viernes, 9 de octubre de 2015

EL HUMANISMO SOCIALISTA (ebook)

NOTA PREVIA DEL AUTOR

Toda obra o creación humana es la expresión sinérgica de conocimientos, saberes, creencias, valores, experiencias, acciones y reacciones, motorizados por la razón, la pasión y la espiritualidad hacia un desarrollo que discurre momentos y etapas que en su conjunto resultan necesariamente en algo distinto del propósito inicial. Porque las mismas complejidades de los elementos que la determinan dotan a cada obra de una cualidad esencial a su autenticidad y cualidad expresiva: la insatisfacción; es decir, la imposibilidad de alcanzar la plena manifestación intelectual y espiritual. Luego entonces, toda obra será siempre un producto incompleto y cualquier acción que la pretenda será quehacer permanente y búsqueda constante.



Es así como la intención de originalidad en el contenido contextual y el sostenimiento de la hilaridad conceptual despejaron los senderos hacia el propósito de establecer algunos criterios con el fin de concientizar respecto del nuevo paradigma que se vislumbra en los albores de este milenio y que se caracteriza por el búsqueda del encuentro espiritual del ser humano consigo mismo, con la sociedad, con la naturaleza y con el universo; lo que resultó, sin pretenderse de esa forma, en el humanismo socialista. 


De manera que el resultado ha sido básicamente... 
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lunes, 27 de julio de 2015

¡¡ ALGO PASA !!

Algo pasa en la iglesia católica, que a pesar de estar integrada por seres de carne y hueso, cuyos yerros históricos soporta en pesada carga moral; todavía grupos fundamentalistas niegan su faceta humana, mundana, terrenal, y por ende rechazan cualquier posibilidad de error...

Algo pasa en la Iglesia Católica, que mientras los Papas piden perdón por el asesinato de Giordano Bruno, el acoso, censura, amenaza y coacción a Copérnico, Kepler, Galileo etc. etc. etc. y las atroces torturas y asesinatos "legalizados" a quienes como Tomás dudaban, o simplemente por la miseria del interés económico o político. Mientras que al Sumo Pontífice se le cae la cara de la vergüenza por la pederastia y abuso criminal e inmoral de algunos clérigos contra del ser humano, contra la familia, contra la sociedad, contra la iglesia. Amén del mea culpa por haber “bendecido” los crímenes, vandalismos, saqueos y atropellos bestiales a la dignidad humana, por parte de los mal llamados "conquistadores" de la mártir América...  A pesar de todo ello, todavía algunos se empecinan en arremeter con andanadas de sofismas y falacias en contra del cielo de verdades que la historia les echa encima.

Algo pasa en la Iglesia Católica, que un Papa "se "retira" y renuncia" a representar a Dios sobre la tierra, como si se tratase de un cargo burocrático (Algún día se sabrán las verdades tras telón).

Algo pasa en la Iglesia Católica, que un Papa del "nuevo mundo" y bajo la égida de San Francisco de Asís, nos trae la buena nueva del cristianismo; pero no como elocuente enunciado, ni como fe formalizada, elitizada e hipócrita, ni como simple panfleto propagandista; sino como ejemplo, como acto vivo, vivido y por vivir.

Algo pasa en la Iglesia Católica, que al fin tiene un Papa que la reorienta por los auténticos senderos del de Nazaret...

En definitiva, nuevos aires de fe soplan en los albores del milenio dos mil.¡¡"Laudato si"!!

Javier A. Rodríguez G.

lunes, 20 de julio de 2015

REFLEXIONES II. ¡¡UN SIGLO!!

En las retinas cansadas y opacas crece la estampa del que se acerca a la cita diaria en aquel derruido muro, también contemporáneo al siglo que los vio nacer, y ahora silente testigo, minuto a minuto, hora a hora, día a día, de los últimos instantes de sus existencias.

Es que en donde otros miran al anciano de caminar avasallado por la gravedad, él ve al niño amigo de tremenduras y al compañero de aventuras, vividas o simplemente soñadas, que al final sería lo mismo, pues para soñar debieron vivir, y para existir a plenitud en su humanidad hubieron debido soñar. Tal  vez esa sea el don mágico de los artistas, el poder expresar físicamente el maravilloso mundo que su espiritualidad les revela. En otros, en cambio, ese mundo permanece refugiado dentro de ellos, enriqueciendo dilemáticamente su mundana existencia material también como manifestación de fe. Por eso, el que posee fe es porque es capaz de soñar, y si sueña es porque percibe un mundo tan real como el físico: el espiritual.

Ambos sentados, como todas las tardes, como todos los días, esperando al tiempo y su cobro ineluctable.  Cada día ganado es un triunfo de la vida por la vida, no sobre la muerte, pues antes que el nacer, es el morir el que manifiesta la posibilidad plena de la vida; basta  una lágrima, una sonrisa, un recuerdo, para comprender la transcendencia del vivir. Además, un ser viviendo por siempre contradeciría la razón y propósito de la evolución y su motor: el cambio. Porque la muerte no implica destrucción sino posibilidad evolutiva,  y por ende, oportunidad de sobrevivencia.

Y es el ineludible acercamiento a ese umbral evolutivo lo que le va esclareciendo al ser humano el verdadero valor de la vida. Es la paradoja de su existir: Aprender a vivir mientras muere. Es el motor de la evolución moviéndonos irremediablemente hacia la conformación  de su expresión concreta: el universo; con su manifestación más sublime: la vida. Porque la vida no es el manantial que pasa sino el fluir que nos conforma y al que conformamos. Por eso la vida no se escapa, ella se atesora con el tiempo.

Cuánto cambiarían el ser humano y las sociedades si entendiesen eso. Qué  diferente sería todo si los gobernantes comprendiesen  que las crisis, más allá de su aparente perversidad, implican necesidad, exigencia evolutiva de cambio. Por lo cual sus causas no deben constituir el enemigo a vencer, sino factores  a integrar positiva o negativamente dentro de un proceder sistemático, holístico y sinérgico. Por eso, para el gobernante con plena conciencia de ello, en vez de crisis lo que existen son ineludibles exigencias evolutivas, gajes del oficio, si se quiere, o posibilidades de cambio, dicho de otra forma; cualificadas por el deber de acción honesta que imponen.

Resulta curioso que en el momento en que la vista se les estrecha tanto a este par de centenarios, su percepción y valoración de la vida sea más grande que nunca. Cuán torpe y miserable en su racionalidad puede resultar el ser humano, que se afana por conocer y aprender de todo, por desarrollar sofisticadas tecnologías, por crear construcciones maravillosas, por escudriñar en genética, por explorar el universo; pero no ha aprendido a vivir. Tal vez esa sea también la paradoja de la humanidad: extinguirse mientras aprende a vivir.

Es que este privilegio existencial de cual son partícipes, ningún ser humano  de otras épocas podrá ostentar: Nacer en un planeta gigantesco dentro de un pequeño universo, y morir sobre un granito de arena levitando en un universo más inmenso y misterioso mientras más se estudia y explora. Crecer avasallado por un mundo concreto e irremediable, y culminar existencialmente protagonizando el nacimiento y descubrimiento de una realidad  infinitamente más compleja y plena, que traspasa los límites de la interpretación fenomenológica hacia la conformación y creación de realidades virtuales que difuminan cada día más la clásica separación entre realidad y fantasía.

Tan exagerado e iluso que nos parecía el Escalona  -dice el primero en voz tan bajita que pareciera hablarle a sus adentros-  queriendo una casa en el aire para su querida niña Ada luz; y hoy es de rutina tener archivos, bibliotecas, oficinas y hasta trabajar en las “nubes”. Muy bien que deben sentirse los políticos, que han vivido siempre por esos lares, junto a los precios de los artículos de primera necesidad.

Definitivamente  –prosigue, mientras el otro lo acompaña en el extraviado mirar a la distancia-  el salto tecnológico, humanístico, científico, religioso, político, epistemológico y filosófico de nuestro siglo veinte no tiene parangón, pues en él convergen un ser humano, un mundo, un universo “determinados”, “funcionales” y “explicados” en su mecanicidad básica;  y desde él esa determinación se explaya en un inmenso abanico de probabilidades, y la funcionabilidad se replantea en vuelcos y revuelcos conceptuales, proyectando un humano contemplándose por primera vez fuera de su ser, integrado cada día más a un mundo multireal y partícipe de un fenómeno universal cuyo fundamento irremediablemente lo resume en un todo desde el cual la ciencia apenas extrae  algunos hilos de su inmensa urdimbre.

Es que cuando sentados desde aquí miramos al sol esconderse tras la montaña, sabemos que existe, que está allí porque lo hemos visto y sentido, así como hemos palpado, sentido, descubierto, inferido y comprendido el poco conocimiento que fundamenta el saber científico actual. Ahora, si el universo es tan inmenso  como aparenta, y por ende las distancias  entre los cuerpos es tan grande que neutraliza las fuerzas accionantes y reaccionantes  que los “informan” o conforman  al todo, entonces debe existir un tipo de fenómeno  allende el físico, que no vemos pero que está ahí, un campo o plano existencial ligante inmediato y atemporal del acontecimiento evolutivo, que se aprehende espiritualmente.

Es decir, el universo, en cuanto extensión fenomenológica y en tanto comprensión existencial es producto de un estado de conciencia. Si tuviésemos ahora la conciencia tan amplia para comprender todo el universo y si lográsemos sustraernos de él y contemplarlo en toda su magnitud, la existencia, tal como la conceptualizamos, cambiaría radicalmente de sentido, pues perdería esa impronta fatalista, aislada y egoísta, para constituirse en acontecimiento integral maravilloso de manifestación del fenómeno evolutivo y de la cualidad que lo motoriza: la incertidumbre. Seríamos entes meramente contemplativos de un acontecer cuya génesis, forma, propósito y razón conoceríamos, pero que en su desarrollo se explayaría en un abanico de posibilidades expresado en proceso histórico evolutivo. O sea, hasta Dios mismo se asombra cada día de su obra.

Ello hace del hecho existencial actual un privilegio único e irrepetible que conforma el cosmos, es decir, somos constructores del universo, no simple producto aleatorio.  

Si en este momento conociésemos la existencia de seres pensantes en cualquier otro sitio del universo, con valores y antivalores, amores y odios, justos e injustos, bondadosos y malvados; el salto incremental de la espiritualidad humana sería inconmensurable.  Cuántos arquetipos, fetiches, sofismas e interesadas y falaces construcciones intelectuales se derrumbarían, clareando un panorama existencialmente sensato y paradójicamente simple.

Lo asombroso es que existan quienes, acercándose al conocimiento del universo, lo vean solamente en su materialidad y sean incapaces siquiera de una sinapsis que les permita intuir, ver, sentir, el fenómeno espiritual que cada vez más se les restriega en las faces en descarada evidencia. O será que no tienen madres, hijos, esposas, seres queridos que les evidencien una existencialidad más allá de lo material. O será que las lagañas de la prepotencia intelectualoide y del cientificismo náufrago no les permite maravillarse ante la magia de la naturaleza. O será acaso que son tan pero tan torpes que no comprenden que el conocimiento poco a poco, paso a paso, encallejona al ser humano hacia el umbral del mundo físico y el espiritual, tal como lo enunciara premonitoriamente Pasteur. 

Quizás sea esa la diferencia entre el simple erudito y el descubridor – prosigue éste, cuasi orando y mirando  al otro-  El erudito plantea la incertidumbre desde lo que conoce, y generalmente termina o sacralizando ese saber o condicionando su ignorancia a él, resultando en pobre vasallo de lo que sabe.  Mientras que para el descubridor el conocimiento forma parte de sus creencias, las que a su vez se conforman en torno a una ignorancia creciente, según lo entendía Sócrates. Es decir, para el descubridor la incertidumbre no nace de su ignorancia sino de sus creencias. Al erudito le falta por conocer. Al descubridor siempre le queda por creer. El erudito “estabiliza” las sociedades humanas. El descubridor las revoluciona. Tal vez en eso consista el fundamento de la maravillosa genialidad de Newton y Einstein, cuestionar el universo desde sus creencias y no desde el mero conocimiento prepotente y anquilosado por el paradigma que sustenta.

Conformando lo dicho concretamente hacia lo jurídico, resulta insólito que en tiempos cuando la existencia del ser humano ha llegado a niveles de abstracción impensables cuando nacimos con el siglo, todavía el Derecho siga amarrado a tanto formalismo inútil y a procedimientos  que resultan desesperantemente ralentizados y de incuestionable ineficacia respecto de la creciente complejidad del razonamiento y  relacionamiento del ser humano actual,  y por ende, del desenvolvimiento de la sociedad.

Resulta torpe y contradictorio con la cualidad ontológica del Derecho, pretender  resolver con criterios y procedimientos de hace 200, 500 y hasta dos mil años, los conflictos de justicia de las sociedades actuales. En momentos cuando las personas realizan todo tipo de transacciones y operaciones mercantiles y civiles en cuestión de segundos por medios e instrumentos tecnológicos, cuyos objetos en muchos casos no tienen existencia física material tradicional, pero que  tampoco pueden considerarse estrictamente inmateriales, sino que existen en forma virtual dentro de una “nube”; cómo puede pretenderse  “administrar justicia” con la torpe parsimonia procedimental  y conceptual de un “sistema” obsoleto, ineficaz y rancio.

Es que al final todo tiene relación con el todo  –enuncia el segundo, extendiendo la diestra hacia el infinito-  La evolución y la historicidad dibujan y desdibujan lo que el ser humano pretende sea definitivo. Hace 80 años, en mi inocencia y prepotencia juvenil hube creído que el asunto era salir de “el Bagre” y listo, democracia y libertad para todos. Luego, al ver huyendo como una rata a “el Cochinito”, también mi garganta se hinchaba cuando cantaba: “Adelante, adelante milicianos…”. Pero sin embargo todo continuaba de mal hacia peor. Después volvieron a mí aquellos sueños mozos cuando gritaba con el poco hálito que me quedaba pero con el corazón henchido de esperanzas: “Así, así, así es que se gobierna”. Sin embargo hoy culmino mi existir comprendiendo la lógica verdadera del evolucionar de las sociedades humanas: avanzar 10 pasos para retroceder 9. Ya el ineluctable tiempo ha puesto en reversa la acelerada revolución de hace 15 años hasta su pertinente estadio evolutivo. Ojalá que ganemos esta vez siquiera 2 o tres pasitos.  Ahora la lucha entre los dos bandos políticos se limita a “vender” electoralmente al menos malo.

Timadores de oficio es lo que resultan los políticos, aún cuando tengan buena intención  - continúa diciéndole al otro, apretando el puño y frunciendo el entrecejo de aquel rostro agrietado y ya bosquejando rictus mortis-  La  justicia, libertad e igualdad que nos venden son falsas. La fulana sociedad  oropel, el mentado Estado azote y la cacareada Constitución grandísima embuste.

Cuándo se entenderá que la fórmula para la transformación fundamental y eficaz de la sociedad no está ni en las teorías  ni en los criterios panfletarios que se hagan de ella, sino en la cualidad del ser humano que la posibilita. Es decir, las sociedades cambian en la medida en que cambie el ser humano, pero también éste es modelado e impulsado evolutivamente por el ente social. Luego entonces, el quid de la acción política está en posibilitar a ambos con la mayor eficacia. Y para ello, para aprender a convivir en sociedad y desarrollarnos a plenitud como seres humanos, para iniciar el auténtico cambio cultural, debemos primero  ubicarnos  y comprendernos holística y sinérgicamente dentro del maravilloso universo, o sea, principalmente conciliarnos con nuestro habitad, el planeta tierra.

Al final todo ello no puede sino llevarnos a un punto de partida necesario: la humildad intelectual y existencial; para desde ella reaprender a existir. Por humildad hemos de despojarnos de tantísimos fetiches intelectuales que anquilosan el desarrollo de nuestras sociedades. Los hombres, seres humanos, con sus teorías,  aciertos y errores, deben quedarse en sus tiempos; pues la proyección y revalorización de sus obras tiene sentido sí solo sí, sirve de materia prima para otros quehaceres existenciales y no para su sacralización intelectual, torpe y retrógrada.

Hoy Galileo, Newton y Einstein están en el fundamento sobre el cual se erigen las nuevas búsquedas, los otros descubrimientos, las actuales visiones del universo, los recientes replanteamientos existenciales del ser humano.   

Ojalá también logremos algún día a decir lo mismo respecto de los teóricos de la política, de la economía, del Derecho etc., y hasta de nuestros héroes independentistas. O sea,  que aprendamos a recorrer por nuestros propios  criterios y no con las muletas del pasado, las veredas del principalísimo reto existencial: convivir pacíficamente, en justicia y con igualdad, valga la redundancia. Las obras de los que existieron deben ser hoy conformantes de un estatus de conciencia actual propositiva y liberadora, no catecismo alienante y retrógrado.

Es que la pretendida libertad que nos venden los políticos es tan falsa como el “espíritu libertario” del imperio gringo. El cacareado poder popular apenas alcanza para moverse unos pasos más dentro del reducido espacio existencial en los que nos tienen acorralados las mafias de todo tipo que secuestran al Estado y a la sociedad.  Mafias capitalistas salvajes que seccionan el territorio en feudos y nos “lavan el cerebro” mediante sistemas estratégicos publicitarios comprobadamente capaces de modificar a su gusto y gana los basamentos culturales de las sociedades.  Mafias criminales, que se reparten “zonas de operación” con personas y todo. Mafias “institucionalizadas” administrativas y judiciales, que hacen de la justicia jugoso negocio y del Estado lucrativa empresa. Y para colmo de los males, las mafias políticas, que diseccionan la sociedad en tantos “estratos” y  “clases” como requieran usufructuar las diferencias entre uno y otro, lanzándoles promesas cual sirenas su canto al marinero, con un único y bastardo propósito: el voto. ¿Cuándo los ciudadanos “botaremos” en la cloaca de la historia tanta aberración, torpeza, ineficacia y antivalores?

Un siglo. Más de cien años para revelar la triste moraleja: nacer en llanto y morir entre lamentos. ¿Dónde estuvo el Estado en estas diez décadas, dónde la Constitución, dónde la libertad, dónde la justicia, dónde la igualdad, dónde la solidaridad, dónde la paz?

No obstante las vicisitudes y el costo del saldo evolutivo que nos actualiza y soportamos existencialmente, no podemos sino darle gracias a Dios por haber existido y por el privilegio de protagonizar este salto gigantesco en la “construcción” de la humanidad que ha significado el siglo que vivimos, el siglo XX.

Junto al sol se recogen sus pensamientos. Ya con un siglo de existencia hasta el pensar pesa, y la vida no se mide en años sino  se descuenta en minutos. Pasos pesados y andar doblegado los distancian poquito a poquito del muro que siempre aguarda. Mañana quizás alcancen a verle los pechos  en sus transparencias al alba, y si no, de alguna forma estarán aquí con ella, como todos, pues siempre fuimos, somos y seremos universo.

Javier A. Rodríguez G.

domingo, 5 de abril de 2015

Las "mentirillas de la historia. Cipriano Castro

Escuchando ciertas afirmaciones del actual Presidente de la República en donde colocaba al caudillo Cipriano Castro al nivel de los “grandes héroes de la patria”; el gran patriota antiimperialista  y gobernante bueno, honesto  y eficiente que se enfrentó a las potencias europeas y “triunfó”…, pero que luego fue traicionado por su malvado compadre cuando “se fue a Puerto Rico a curarse de una dolencia”…  Criterios repetidos a coro por el Vicepresidente y varios ministros, así como también difundidos por RNV al mejor estilo de “Nuestro insólito Universo”.

Evidentemente que esos criterios, nacidos de las horas de trasnochos de ciertos sectores afines o amantados por la izquierda, forman parte, junto a las correspondientes tesis, posturas  y visiones contrapuestas de la derecha, del muy sutil y a veces académicamente refinado  hilado de “mentirillas” que resultan en el maquiavélico velo de historia oficializada que oculta el verdadero acontecer histórico de nuestra patria.

Es que primeramente la historia de Venezuela ha sido escrita por los sectores aristocráticos y burgueses imperantes, quienes la han configurado a su gusto, gana y conveniencia, con sus héroes, villanos y legados históricos. En tanto que paulatinamente los sectores de izquierda, que esgrimen sin complejo ético alguno como arma política cualquier cosa que se contraponga a ideal burgués capitalista,  han ido yuxtaponiendo lo que ellos llaman “reivindicaciones”  de acontecimientos y personajes históricos, ligados únicamente por el nexo ideológico parcializado que los visualiza, y por ende, sin la vinculación cierta  con las causas, orígenes, desarrollo y consecuencias crudamente reales y auténticamente humanas.

El problema es que entre los criterios convenientes de unos y de otros  seguimos sin revelar el verdadero rostro de nuestra historia. Salvo muy específicos  planteamientos “heréticos” que dan destellos de luces a la verdad, la historia oficializada persiste en hacer de los personajes históricos  sacrosantos dioses que nos determinaron irremediablemente como nación, y por lo tanto está vedada cualquiera duda, cuestionamiento o evidencia que contradiga la lógica y racionalidad del destino manifiesto legado por seres inalcanzables, no por el tiempo que nos distancia de ellos  sino por su carácter cuasi divino.

Luego así, Bolívar, Sucre, Urdaneta, el Marqués del Toro, Ribas, Mariño, Cedeño, Plaza…  son idolatrados en mayor o menor grado por ambos bandos. A Páez lo diseccionan unos entre el antes y el después de la “traición” a Bolívar; en tanto que sus llaneros  y sus Negros Primeros para los dos grupos hubieron sido malvados y sanguinarios realistas cuando se enfrentaron  a los terratenientes que los menospreciaban y les descocían las espadas a latigazos, y que luego desde conciliábulos oligárquicos les hablaban de libertad; hasta que se hicieron los bravos lanceros del Apure,  cuando cambiaron de Taita  y el odio y la venganza por una esperanza de libertad ya no venida de la oferta engañosa del mantuanaje  hipócrita sino nacida de lo vivencial, de la intuición de libertad desbordada y luego reencauzada hacia el hecho libertario; porque en verdad lo que acompañó siempre a aquellos hombres, primero junto Boves y luego a lado de Páez, era la libertad, desde su instinto primario abriéndose caminos , desbrozando los senderos tanto y cuánto les permitía sus circunstancias históricas…

Del que nadie se recuerda es del pobre Piar;  ajusticiado por proponer  otro concepto y acción de luchas que daban al traste con el predominio evidente del  criterio, visión y perspectivas mantuanas en la naciente coalición liberacionista; al final la historia le dio y continúa dándole en parte la razón a  aquel gran líder…

Mientras que el simple soldado sigue siendo para derechos y zurdos tan desconocido como siempre, sólo que ahora le llaman pueblo, luchando ayer por un suelo que ya tenía amo y señor y yendo hoy  tras el señuelo de  un “poder” y un destino en los que solamente hace de chivo expiatorio de un despropósito socialista.  

Obviamente el gran centro de ese Olimpo de divinidades heroicas míticas lo constituye Simón Bolívar. Un ser ultraterrenal perfecto, inequívoco y suprahumano, enviado por la providencia para hacer de Venezuela  y otras 4 naciones un paraíso, lo cual no logró por obra de unos malvados  traidores...bla…bla…bla…

Del Bolívar  “chulo” y mundano, de sus errores, de sus prejuicios, de sus desvaríos quijotescos, de sus vicios y perversiones humanas, de sus estupideces y de los límites y alcances de su liderazgo nos ocuparemos en su momento… Por ahora  digamos algunas cosillas respecto de “el Cabito.”

La Venezuela de la última década del siglo XIX estaba pasando por momentos políticos sociales muy especiales que expresaban y a la vez reclamaban el replanteamiento más que político, existencial integral de la nación, que hasta esos momentos hubo estado desgranada en intereses  manifestados en  la figura política del caudillo, quien con el pretexto de la paz  alimentaba la guerra que lo justificaba, y bajo la excusa de igualdad, justicia y libertad, no lograba sino la detentación del jugosos botín que le representaba una debilitada república “sin republicanos”.

Es que como siempre la historia había superado a los actores políticos. Los viejos caudillos ya ancianos y caducos en liderazgo apenas resollaban políticamente.  Nuevas generaciones de hombres y mujeres con otras expectativas ante sus existencias, ante la nación, ante la república, ante el dilema civilización y barbarie, conformaban el silente ambiente de cambio que se manifestaba por un acontecimiento fundamental que política y socialmente expresaba muchísimo más de lo que anunciaba: la elección de los gobernantes por todos los ciudadanos, hombres y mujeres, mayores de  18 años mediante sufragio público. Porque fuese como fuese esa abolición del machete como argumento político, ese reconocimiento del derecho de cada venezolano a decidir su destino (principalísima condición para la conformación de la república y del republicano, que antes que todo debe ser tener autonomía de libertad), amén del sin parangón derecho al sufragio de la mujer; todo ello significaba  simplemente el epitafio al agonizante caudillismo.

Por supuesto que en esos momentos de quiebre y transición  se generan situaciones de vulnerabilidad político social solamente superables en su justa medida bajo la existencia de un liderazgo político  consciente del momento histórico y dispuesto a actuar en consecuencia, algo inexistente para  aquellas fechas.

Es durante esa frágil situación sociopolítica cuando surge la oportunidad para  Cipriano Castro y su “empresa “,  gestada y financiada  desde el  lado de adentro y afuera de la verja  con Colombia: La revolución liberal restauradora.

Castro no habría pasado de ser uno de los tantos  caudilluelos buitres que hacían rapiña del huérfano poder político, de no ser por la circunstancia del demarcaje  histórico, del evidente quiebre político social de una Venezuela que comenzaba a vislumbrar el siglo XX. Panorama y perspectivas que pronto se irían evidenciando muy sobredimensionadas para el estrecho criterio y las capacidades reales de “el Cabito”.

Porque Castro demostró contundentemente con hechos que  no  era sino un caudillo de  tercera categoría en depreciación acelerada.  En realidad caudillo por suplencia y político de oficio reñido con la ética y la moral, asociado con el honor cuando le convenía y literalmente fornicador con el poder, se ve ante el reto de reconfigurar hacia lo interno y externo, nacional e internacionalmente a la República. Lo primero lo intentó hasta las barricadas de sus propios intereses y capacidad intelectual. Lo segundo ni lo entendió ni lo comprendió siquiera un ápice, siendo la causa definitiva de su caída.

Gobernando en el tiempo libre que le dejaban sus “goces”, Castro estaba entre tres filos: El caudillaje remanente  que, aunque sumamente debilitado, todavía ostentaba parcelas de poder  y estaba al acecho. La creciente oligarquía burguesa, que se reacomodaban hacia la conformación de la república liberal burguesa, como instrumento para  institucionalizar sus privilegios. Y las potencias extrajeras, con la misma depredación colonialista pero ahora con sed de petróleo.

Así que Castro  hace un juego político absurdo y estúpido al envalentonarse y desconocer el cobro histórico de indemnizaciones de varias potencias europeas, cuya licitud hubo debido discutirse en lid jurídica, aunque fuese tan sólo por justificarse ante la historia, y no por el atávico rechinar del machete. Las potencias europeas que estaban ávidas del petróleo venezolano y encuentran al pobre pendejo machete en mano, cuatro barcuelos y la bragueta  a medio subir y oliendo a hembra recién enyuntada, que les retaba.

La única bondad de ese movimiento patriotero de Castro  fue la de asentar  definitivamente en el subconsciente de aquel  colectivo esencialmente analfabeta la necesidad definitiva del gendarme necesario, que garantizase la unión, la paz y el trabajo, planteado tanto hacia el ámbito nacional como internacional. Es decir, Castro  con aquella proclama estaba cavando su propia tumba política, y el pobrecillo ni cuenta se daba.

Pero eso no queda allí, pues lo siguiente es verdaderamente bochornoso.

Aspirando seguramente la protección gringa Castro ha de percatarse de que en tiempos de dificultades con los únicos que en verdad  podía contar era con su papa y su mama, lamentablemente ya fallecidos.  Los Estados Unidos  astutamente  se desentienden de la doctrina Monroe, que en principio implica cierta “unión”, “igualdad” y “solidaridad” entre los americanos, y se arrima al ámbito de poder internacional superior, para luego venir de “salvacoscorrones” a una Venezuela   servida a la carta a las potencias europeas. Siendo ese acontecimiento el paso definitorio de la política real de los Estados Unidos  en nuestro continente en adelante, y  una actuación  clave en el contexto internacional que culminaría durante la segunda guerra mundial con su consagración como gran potencia mundial.

Desde allí todo es vergüenza y deshonor para la patria. Los Estados Unidos fungen de “tercero neutral” y entra a negociar en nombre de Venezuela  en persona de su embajador en nuestro país: Herbert Bowen. ¡¡Válganos Dios!!

Luego así, el Protocolo de Washington de 1903 consistió además de un cobrarse y darse el vuelto por las potencias mundiales, un acto humillante para el “paisito” que hervía de calentera cuando las circunstancias ameritaban fria calma y  astuta cordura. Una nación exponiendo su patrimonio, su honor y dignidad en una “negociación“   en la que no tenía ni voz ni voto; solo la oportunidad de dar “instrucciones”, que le entraban por un oído y le salían por el otro al plenipotenciario venezolano: el embajador estadounidense Herbert Bowen. (Esto y lo siguiente fue como para que Bolívar se revolcase en su sarcófago a más no poder).


El embargo del treinta por ciento de los ingresos aduanales del país para el pago de las acreencias, con las aduanas manejadas por personal extranjero a fin de garantizar el cobro. La ratificación del cobro de las indemnizaciones por los daños acusados a los patrimonios de sus nacionales durante la guerra civil. El desconocimiento doloso de cualquier derecho o justicia en los reclamos de Venezuela, aún ante las reducciones de la deuda a que accedieron para  legitimar la mascarada de legalidad. El pago de la deuda en la divisa de cada país, aunque hubo sido contraída en moneda nacional. Y la consolidación definitiva de la, digámoslo de esta forma, real interpretación de la Doctrina Monroe hacia lo que estaban “predestinados”. Fueron algunos de los “legados” del envalentonamiento desubicado y torpe del compadre de Juan Vicente Gómez.


Desde allí la vergüenza deviene por caída libre en simple y llana desvergüenza.


Es que una vez enfermo Castro parte derechito… ¿Adónde?... Al mismitìiiisimooo imperio…  A “güelerles” las patas al insolente… A Berlín. No a reunirse con lo movimientos socialistas crecientes de la Alemania no. Como un caudillejo tiranuelo de las indias recibido como el “jefecito” que era. Luego a Francia, después a Madrid…  Para terminar asentado en una isla colonia norteamericana: Puerto Rico. (Por si hubiese duda se anexa fotografía de “el cabito” muy flamante en los lares de las potencias invasoras - parís 1908- ). 


Con los boricuas Castro estaba entre dos aguas. Por un lado las de su “bueno y bruto” compadre Juan Vicente, que lo arrimaban con “buena salud” bien lejos de las fronteras venezolanas. Por otra parte las aguas del imperio protector, para el cual representaba solamente un comodín ante una eventual “desviación” de su sucesor, una marioneta que les podía ser muy útil en cualquier momento…


El problema de Castro es que estuvo desubicado respecto de su tiempo histórico. Al actuar con la mera inmediatez y visceralidad del caudillo, cuando las circunstancias requerían además de la inteligente sagacidad negociadora y, sobretodo, la visión y proyección histórica del político. Al no estar consciente de hasta dónde le calzaba el camisón para retar a las más grandes potencias del mundo. Al no entenderse y comprenderse dentro de un contexto internacional que cambiaba exponencialmente y que ya imponía otras actuaciones, en el que Venezuela pudo haber jugado un rol que le permitiese salir avante con un tira y encoge inteligente entre las potencias europeas entre sí y entre éstas y los Estados Unidos (Algo más de una década después esas potencias se estarían matando entre ellas y evidentemente que la situación de una Venezuela “negociadora”  habría sido muy relevante para los intereses de nuestra patria)


En fin, los personajes históricos son lo que fueron y no los que hubiésemos querido que  fuesen. Más o menos buenos, éticos, valientes, honorables o eficientes, ellos expresaron un existir humano dentro una circunstancia determinada y determinadora.


Y  por eso, por ser primeramente humanos y por estar circunscritos a un ámbito histórico, sus acciones tienen las perspectivas y  límites que desde esta distancia  evolutiva divisamos.


Así que Castro hizo lo que su cualidad humana y su momento histórico le permitieron hacer. De cualquier forma  él escribió con hechos páginas importantes de nuestra historia, posibilitándonos, sea como sea,  en nuestra actualidad.


Por eso, al sacarlo del albañal o al bajarlo del pedestal vemos al hombre, al ser humano que en primer lugar vivió, y viviendo  hizo historia, y siendo personaje histórico con su obra, buena o mala, ya es parte de nosotros.


Y es precisamente la cercanía “humana”  de esos personajes históricos la que otorga a sus legados  vigencia y eficacia. Ante “dioses”  nos quedaría solamente el agradecimiento, la resignación, quizás la esperanza del próximo emisario del Olimpo, o simplemente como dice el canto, prenderles una vela.  Mientras que mirándonos en esos seres de carnes y huesos tenemos la posibilidad del aprendizaje, de utilizar el privilegio de nuestra actualidad para ser mejores, que aquellos y que nosotros mismos. Y ello únicamente es posible desde el conocimiento cierto y el planteamiento honesto de nuestra historia.




Javier A. Rodríguez G.


lunes, 16 de febrero de 2015

Notas Sobre Economía y Otras Cosas.

La paradoja del milenio que recién culmina, es el haber abierto luces al prodigio maravilloso de las ciencias, a la ponderación y medida objetiva, cierta, del fenómeno existencia del ser humano, y a su posibilitación en cuanto ente individual y social sujeto de derechos concretados merced al Estado. Pero también el culminar esos mil años con una ciencia enseñoreada por sobre el ser humano, atentando no solamente en contra de su dignidad sino de su misma sobrevivencia como especie; además de una libertad, que pretendiendo falazmente ser absoluta, ha resultado vasalla de sí misma.  Todo expresado en la conflagración entre dos modelos políticos que contrapuestos en expectativas y procederes, convergen en la aberrada y atroz negación del ser humano.

Precisamente dentro de esa paradoja se conformó y desarrolló la Economía ”científica”, en cuanto instrumento evolutivo que posibilita la coexistencia humana frente a los “problemas” crecientes de la vida social moderna.

Y por esa misma paradoja la economía, como el Derecho y en general todas las ciencias, fueron poco a poco puestas a orbitar respecto de sí mismas y no  en torno a su centro gravitacional natural: El ser humano.

Así, el diseccionamiento segregador naufragante de las ciencias, que tras una mal entendida y sobrexcedida “especialización” , culminada en pequeñísimos oasis de saber inconexos con el torrente evolutivo de la humanidad y fuera de su perspectiva existencial natural; también ha trastocado a la ciencia económica.

Además, la Economía ha adolecido de la perversión de los criterios liberales de libertad; cuyos enunciados, demostrado históricamente, han devenido en  grilletes para la sana, pacífica, justa e igualitaria coexistencia social. Concluyendo en la aberrada transmutación del ser humano por el capital como principio y fin de la razón de ser de lo económico.

De la tergiversación y perversión de los conceptos devinieron ideologías y teorías políticas falaces, a las que se les contrapusieron otras ideologías que a la postre han resultado tan falsas como aquellas, por provenir de la misma raíz evolutiva: el paradigma cientificista, positivista y liberalista del milenio dos mil.

Porque la historia ha evidenciado drásticamente que el problema no es el capital ni el Derecho ni el Estado ni la religión, todos chivos expiatorios de las siempre “bien intencionadas” pero intelectualmente “taradas” tesis políticas de izquierda; por constituirse en mera reacción al modelo que contraponen,  y por no saber desprenderse a tiempo y de forma racional y lógica de su cordón umbilical evolutivo, haciéndose antihistóricas, ineficaces y torpes. El inmenso, complejísimo, simple y verdadero “problema” de las tesis económicas y políticas es y será siempre, el ser humano.

Mientras se persista en la torpeza de seccionar al ser humano en cuanto a sus circunstancias fácticas existenciales y no en integrarlo en tanto los principios, valores, antivalores, virtudes y vicios que lo caracterizan evolutivamente; las acciones políticas y económicas, por muy bien intencionadas que sean, estarán condenadas al fracaso.

Más importante que la conciencia de clase, que ubica respecto a determinada circunstancia social, es la conciencia humanista espiritual, que plantea , contrapone, dilematiza y proyecta al ser humano respecto de lo que ha sido y de toda la plenitud de su posibilidad existencial. Empero, no un cuestionamiento intelectualoide, no, sino intuido, muy sutilmente percibido si se quiere, pero sublimemente vivido. Siendo ese el propósito último de la sociedad, del Estado, de la economía, del Derecho y de las ciencias en general: la posibilitación pertinentemente evolutiva e histórica de la plenitud existencial de los seres humanos.

La conciencia de clase sola llama a la reacción visceral frente a una realidad social determinada; mientras que la espiritual humanista conforma el cuestionamiento, acción y proyección holística y sinérgica del ser humano. La primera, casi siempre concluye en un mero enroque o sustitución clasista; mientras que la otra, en el peor de los casos siempre deja un saldo vivencial ético, axiológico, de valores y principios, de sana lógica elemental de vida, significantes del verdadero cambio revolucionario de las sociedades. Por eso las revoluciones auténticas son esencialmente espirituales, humanistas y culturales.

El “pobre”, el “indiecito” y el “negrito” no es más bueno ni menos malo que el resto de la sociedad , por una razón elementalmente simple: él es también ser humano. ¿O no?  Ahora, sí, les beneficia la duda por determinada circunstancia social histórica; pero de ahí a crear categorizaciones excluyentes, segregacionistas, intrascendentes y torpes de los seres humanos, no puede resultar en algo menos que el autoentrampamiento  histórico típico de la izquierda.

¿Cuántas veces escuchamos de los sectores de izquierda aquella sentencia casi apocalíptica de que: “el día en que en los Estados Unidos llegue un “negro” al poder…”  Pues hoy en día tienen a un “afrodescendiente” de presidente y el mundo sigue igual. Es más, ha superado a sus antecesores  en algunas acciones “imperialistas” de segregación social y de ataques a la izquierda internacional… Ahora, lógicamente que el ascenso a la presidencia gringa de un ciudadano de piel oscura evidencia un trastrocamiento del “orden” social norteamericano, pero también nos  escupe en la cara, sobretodo a aquella izquierda “inocentona”, que los “negros” son parte del “imperio”, y como tales ellos también son invasores y colonialistas, y no solamente aquel arquetipo del norteamericano catire estirado y la gringa flaca desteñida y tetona.

Por qué no reconocer que gran parte de los criminales invasores a Irak, Afganistán y Libia ¡¡son “bondadosos”, “sufridos “ y “buenos”  descendientes de inmigrantes latinos!!. Por qué no aceptar de una vez que los buenecillos “indígenas” han sido históricamente capaces de imperios tan malvados y atroces como cualquier otro. Por qué no decir que el destino de Pizarro habría sido poco halagüeño si no se hubiese trompicado con un “imperio” Inca en decadencia, inmerso en guerras intestinas por el poder, y si no hubiese contado con la colaboración de las facciones enfrentadas y de las tribus vasallas de aquel imperio. Por qué no aceptar que para el siglo XVI grandes civilizaciones como la Maya estaban prácticamente extintas por los mismísimos problemas de orden político, económico y ambiental que en sus lineamientos fundamentales amenazan a las sociedades humanas en todo momento y en cualquier tiempo.

¿Por qué al ser humano le cuesta tanto mirar al miserable, al desvalido, al históricamente excluido social, y verse reflejado en ellos en cuanto seres  humanos hijos también de Dios? Pero igualmente ¿ por qué la reticencia de ciertos grupos revolucionarios de verse en el espejo del ser burgués “depredador “y “malvado” que todos llevan en su genética humana y que  los acecha en cada recodo existencial?

En fin, si no se entienden y comprenden las simplezas, abstracciones, facticidades y trascendencias del “ser” humano, no se podrá jamás concretar planteamientos políticos, económicos y jurídicos eficazmente posibles. No puede pretenderse desarrollar ciencias sociales prescindiendo del ser humano en la integralidad de su circunstancia evolutiva histórica.


ELEMENTAL,  Mr. WATSON

Es que lo económico, como lo jurídico, es elementalmente simple, desde su génesis en el animus social del ser humano hasta toda la amplitud de su desarrollo conceptual y técnico; que al expresar, referirse y plantearse integralmente respecto a la sociedad siempre actual, pues necesariamente resguarda en sí esa línea de elementalidad que lo posibilita tanto como simple se resuelva la ecuación existencial del ser humano. Resultando que su aparente enrevesada complejidad resulta precisamente por la incomprensión de lo social, por considerar a la sociedad como un bloque de “recursos” humanos o de comunas o de simple y llanamente “pueblo” ; y no como expresión integral, holística y sinérgica del ser humano en su más elemental, auténtica y cruda manifestación existencial.

Criterios que demarcan inmensas y contrapuestas diferencias. Un “bloque” social se talla y esculpe al gusto y gana. Mientras que un ente vivo integral, holístico y sinérgico, solamente es moldeable hasta los límites de su plasticidad política, determinada por factores fácticos, históricos, evolutivos, coyunturales y estructurales, y posibilitada únicamente desde el elemento que la conforma: el ser humano.

Es decir, la técnica científica tallará el bloque y lo seccionará en millones de números o cifras; pero el modelado del ente social desde su fundamento existencial sólo es posible mediante la concepción y acción política humanista y espiritual. Estableciéndose así los linderos naturales, lógicos, racionales, ontológicos y axiológicos de la ciencia económica. Límites que no tienen nada extraordinario, si se considera y acepta que la razón de ser de la economía es el ser humano en su cuanto su posibilitación existencial.

Y precisamente de esos linderos se pueden conformar algunos caracteres de la economía; la cual debe ser naturalmente transcendente, ontológicamente honesta, evolutiva e históricamente pertinente, racionalmente ética y  humanamente posible.

Naturalmente trascendente, por amoldarse y sincronizarse al fluir evolutivo insoslayable para proyectar con fundamento y certeza su acción posibilitadora del ser humano. Ontológicamente honesta, por ubicarse con humildad intelectual en su roll político social, bajo la premisa de que solamente con el previo reconocimiento de sus límites, puede desarrollar todas sus potencialidades. Evolutiva e históricamente pertinente, por entenderse y comprenderse dentro de una circunstancia de la humanidad que la demarca en su eficacia, invistiendo de sensatez y sindéresis a su acción, pero también que amplía su perspectiva  de posibilidades.  Racionalmente ética, por cuanto su desarrollo científico está orientado y determinado por el compromiso con la verdad. Y humanamente posible, en tanto pretenda concretarse desde abajito, desde la más simple expresión de la cotidianidad existencial del ser humano.


EL ACONTECER ECONÓMICO

Porque lo económico, más allá del ser un mero hecho expresado por la actividad que lo conforma, constituye un acontecimiento existencial, siempre presente, siempre necesario, siempre posible mientras el ser humano sea humano. Es decir, la actividad económica no se cualifica principalmente en cuanto a la producción material en función del vivir, o buen vivir; sino en tanto constituye expresión existencial del “ser” humano, en un acontecer  que traspasa el hecho de la actividad irreflexiva y autómata para constituirse en manifestación de su más profunda intimidad.

Así pues, el enriquecimiento egoísta desmesurado, la usura, la especulación y el acaparamiento, no son males o perversiones ajenas ni erradicables de un sistema económico, pues de suyo constituyen factores, antivalores, que fundamentan la estructura regulatoria de dicho sistema, y por tanto, en el  caso ideal estarán siempre presente como posibilidad amenazante.

De ahí se infiere la ingenuidad y torpeza de las propuestas económicas que  pretenden de un tajo la erradicación de dichos antivalores ínsitos a la naturaleza humana para crear una sociedad perfecta, sin comprender que esa sociedad sin el referencial evolutivo de los antivalores, no será de humanos sino de dioses, pues la brecha evolutiva entre el ser humano y Dios la expresan precisamente los vicios y antivalores. Dios es todo en absoluto lo que el ser humano intuye pero no puede alcanzar.

Por eso los comunistas reniegan de Dios, porque, según sus postulados ideológicos, el ser humano actual, por acción de la sola razón y mera voluntad, puede volcar y revolcar la evolución y la historia, y por ende darse, merced a la conciencia de su estatus social, la sociedad perfecta. Luego entonces, para qué la espiritualidad, si ésta le estorba a la razón; y para qué Dios, si cada comunista lo puede ser.

Empero también se evidencia la perversión de la genética conceptual del capitalismo, al fomentar los vicios y antivalores a los fines de hacer al ser humano vasallo de sus propias torpezas, prisionero en una sociedad en donde la justicia oprime, la libertad avasalla, la igualdad discrimina y la solidaridad no es más que limosna.

Resulta entonces obvio que los modelos económicos contemporáneos han pendulado conflictivamente entre esos dos extremos, en un extraño mutualismo que los justifica recíprocamente en sus sofismas. Por tanto, todo planteamiento económico humanamente viable debe ubicarse sabiamente dentro de ese espacio pendular de lo humano, no fuera.


CUÉNTAME UNA DE VAQUEROS

Por todo ello, tras escuchar a los tecnócratas del actual gobierno en retahíla de palabras pretendiendo justificar lo injustificable, camuflando los sofismas con la buena fe y usando verbo incoherente para ocultar lo inocultable: La  mega devaluación de nuestra moneda, y por ende, el mega empobrecimiento formal del venezolano. Tras ese bla bla bla…, la respuesta necesaria del ciudadano sensato tiene que ser: Ahora cuéntame una de vaqueros…


POR FAVOR  ¡¡NO ME QUIERAS TANTO!!

Un año esperaron para devaluar y dejar la estructura de privilegios casi intacta bajo el argumento de que es por “amor al pueblo”. El SICAT 3 (reconocido por el mismísimo ministro en cuerpo presente) resultó en un mamotreto que una persona o ente monopólico lo manipula y fija el dólar a su real gana.., y aún así nos lo impusieron durante un año “por amor”. También nos dicen que sostendrán la regaliña de divisas a la más que nunca privilegiada burguesía, con la consecuente depredación del venezolano, por puritito cariño al pueblo.

Jura y perjura el gobierno, que la burguesía parasitaria, que no ha producido ni un comino durante 15 años, apropiándose de ñapa de veinte mil millones de dólares por instrumento del mamotreto del sistema cambiario, además de acaparar y especular atrozmente con los bienes necesarios a todos los venezolanos, ahora sí fructificarán como buenos ciudadanos, ofrecerán los productos a precios justos y pondrán sus dólares a disposición de una puja sana, justa y honesta, para el bien del país; todo porque los susodichos lo han jurado por un puñado de cruces. Y colorín colorado…

Es que si se sobremontasen los audios de las ruedas de prensa del año pasado y la de hoy, harían duo vocal y conceptual perfecto… Cuasi las mismas palabras, el mismo nerviosismo, la misma ironía, iguales las “buenas intenciones” y el “amor por el pueblo”, así como también idéntico el propósito hipócritamente soterrado: la devaluación de nuestra golpeada moneda.

Si van a devaluar que lo hagan por la calle del medio y ya, con sinceridad, honestidad y transparencia, en acto de “amor” que comience por el respeto.

Pero, para ello se requiere eficacia en el proceder. Y la acción eficaz exige  claridad y autenticidad en los conceptos, honestidad intelectual, compromiso ético en el proceder e inflexibilidad en el cumplimiento del deber. O sea, un giro de 180 grados conceptual y procedimental.

¡¡¡TORPEZA!!!

Este gobierno en materia económica ha resultado reiterada y crecientemente torpe, con “p” de pendejos… Es que en este país no se producirá absolutamente nada mientras el gran negocio sea la especulación con las divisas. Bien gafo es quien se amargue la vida montando una empresa para obtener unas relativamente pocas  ganancias luego del vía crucis que significa la sana producción en el país, cuando tiene a la vuelta de la esquina cientos de miles de dólares calientitos  a disposición del que llegue primero. Dinero contante y sonante, sin esfuerzo alguno y libre de impuestos, es la consigna económica hoy en Venezuela. Toda la labor “productiva” se centra en hacerse de dólares a 6,30 o a 12 o 15 Bs y venderlos a 200 Bs. Sea por medios “legales “ o por los consabidos “atajos” administrativos, el asunto es participar de la rapiña especulativa con las divisas, pues ese muerto no tiene dolientes.

“Denme un cupo de dólares y me volveré millonario”, es la máxima en boga la patria del bolívar x el dólar… Definitivamente… las “palancas” de Arquímedes han cambiado… pero sus efectos siguen igualitooos…

Hoy el país está pagando el precio de no haber tomado las medidas necesarias hace un año. Todo por las incoherencias, torpezas, vacilaciones y enculillamientos de un gobierno auto denominado “revolucionario”. Así es imposible gobernar bien. Al tin marín y a las medias tintas no puede ser el proceder de quienes quieren en verdad concretar un sistema político de justicia, igualdad, libertad, solidaridad y paz.


“ A ELLA LE GUSTA LA GASOLINA…”

Por supuesto que a la burguesía parasitaria le encantaría el aumento de la gasolina, para que el gobierno continúe lanzándoles dinero como papelillo, en esa regaliña fuera de toda lógica.

Aumento justo y necesario, pero que se hace injusto e improcedente dada la incapacidad manifiesta del gobierno para manejar los recursos del Estado. Más de veinte mil millones de dólares lanzados por la ventana, y que no  haya ni un “chinito” preso…, lo dice todo.

Al hijo pródigo se le ajustan las cuentas para corregirlo, no se le entrega más dinero para que lo dilapide.


SIN ESTADO SIN DERECHO Y SIN JUSTICIA

El requisito esencial para concretar cualquier modelo político es hacerlo dentro del marco estricto del Estado de derecho. No existe opción posible, si se comprende que el Estado y su instrumento, el Derecho, no limitan la libertad sino la posibilitan. La justicia, la igualdad, la solidaridad y en bien común eficaces, solamente son concretables dentro del Estado de derecho y de Justicia.

Al escuchar al Presidente de la República reconocer en cadena nacional  que, sabiendo de la comisión presunta de hechos tipificados como delitos contra la patria por nuestra legislación, “por su autoridad” exculpó a los implicados y los mandó “para su casa”… También al ver al Presidente de la Asamblea Nacional y al Alcalde de Caracas, en programa televisado nacionalmente, disponiendo y exponiendo a libre criterio el túmulo indiciario del proceso investigativo, determinando hechos, valorando pruebas y estableciendo responsabilidades, por sobre las funciones constitucionales del Ministerio Público y del Poder Judicial. Un diputado a la Asamblea Nacional es un diputado y un Alcalde es un Alcalde, con facultades y responsabilidades establecidas en la Constitución Nacional y en las leyes, no en los estatutos de un partido político ni en sus criterios particulares de ciudadanos. Las buenas intenciones, la defensa de la democracia, el enfrentamiento de los grupos radicales desbordados, es válido y plausible, pero con ajuste estricto a las leyes, de lo contrario será más de lo mismo. La arbitrariedad fue criticable ayer, lo es hoy y lo será siempre. Hoy en Colombia, país en guerra interna, existe un proceso judicial en contra de altos funcionarios del anterior gobierno por los “pinchazos” o “chuzazos” telefónicos; si supieran los vecinos que aquí todos los días cualquier mozalbete hace públicas grabaciones de ese tipo sin rendir cuenta ante las autoridades sobre su procedencia y ajuste al debido proceso… Ante todo eso no puede más que reconocerse que  tristemente el Estado de derecho y de justicia continúa brillando por su ausencia.

Es que el someterse al imperio de las leyes y de la justicia no implica debilidad sino fortaleza, contundencia e inflexibilidad. El problema es que  ese imperio ¡¡aplica en cualquier sentido!! , sin discriminar si se es del gobierno o de la oposición, y sin valorar intencionalidades más allá de lo que las mismas leyes consideren. Lógicamente, tales “limitaciones” lleva a los actores políticos a “relajar” al Estado y a las normas para así amoldar a su conveniencia, sea buena o mala, el Derecho y la justicia.

Por eso es repetitivo en nuestro país que la oposición se queje de los mismos abusos de derechos y de las mismas injusticias que cometió cuando gobernaba. Es nuestro karma.


ENTRE GOLPES DE ESTADO Y GOLPES DE PECHO

Un golpe de Estado a un gobierno democráticamente electo es un atentado reprochable a la institucionalidad, sea por los propósitos que sea, aquí, en la India y en la Cochinchina. Quien lo cometa que asuma su responsabilidad. Ahora, lo aberrante es conmemorar en fiesta nacional un golpe de Estado fallido en contra de un gobierno democráticamente electo, y luego tildar de criminales terroristas a quienes “siguiendo el ejemplo” pretendan acceder al gobierno por vías violentas.

Porque lo importante y hermoso del sometimiento a la justicia y al Derecho dentro del marco institucional del Estado, más que las medidas sancionatorias que procedan en cada caso, es ese movimiento silente hacia los valores de justicia y legalidad; es la conformación de un sentido común hacia el cumplimiento del deber, por sobre los particulares intereses y conveniencias. Todo ello posible merced a un factor determinante: el ejemplo del gobernante. Si se siembra abrojos no puede cosecharse lechugas.

Siempre al tratar auténticamente lo económico se termina redundando en el ser humano, la sociedad y la política. Necesariamente debe ser así. Y hoy en nuestro país también concluimos tristes, inmensamente tristes… ( por ahora, mientras la arrechera no aflore…)

En medio de una súper mega devaluación, y lo que es peor, anegados en el barrial de contradicciones, incoherencias y torpezas supuestamente socialistas del actual gobierno; hoy también toca hacer de pitonisos. Tal como ocurrió con lo de Cadivi, avizorado casi al detalle, no por poderes videntes sobrenaturales sino por la simpleza de ponderar la realidad bajo el enfoque de la experiencia histórica, y sobretodo, por considerar y comprender al ser humano en toda su magnitud existencial, de sus virtudes, valores, vicios, antivalores, aberraciones y perversiones; solamente exaltables o atemperables, proyectables o reprimibles dentro del marco del Estado de derecho y de justicia.


“ENTONCES QUE COMAN PASTELES”

Cuenta la historia que esa fue la respuesta de María Antonieta cuando le informaron respecto de los reclamos del pueblo por no tener pan…

“Los venezolanos comen hasta seis veces al día”, ripostó el Presidente de la República actual ante las críticas por el desabastecimiento y principalmente por las atroces medidas económicas concebidas para favorecer a los grupos económicos poderosos y para empobrecer más a los sectores mayoritarios de la población, aparentemente a los fines electoreros de acorralarlos en la dependencia absoluta de las dádivas gobierneras.

Con las actuales criminales medidas económicas el gobierno se juega sus últimas cartas. Apuesta a la capacidad histórica de sometimiento y de “aguante” del “pueblo” venezolano. En tanto ha puesto a sus siquiatras y sicólogos a cambiarle el sentido estratégico a la revolución bolivariana bajo condición extrema de sobrevivencia. A instancias de quienes se ha virado de la novedad y frescura del proyecto al puro instinto del sobrevivir, al temor de perder lo logrado, a “calarse” lo malo por temor a lo peor. Seguramente también por recomendación de esos personajes, el gobierno, luego de anunciar la mega devaluación y de autorizar aumentos sustanciales en la mayoría de los artículos de la “cesta básica”, enseguida revela el desmontaje de acciones en contra de Estado, logrando así que la opinión pública se desvíe de la mega devaluación hacia el “intento de golpe”. ¿O no resulta extraña esa “cortinilla de humo”.


CUESTIÓN DE TIEMPO

Ojalá que quienes lean estas notas en el futuro no les den la razón. Ojalá que estos textos sean simples impertinencias a una hermosa realidad concretada, cuando se las tope algún curioso de la web. Ojalá que todos los venezolanos de buena fe podamos ver y disfrutar de un país eficazmente andando los caminos del autentico socialismo, o como quieran llamarlo los más susceptibles.

Empero, con total sinceridad intelectual debe decirse que tal como marchan las cosas y dada la reticencia del actual gobierno a cambiar conceptos y a modificar criterios y procedimientos, el actual proceso revolucionario no tiene más futuro que un oso panda en las salinas de Araya.

Así, todo es cuestión de tiempo. Podrán ganar inclusive algunos venideros procesos electorales mediante la “hipoteca” de los recursos del Estado, pero eso no le quitará el plomo en el ala que lleva.


 ¿¡¡¡ QUÉ HACER !!!?

El qué hacer, el para qué y el cómo hacerlo, es asunto del gobierno. Que actúen y asuman las consecuencias conforme a sus criterios. No obstante,  de acuerdo a los lineamientos expuestos en estos textos, se pueden plantear algunas posibilidades.

Una es, sin lugar dudas y tan obvia como el sol que nos da su luz todos los días, el desmontaje de ese mamotreto aberrante del control cambiario.  Sustituirlo por un sistema eficaz y eficiente de administración de las divisas bajo el criterio inflexible e irrevocable del quiebre definitivo de los privilegios, usando para ese fin los mismos sacrosantos postulados del capitalismo en sus mejores acepciones.

Si se quiere libre mercado, pues que se tenga mercado en su más libre, justa, igualitaria y democrática expresión. Pero libre de verdad, a la buena, dentro de toda la plenitud posible dentro del Estado de derecho y de justicia.

Si se desea que se “abran” las importaciones, entonces que se agarren, porque cualquier venezolano podrá importar y exportar directamente los bienes que requiera, rompiendo con las mafias monopólicas eternas en ese sector. Prohibidas, por ejemplo, las “representaciones exclusivas” de marcas y productos por empresas que a su vez utilicen esos mismos productos en sus procesos productivos…

Si se exige la libre empresa. Pues que viva la democrática, justa, igualitaria, solidaria y libérrima empresa.

Luego, si el mercado fuere verdaderamente libre para acceder competitivamente a los insumos. Si estuvieren deshechos los controles monopólicos de la producción. Si la especulación con la divisa ya no fuere rentable y ni siquiera posible. Y si el Estado y el gobierno fungieren de  grandes promotores de la libre y justa empresa. Entonces al venezolano no le quedaría otra que abandonar la ilusión perversa de tomar un trozo de la rapiña cambiaria, y al contrario, marchar hacia la certeza del sano y “enriquecedor”, desde todas las aristas sociales y humanas,  emprendimiento productivo.

Todas esas acciones enmarcadas dentro del paso fundamental que sería desparejar a la aberrada debilitada dupla Estado- gobierno de los grandes factores económicos, dejando al gobierno como el rector de lo económico, sin cortapisas, ni chantajes ni amenazas, en tanto que los factores monopólicos son subsumidos en justo nivel y proporcionalidad dentro del cuerpo social, quien ya no es determinado por el capital y la actividad comercial sino por el ser humano y la familia, actores del acontecimiento económico que tiene al capital justo como valor instrumental. Además, a la par del desmontaje de la súper estructura de privilegios, autárquica y depredadora del ser humano que avasalla al Estado y a la sociedad a sus intereses y conveniencias, se va conformando el gran marco del ser humano, de la sociedad y de la economía posibles: el Estado de Derecho y de justicia.

¿Imposible? No. ¿Dificil? por supuesto. Empero todo depende de la perspectiva con que se enfoque y de cómo y desde dónde se “ataque”. La claridad conceptual, la definición de objetivos y el planteamiento estratégico y táctico son vitales. Tal cual David, la cuestión es saber dirigir la onda… Esos grandes “monstruos sociales” se enfrentan eficazmente desde abajito, desde el ser humano.

Lo imprescindible para ese tarea es la certeza, contundencia, astucia y audacia en la actuación del Estado y del gobierno, que es distinto a la temeridad desubicada y torpe. Dicho de otra forma, el gobierno requiere en primer lugar de “cojones” para hacerle entender a cualquier factor apócrifo de poder económico que se les enfrente, quién puede quebrar a quién. Tal determinación de acción es efectiva más aún tan sólo como posibilidad, si es percibida como convicción necesaria e irrevocable.

Finalmente, la moraleja es que la elementalidad y simpleza de lo económico  se complejizan irresolublemente en la medida en que éste sea determinado por el capital y no por su principio y fin.

EL HUMANISMO SOCIALISTA