendo el camino fácil hacerlo a un lado en aras de propósitos políticos “superiores” (cuando media siquiera la buena intención). Craso error, pues el Estado es el único camino de la sociedad y del ciudadano posible. Entiéndase, la facultad del individuo del pueblo a la reivindicación histórica de sus derechos implica no solamente el pedazo de tierra, o la vivienda o a la pensión, sino principalmente el ser ciudadano, en toda la extensión de su significado, con derechos progresivos en lo material e inmaterial.

Y es esa progresividad en los derechos lo que determina la dinámica evolutiva de las sociedades, del Derecho y del Estado y su institucionalidad. Y fue ese status evolutivo de conciencia jurídica y política la que en su momento y circunstancia le voló de un tajo la testa al tataranieto del rey que se creía el Estado; la que gestó la libertad de nuestras cinco naciones y la que estalló en febrero de 1989. Pero también la que hoy, en los albores de este año deja entrever algunos fantasmas de la rebelión popular del 89… Todas  situaciones políticas diferentes pero dentro de la misma línea evolutiva política jurídica: la progresividad de los derechos, que siempre, de la forma que sea, deja en la saga la inercia anquilosante de los proyectos políticos.

Ese estatus de conciencia progresivo hacia sus derechos del ser humano y de la sociedad, está determinado por diversos factores que lo modelan históricamente: el conocimiento, la conveniencia, la conformidad y sobretodo la necesidad de vivir. Sí, de vivir, en cuanto única posibilidad actual de la humanidad, que dota al ser humano de ese animus evolutivo instintivo de existir a plenitud, de allanar caminos y de pasar por sobre lo que sea, teorías políticas, hechos de fuerza o chantajes económicos. Por eso la  dominación y el avasallamiento político, siembra la ignorancia, apela a la necesidad y promueve el conformismo.

La ignorancia se puede también cultivar con libros, si éstos no están abiertos en contenido e interpretación al más auténtico y libre espíritu crítico, arrastrando al individuo hacia la conveniencia y el conformismo. Por tanto,  las ideologías cerradas, hasta la actualidad todas, ahogan el espíritu crítico pretendiendo perpetuarse irracional y antihistóricamente. Pero los “pueblos”, ahora sí, ¡pueblos! en su significado histórico, siempre allanan caminos y los dejan atrás.

Por eso es un contrasentido invocar y promover la conciencia y derechos del “pueblo” y a la vez pretender maniatarlos a los criterios políticos de unos cuatro sujetos. La torpeza y la ineficacia hacen trizas las” buenas intenciones”  políticas junto al proyecto que las pretenda. La historia de las sociedades lo evidencia, y en tanto seamos “humanos” continuará siendo así.

Y es ese “desconocimiento” del ser humano el que no permite plantear modelos políticos económicos justos, sensatos y factibles. Así, el poder del ciudadano llevado a instancias institucionales deviene en poder político, y por tanto, en carroña partidista. También, el ánimo de especulación y de enriquecimiento fácil no respeta ideologías ni credos ni clases sociales, si se rompen los hilos sociales y del Estado de derecho que los mantienen dentro de sus márgenes mínimos para la sana convivencia social.

Ello explica porque la inoperancia y aberración del cacareado “poder popular”, porque al final son instancias partidistas, por ende sometidas a “disciplina”, por ende no libres y plurales, por ende pervertidas y pervertidoras del orden social. Sin desmeritar que al principio luzcan el frescor y esplendor de la novedad. Pero luego que se asientan y reacomodan los intereses se le comienzan a ver las costuras a esas instancias sociales. “Consejos Comunales” que legal y solidariamente gestionan viviendas o cualquier otro beneficio social para personas ciertas en estado de necesidad, pero una vez obtenidos los recursos los subastan al mejor postor. Por supuesto que existen algunos grupos comunales que funcionan, y seguramente muchísimos. El problema es que la perversidad subyacente de esos galimatías que pretenden conformar fuerzas sociales apolíticas desde instancias políticas para tengan poder político libre, resulta en el error garrafal de partidización de la sociedad.


LA VENTANA DE OBERTON

Al final, más allá de cualquier planteamiento teórico, siempre lo que nos acompaña es la ineludible cruda realidad. Ante ella podemos resignarnos estoicamente, amoldarnos convenientemente o enfrentarla incómodamente. Sea lo que sea, siempre cada ciudadano, expresando históricamente su conciencia política como pueblo, es quien decide. Cuatro décadas tardó para lanzar por la borda a un sistema “democrático” de relativamente buen y esperanzador comienzo, pero de creciente corrupción ética, moral y estructural. Oportunidades tuvieron aquellos para rectificar. Mesas de acuerdos iban y venían, pero la estructura del Estado estaba deshecha, y el recomponerla implicaba inevitablemente el replanteamiento de los privilegios, y antes de perder los privilegios, que quiebre el Estado.

Hoy el actual gobierno juega políticamente con fuego, apostando a que el enorme liderazgo heredado del presidente Chávez lo hace ignífugo a los problemas sociales. Hasta cierto alto grado tal expectativa es válida, pero como en toda acción humana existe un punto de quiebre, en el cual lo inmediato existencial, la pura intención de sobrevivencia y la necesidad ontológica intuida de buscar y construir la existencialidad plena, lanza a los pueblos en busca de caminos de sosiego, ciertos o errados pero son sus caminos.

“Tanto va el cántaro al agua hasta que se rompe”. El primer año de este gobierno fue de gracia. El segundo se les pasó completico sin hacer práctica y eficazmente nada. Ahora, en el tercero, jura por un puñado de cruces que  hará al fin algo. Aunque las medidas anunciadas no son muy halagüeñas, pues mientras no se dé un vuelco conceptual y en consecuencia procedimental a la acción de gobierno, su corrosión interna será inevitable. Es que aún “estabilizando” precariamente esta grave crisis con los actuales criterios y procederes, el gobierno quedaría en una condición de debilidad política manifiesta.

La solución, no salida, a la crisis la hay, más aún cuando la llamada “Ventana de Oberton” es para el verdadero socialismo un inmenso portal a capricho y gusto del ser humano y no del capital. El asunto es usarlo.


EL  MILAGRO: ¡LA MULTIPLICACIÓN DE LA POBREZA!

Empero, en todo caso el aprendizaje político social y jurídico que nos deja esta crisis es invaluable. Resulta asombroso ver cómo los ciudadanos de un país en cuestión de un mes reducen a la mitad su capacidad de compra, duplicando su “pobreza”; cómo cada semana al ir al mercado o a la panadería  el tamaño de la bolsa se reduce a la mitad; cómo en todas las páginas de venta web del mundo se ofrecen artículos que en nuestro país son vendidos hasta en cien veces su precio etc. etc. etc.  Y no obstante ¡¡¡el gobierno permanece indolente!!! ante semejante aberración económica y perversión moral generalizada en el país.

Gracias a las omisiones del actual gobierno en Venezuela no existen motivos para no acaparar y especular. El acaparamiento y la especulación  constituyen el gran negocio en nuestra patria. Los cientos de nuevos establecimientos comerciales que se aperturan únicamente con las expectativas del sobreprecio, generan perturbaciones al sistema económico muy difíciles y socialmente costosas de erradicar. Si a eso se le suman los aumentos pírricos consecutivos de salario tratando de “compensar” tal aberración económica, se va conformando paulatinamente un punto de no retorno a la crisis, que pareciera ser la intención del gobierno, dejar las cosas tal como están, con el añadido de algunos paliativos más o menos acentuados según la proximidad de alguna elección.

Lo insólito es que el mismísimo gobierno participa de esa carroña. La prueba la tenemos en los plácemes del gobierno por la altísima recaudación del impuesto sobre la renta y al valor agregado, sin mencionar que en gran parte ese dinero es producto de la sobrefacturación especulativa, y por ende de procedencia ilícita. O sea, el gobierno “reparte” “equitativamente” los recursos del petróleo y luego los retorna merced a la actividad especulativa de los entes privados. Además, la mayor especulación se da con las divisas del Estado que gerencia el gobierno… Más aberración imposible.

Las instituciones controladoras del gobierno y el Ministerio Publico solamente actuando de oficio tendrían trabajo de sobra. Por ejemplo, si se tomasen las medidas pertinentes, las facturas legales deberían servir de plena prueba del delito de especulación, ni se diga de las publicidades y promociones pública y descaradamente especulativas.


MEA CULPA

Definitivamente las acciones del gobierno ante esta grave crisis han fracaso y fracasarán en tanto el gobernante no acepte su responsabilidad en la generación y sustentación de la crisis, y mientras se empecine en actuar a la defensiva típica de la izquierda históricamente quejosa y llorona, y no en la acción segura y contundente de quien ejerce el gobierno para ¡¡gobernar!!

 Si pone al Indepabis (o como se llame esta semana) y al ejército a controlar los establecimientos de la arremetida acaparadora y especuladora privada, al poco tiempo le surge un monstruo tricéfalo de complicidades tres veces más difícil de erradicar. Si lanza a la calle a cientos de militantes partidistas a “fiscalizar” los establecimientos comerciales, el average a lo sumo le resulta de 7- 3, siete extorsiones o sobornos y tres sanciones. Cabe repetirlo hasta mil veces: otro proceder conceptual y estratégico es necesario.

Es en estos momentos de crisis cuando los prejuicios pesan. Pues pareciera que al actual gobierno solamente le concierne el suministro precariamente periódico de la canasta básica y alguno que otro “beneficio “de los recursos que sobren de la rapiña cambiaria. Sin contar con la otra Venezuela, la que desea participar de las artes, ciencia, tecnología y cultura a nivel mundial, pero que no puede porque el gobierno le entregó el país a los designios, caprichos e intereses de cuatro burgueses rancios. Un software o cualquier componente o kit electrónico, expresión de la maravillosa democratización en el acceso a la creación, manejo y control de la tecnología, en el resto del planeta son vendidos a precios bajísimos como misceláneas de  entretenimiento y formación tecnológica; mientras en nuestro país constituyen productos exóticos de imposible adquisición por todos los sectores de la sociedad exponencialmente empobrecidos, que dejan los riñones, y restos de su dignidad, en larguísimas colas al sol inclemente, que les pudiese traer también algún melanoma, para completar.

Es que el ánimo especulativo pareciera no tener límites, pues responde a una irracionalidad egoísta primaria, que sin la atemperación natural y eficaz por la sociedad y por el Estado, se podría desbordar hasta los linderos de la  conflictividad social. Ofrecer por 12.000 Bs un simple buje para motor, que por ser de “marca” a lo sumo debería costar 200 Bs, constituye la aberración de las aberraciones. O el teléfono celular de “último modelo” que en Europa o en los Estado Unidos cuesta al cambio 8.000 Bs., en tanto aquí es  facturado por 150.000 Bs. ¿Verdad que resulta increíble? amigos lectores de otras naciones. Pues eso constituye apenas un botón de la gravedad de la crisis que padecemos. Con lo que se compran cuatro kilos de la mejor carne Uruguaya en cualquier país europeo tradicionalmente “costosos”, nosotros apenas compramos un kilito de hueso blanco.

Es más. Venezuela es el único país del mundo en el que no se cumple la llamada ley de Moore, o disminución del precio en función de la reducción del costo de producción de los equipos tecnológicos. Es decir, un televisor de plasma, que en todos los países de la tierra ha bajado paulatinamente su precio, en Venezuela se multiplica trimestralmente. Inclusive, se ha llegado al colmo de revertir el abaratamiento propio de la integración de los llamados circuitos integrados electrónicos, vendiéndolos ya por el desglose especulativo de cada uno de sus componentes internos. Da tristeza ver a los compradores de los Estados Unidos o de los países más pudientes de  Europa, todos salvajes capitalistas, quejarse por el costo “rapiña capitalista” de una miscelánea electrónica de unos 20 $ (o su equivalente en euros); y no saben los inocentes que aquí, en tierra  “socialista” los pagamos hasta en 700 dólares… Todo gracias a una estructura económica concebida para control y retraso manipulado de la tecnología, que les permita su usufructo monopólico; siempre y cuando sean alcahueteados por el gobierno de turno.

  
¿PÁJARO EN MANO?  TULLIDO ¡¡NO!!

En fin, ¿Cuándo entenderán los gobernantes que más allá de las teorías, promesas  y esperanzas, los pueblos en general y los ciudadanos en específico, lo que quieren es vivir? y vivir bien. Que no deseamos pasarnos nuestra existencia con banderín y pito aplaudiendo esperanzas sino viviendo hechos. Que no queremos pedirle permiso ni el visto bueno de nuestros actos a los políticos de la esquina (en lo que han devenido los grupos comunales) sino desarrollarnos en lo queramos dentro del sometimiento al  Estado de derecho. Que el obrero debe ir a su oficio, el panadero a su pan, el zapatero a sus zapatos y el político a la política. Que la estabilidad social se logrará cuando cada venezolano nos dediquemos a lo nuestro, verbigracia, a lo que nos venga en gana, y dejemos los enfrentamientos absurdos, las hipocresías, las alcahueterías y medias verdades para los gajes del oficio del político.

Cuatro décadas vivió nuestra patria del amamantamiento, infancia, pubertad, desarrollo y muerte de la corrupción y degradación moral del modelo liberal capitalista. Y hoy ya llevamos 15 años de un “socialismo" que no termina de “prender”, cuajado de errores que engendran más errores. Las promesas ahora no se sustentan tanto en la novedad y esperanza sino en el terror a la pérdida de los logros sociales. La “venta” del modelo político ya no se dirige al mejor sino al menos malo, forzando al ciudadano a aferrarse al “pájaro en mano”, aunque éste no cante ni vuele y esté tullido.

Tras década y media del proceso, y con todos los acontecimientos que lo merecen y desmeritan por delante, ya es posible hacer un balance político. En primer lugar se ha patentizado históricamente que “no hay mal que dure 100 años ni pueblo que lo resista”, cuando vemos a los todopoderosos  “cuartorepublicanos” arrastrando las suelas cual ciudadano común y corriente. También se demostró irrefutable e irrevocablemente que es posible la repartición, mejor dicho, el disfrute equitativo de los recursos comunes de la nación (que sería creciente y no se estancaría si las cosas se hicieran eficazmente bien). Tampoco queda duda de que el modelo capitalista defenestrado popularmente hace 15 años ya no es siquiera pronunciable; así que los venezolanos de sana voluntad que comulguen con los lineamientos políticos liberales de derecha deberán replantear en buena lid sus ofertas políticas.

Empero también se ha evidenciado, sin opinión válida en contrario, que las hermosas ofertas teóricas posibles, ciertas y justas de la izquierda socialista son tergiversadas, frenadas, pervertidas y anquilosadas por ciertos “grupúsculos” de seres humanos , que pregonan la comunidad pero ellos son los menos “comunes”; que luchan por la igualdad pero “secuestran” cargos públicos por décadas, sin el relevo estratégico fundamental; que se dicen de palabra radicalmente socialistas pero que de hecho se comportan como “buenos” capitalistas con sentido de “justicia social”, o en todo caso son socialistas en lo “social” y terriblemente capitalistas salvajes en lo económico.


LO QUE NO PUDO EL SOCIALISMO

Igualmente ya sería hora de enumerar lo que no pudo hacer el socialismo: No pudo hacer funcionar a sus cooperativas, merced a criterios tan torpes y pervertidos como los de la cuarta o el de los mejicanos. No pudo crear un sistema de mensajería y transporte de mercancías moderno y eficiente en el país (aunque Chávez lo anunció y lo dispuso, los recursos se esfumaron junto con la lógica y sana intención). Tampoco pudo este proceso conformar un movimiento político amplio, abierto, democrático y libre sentado estrictamente sobre principios éticos y humanistas, creando, al contrario, un partido donde se atrincheran los buenos y los malos, los honestos y deshonestos, en un mutualismo que anquilosa las buenas intenciones, pero que no se atreven a romper por no afectar sus estatus quo egoístas. No pudo tampoco hacer de los centrales azucareros, ni de las cementeras, ni de los emporios de telecomunicaciones empresas socialistas, aún con control absoluto sobre ellas. No pudo en 15 años crear un sistema de distribución eficiente de primer orden del gas para uso doméstico, teniendo el gobierno el monopolio absoluto de la fabricación, envasado y distribución. No pudo crear una estructura productiva eficaz, por culpa del mismo yerro elemental cuartorrepublicano: su politización y partidización. No pudo crear una estructura educativa de primerísima calidad y de estrictísimo control… Estando el país anegado entre el modelo obsoleto, ineficaz e ineficiente tradicional y la improvisada y la académicamente relajada “misión” educativa, pelándose ambas por el puesto de la menos mala. Y ni se diga de la negación política que significan los hospitales, que continúan siendo dignos de un país de mineros preocupados más por su riqueza personal que por el bien común; feos, sucios, menguando más que de los equipos e insumos, del criterio moderno, gerencial, técnico, humanista, ético y sobretodo socialista.  Argumentarán los gobierneros que es muy poco tiempo para tales cambios…; el problema es que ni siquiera han comenzado. Con puro “mentol” no se cura la tuberculosis.

Pero lo que en verdad le descose el camisón al gobierno es el fracaso de cacareado “poder popular”. Por una razón muy sencilla, ese poder devino, deviene y devendrá en politiquería. Es que no se pueden contar esas nuevas instancias institucionales como “populares” cuando de una ya son controladas por fracciones políticas; vitoreadas por unos hoy y mañana por otros, pero cada vez más alejada de su origen, el poder popular. Poder que a todas estas cabe preguntarse ¿dónde está, en qué consiste y cómo se expresa y ejerce?

En fin, estas notas, nacidas de la más pulcra intención y de la más libérrima conciencia intelectual y espiritual, no pretenden más que ser testimonio de un momento histórico que ha de ser juzgado por el porvenir, sin verdades absolutas ni mentiras piadosas, solamente siendo expresión del pensamiento libre de todo aquél que siendo ciudadano con plena conciencia espiritual, histórica y social, y de sus derechos y garantías constitucionales, que al individualizarlo lo hacen verdaderamente comunitario; no es considerado sino uno más del túmulo confuso, acrítico y manejable del “pueblo”, del mismo “pueblo” que dicen los gobernantes es suyo. ¿Suyo?, suyos los errores, la prepotencia, lo timorato, lo complaciente y la ineficacia.

Tres siglos han trascurrido desde que el “rey velita” se creyera el Estado. Y a pesar de los prodigiosos avances de la humanidad en lo social, político y jurídico, aún la razón de Estado sigue respondiendo a criterios de pequeños grupúsculos. Hoy, bajo la misma luna y el mismo sol pero a luz del evolucionar histórico, nos preguntamos de nuevo ¿Será humanamente posible un modelo político mejor que el anterior y que el actual? ¿Podrá la mente y la voluntad humana gestar y desarrollar una estructura política social sensatamente posible? ¿Existirá manera de concebir una economía socialista con ecuaciones de planteamiento y resolución social, político y humanista y no meramente matemático? ¿Será que podrán haber gobernantes que actúen y procuren la razón de Estado y no tener ellos la razón? ¿Será que es posible hacer un Estado de derecho y no pretender tener derechos sin Estado?


¿TODOPODEROSOS?  ¡ABSOLUTAMENTE NADIE!

Trescientos años desde que aquellos “tipos” y “tipas” al afirmarse de “sangre azul” negaban en sí el oxígeno y la vida de sus glóbulos rojos. Creíanse  dueños de las tierras y de los seres humanos y ni lo eran de sus actos y mucho menos de sus conciencias. Retahíla de ineptos, malvados, ególatras, miserables, locos, prostitutas y otras cosas, que pretendían regir a su voluntad los destinos de los pueblos. “Majestades” que creyéndose todopoderosos a veces ni sus esfínteres podían contener.

Dos mil catorce años del nacimiento de aquél cuyo padre (como lo ha reseñado magistralmente un sacerdote español) no puede ser todopoderoso porque entonces de él serían las guerras y las calamidades. Es decir hasta la voluntad de Dios está sujeta a la magia sublime de la probabilística evolutiva que nos posibilita un abanico infinito de oportunidades, siempre convergiendo en el indescifrable maravilloso que él representa.

Sin embargo todavía nos empecinamos en la complacencia y adulancia vasalla y miserable del gobernante de turno, en ser capirotes de una estructura política que nos depreda.

El cumplimiento del deber debe ser el lema, sin hipocresías ni medias tintas ni chantajes ni amenazas. Quien no la debe no teme, y quien lo quiere lo promueve y lo defiende. Los cubanos están pagando hoy el precio de no haberse dicho las verdades a tiempo.

Y no se trata del simplismo gobierno vs oposición sino de la sociedad y del Estado. La conflictividad política y social solamente puede superarse con el sometimiento irrestricto al Estado de derecho. Que el funcionario corrupto,  que el desestabilizador de la paz social, que el acaparador y especulador  sean condenados a 30 años de presidio sin opción a beneficios, ni a alcahueterías procesales.
  
Así las cosas, mientras el gobernante deshoja la margarita entre hacer y no hacer, entre capitalismo y socialismo, entre alcahuetear a los choros de smoking o imponer el Estado de derecho, el “pueblo” suma tristezas, frustraciones, malestar y sobretodo necesidades; en tanto clarea en su conciencia el qué hacer con el gobernante. Ojalá que bajo esos parámetros tan negativos prive la cordura y la sensatez y no se pretenda resolver esa ecuación por vía de hechos y no de Derecho, porque ya sabemos el resultado.


Javier A. Rodríguez  G.

EL HUMANISMO SOCIALISTA